En un intento de hundir la economía rusa y obligar a Putin a cambiar de rumbo, Occidente impuso a Rusia lo que considera las sanciones más duras de la historia poco después de que el Kremlin ordenara la invasión de Ucrania en 2022.
Sin embargo, Putin afirma que la economía de guerra rusa ha prosperado a pesar de las sanciones, con una fabricación de proyectiles de artillería muy superior a la occidental y un crecimiento de la economía rusa del 3,6 % el año pasado.
En un discurso pronunciado en la reunión anual del servicio de espionaje FSB en Lubianka, en el centro de Moscú, tras su aplastante victoria en las elecciones presidenciales del domingo, Putin dijo que sus espías deberían trabajar con otras agencias para aumentar la seguridad de los sistemas bancario y financiero.
Pidió al FSB «que preste apoyo a nuestras empresas que se desarrollan activamente a pesar de los obstáculos que se les crean y que exploran nuevos mercados, pero se enfrentan a acciones abiertamente hostiles» de Occidente.
«Sí, nos crean problemas temporales», dijo Putin, añadiendo que había hablado con el Gobierno sobre cómo las sanciones habían afectado a algunos grandes proyectos. «Pero todo, por supuesto, se hará de todos modos».
El KGB, una de las instituciones más poderosas de la antigua Unión Soviética con una influencia que se extendía más allá de las fronteras de la URSS y mucho más allá del simple espionaje y la seguridad, perdió gran parte de su poder e influencia cuando la Unión cayó en 1991.
Pero sólo ocho años después, el KGB, por entonces el FSB, tenía a uno de los suyos —Putin— como amo del Kremlin. Putin, nombrado presidente en funciones por Boris Yeltsin el último día de 1999, ganó las elecciones presidenciales rusas del pasado domingo con una victoria aplastante, según los resultados oficiales.
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