Meloni, que usa la sintonía ideológica con Trump y su 'mano derecha'
Elon Musk para tener cierto peso negociador, no viaja con un mandato
europeo, pero ha anunciado su intención de plantearle la eliminación
recíproca de aranceles industriales con la Unión Europea
(UE), como ha propuesto el Ejecutivo comunitario, que ve con buenos
ojos la iniciativa. Aunque no todos sus miembros piensan igual.
Con la
vista puesta en la guerra comercial, la mandataria ultraderechista sabe
que si obtiene buenos resultados su peso político aumentará en la UE, en
un momento delicado para la cohesión de la UE frente a los desafíos
globales.
El viaje de Meloni, en plena pausa de 90 días de los aranceles del
20% impuestos a la UE, «se aventura en un campo minado, donde los
caprichos y estados de ánimo de Trump, más que las estrategias,
determinan el éxito o el fracaso», explica a EFE Alberto Vannucci,
profesor de la Universidad de Pisa.
En ese contexto, será importante ver
el papel que adoptará la mandataria, pues si apuesta solo por
representar los intereses italianos, su éxito parece inviable: Trump ha
dejado claro que, para él, Europa es un único interlocutor y hasta ahora
la relación ha sido de puro 'bullying económico'.
«La alternativa sería jugar a contrapeso, como ha hecho el presidente
del Gobierno español, Pedro Sánchez, con su visita a China, intentando
abrir un canal de diálogo» porque «en una guerra comercial, las alianzas
son decisivas para las posibilidades de éxito», explica el politólogo.
Meloni, que ganaría «mucho peso en Europa» si regresa «con la obtención
del famoso '0-0' aranceles», se guarda dos «bazas atractivas para
Trump», señala Gabriela Natalizia, de la Universidad de La
Sapienza, de Roma.
«También está yendo a negociar para apoyar una mayor compra de gas
natural licuado estadounidense y además podría hacer que terminen en
EE.UU. parte de los famosos fondos del SAFE» de 150.000 millones de
euros financiados con deuda europea para la compra conjunta de
equipamiento militar por parte de varios países.
Pero la misión entraña sus riesgos, porque las tensiones dentro de la
UE son palpables, y algunos miembros ven con escepticismo que Meloni
les represente: «Francia no estará contenta con esta visita», según
Natalizia.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y
varios comisarios ven con buenos ojos la misión, pero no aceptarán un
papel pasivo en una eventual negociación bilateral entre Italia y
EE.UU., y también estarán atentos otros socios europeos, como Alemania.
Europa sufre las consecuencias de sus divisiones internas: «Esa aparente
coalición de intereses comunes que sostiene las instituciones europeas y
que busca presentar a Europa como un interlocutor único, en realidad la
debilita en la mesa de negociación.
Tanto China como EE.UU. lo saben, y por eso buscan dividirla»,
explica Vannucci. Los aranceles son una herramienta para Trump, no su
verdadero objetivo, que lo que busca con este movimiento, «al borde del
chantaje», es obtener un aumento del gasto militar y, en particular, «un
incremento de la responsabilidad asumida en seguridad en el
Mediterráneo y en el flanco este», asegura el profesor de La Sapienza.
La misión se enmarca en un contexto geoplítico complejo, en el que
Pekín trata de atraer a Europa contra el «matón» mandatario de EE.UU,
aunque «lo hace más por necesidad coyuntural que por una alianza
estratégica real», en búsqueda de «nuevos mercados para los productos
chinos», lo que entraña «riesgos y trampas», según Vannucci.
Pero el gigante asiático sigue siendo crucial para Europa y Meloni
tendrá que navegar entre la presión de seguir el camino de
«desacoplarse» de China, como promueve Trump, o buscar una postura
intermedia que le permita mantener los lazos comerciales con Pekín sin
abandonar la alianza transatlántica.
«Washington quiere hacer pesar no
solo las relaciones comerciales entre las dos orillas del Atlántico,
sino también en otras mesas de negociación», como la cumbre de la OTAN
en La Haya, el 24 y 25 de junio, fechas que coinciden con el momento en
que expirará la suspensión de 90 días de Trump, recuerda Natalizia.