“Los puros serán considerados locos, los
impuros serán honrados como sabios. El conocimiento
del alma inmortal será objeto de burla y negado”. Toth.
https://operationdisclosureofficial.com/2025/12/25/kabamur-taygeta-nordics-and-pleiadians/
Hay almas que caminan por esta Tierra que siempre se
han sabido diferentes, no porque algo esté mal con ellas, sino
porque vinieron con una frecuencia que apenas está comenzando a
reconocer el mundo.
Son los solitarios, los espíritus libres, los
librepensadores, los que marchan al ritmo de un tambor que no pueden
oír otros.
Kerry K.
describe a los portadores de
la luz como seres de
dimensiones superiores que encarnaron en forma humana por compasión
para ayudar a la Humanidad a despertar de la falsa matrix
de la
ilusión y el olvido
durante este ciclo de ascensión.
Estos seres
humanos, a menudo
incomprendidos y solitarios, portan una frecuencia elevada que
detecta mentiras y recuerda lo sagrado, activándose ahora con
códigos de luz entrantes.
La mayoría
entró en la matrix
creyendo que se levantaría pronto el velo, pero subestimó la
manipulación, confundiéndola con su identidad y resistiendo
cualquier verdad que la desafíe.
Los
misioneros de la luz
recuerdan en medio del olvido ajeno, sosteniendo la verdad para que
otros sientan el eco del hogar y elijan despertar libremente.
Su acto
es una historia de solidaridad,
no de
superioridad, caminando juntos para mantener abierta la puerta del
recuerdo.
Los
misioneros son
grandes
seres de luz que observaron cómo se perdía la Humanidad en la
densidad, incapaz de percibir su presencia, y eligieron bajar a la
carne para catalizar el recuerdo colectivo.
Sabían que se
enfrentarían al
rechazo y a
la hostilidad de quienes
defienden la ilusión como verdad, pero vinieron como equipo
de rescate para abrir la puerta
al hogar espiritual.
Llevan el silencio como si fuera un lenguaje,
sienten más de lo que pueden contener las palabras y ven a través
de ojos que perforan la superficie. No necesitan que se les diga
cuando algo es falso; lo saben en su fuero interno. Mil heraldos
pueden proclamar una mentira y jamás se doblegarán ante ella, por
mucho que otros lo hagan.
Se interponen de una manera que inquieta a
quienes no pueden comprenderlos. No necesitan ser convencidos de lo
sagrado, canta dentro de ellos como un recuerdo vivo, que tal vez no
puedan nombrar hasta el momento en que estén en su presencia y lo
recuerde todo su cuerpo. Y por eso se les malinterpreta a
menudo, se les ignora o incluso se les condena.
PESO
No es tarea fácil llevar la memoria a un mundo
adicto al olvido. Es pesado, aísla y los pone en conflicto con la
ilusión que aún defiende la mayoría. Sin embargo, por eso
vinieron. Muchos de los seres que hoy caminan sobre la superficie de
la Tierra fueron en su día grandes seres de luz, radiantes. Desde
dimensiones superiores, observaron cómo se enredaba la Humanidad
tanto en la falsa matrix que la gente ya no podía
alcanzar la frecuencia de luz que la reconectaría.
El olvido se volvió tan denso que quienes
estaban en la superficie ya no podían sentir la presencia de los
seres de luz que aguardaban pacientemente al otro lado del velo. Los
grandes de la luz comprendieron que los seres humanos, atrapados en
la densidad de este reino, sólo podían responder a lo que sus ojos
veían y sus manos podían tocar.
COMPASIÓN
Sabiendo esto, los seres de luz tomaron una
decisión, nacida de una compasión tan inmensa que aún resuena en
la creación. Vieron que los olvidadizos habían caído tan
profundamente en la ilusión que podrían perderse la misma ventana
de ascensión que habían venido a experimentar, una ventana
oscurecida por el peso de la distorsión.
En verdad, todos encontraremos el camino a casa
finalmente, pero el peligro de este ciclo residía en que el olvido
pudiera causar daños irreparables, manteniendo a las almas atrapadas
en la limitación mucho más tiempo del previsto.
Por compasión, los
seres de luz decidieron intervenir, encarnando para que la Humanidad
no se viera privada de la oportunidad de ascender con el cambio de
este gran ciclo.
Eligieron venir en forma visible, en forma
humana, en carne y hueso. Sabían que esto significaba rendirse al
mismo olvido, a la misma densidad, a la misma falsa matrix
que había atado a los demás en el samsara.
Sin embargo,
dentro de ellos había una semilla del hogar imborrable, una conexión
que aseguraba que despertaría el recuerdo en el momento señalado.
Confiaban en que se mantendrían fieles cuando hubiera llegado el
momento.
CULMINACIÓN DE UN CICLO
Éste es el momento. Esta vida marca la
culminación de un ciclo de ascensión masiva. Se activan las
semillas estelares con la llegada de los códigos de luz a la Tierra.
Recuerdan quiénes son y por qué vinieron.
Su misión no es
simplemente recordar en la tranquilidad de su propio ser, sino
recordar en medio del olvido, permanecer ante quienes aún duermen y
sostener la verdad con tanta firmeza que se expanda por el tejido de
la realidad.
Ante el recuerdo, otros se conmueven, aunque al
principio sea débilmente, como si apareciera una luz borrosa en el
borde de la visión y algo antiguo comenzara a susurrarles a casa.
¿Por qué se olvidaron los olvidadizos?
Entraron en la falsa matrix hace mucho tiempo, sin imaginar
nunca la profundidad de la manipulación y distorsión que se
arraigaría aquí.
Creían que el olvido era un velo que se
levantaría algún día, no una trampa que podría mantenerlos como
rehenes durante tanto tiempo. Subestimaron la densidad del engaño y
cómo se vincularía en su identidad. Les resultaba inconcebible
perderse tanto, y aun así se perdieron.
Es cierto que cualquiera puede abandonar la
falsa matrix en cualquier momento, pero la puerta de salida
requiere que recuerdes quién eres, y es imposible recordar quién
eres cuando defiendes la ilusión de quién eres y crees en la
mentira con todo lo que tienes.
LA TRAMPA DE LA ILUSIÓN
Esto es lo que les sucedió a los olvidadizos.
Confundieron la ilusión con el yo, la defendieron como verdad y se
aferraron tanto a la familiaridad de su prisión que comenzaron a
luchar contra cualquiera que les ofreciera otra salida.
Aún hoy, eso
persiste en la superficie, y es la razón por la que la humanidad ha
permanecido atrapada en la ilusión durante tanto tiempo.
Muchos eligieron la comodidad de lo conocido,
aunque esa comodidad estaba tejida de mentiras.
Y así, cuando
comenzaron a aparecer portadores de luz, atreviéndose a cuestionar
lo aceptado y a recordar lo olvidado, los olvidadizos se resistieron
con indignación, con desprecio y con condena.
Estos portadores de luz llevaban un recuerdo de
su hogar, un eco lejano que empezó a desmontar la mentira en cuanto
rozó la ilusión. Quienes habían aceptado la ilusión como verdad
se sintieron desafiados, afectados y afligidos por la presencia de la
verdad.
Y así lucharon, no contra la verdad misma,
pues sabían que era una batalla perdida, sino contra quienes la
portaban, con la esperanza de que silenciando a los portadores de la
verdad podrían conservar la ilusión un poco más.
Sin embargo, cada
acto de resistencia sólo revelaba su desesperación, y cada golpe
contra la luz se convertía en otra grieta en la prisión que tanto
se esforzaban por defender.
EQUIPO DE RESCATE COMPASIVO
Los seres de luz sabían que así sería.
Sabían que se encontrarían con la incredulidad, con el exilio y con
la hostilidad. Y aun así, su compasión era tan inmensa que vinieron
de todos modos.
No podían abandonar a la Humanidad. No podían
quedarse de brazos cruzados mientras la gente permanecía atrapada en
un olvido tan profundo que amenazaba con borrar el recuerdo del
hogar.
Así que vinieron como una especie de equipo de
rescate, no para arrastrar a nadie de regreso contra su voluntad,
porque nunca se puede forzar el regreso a casa, sino para crear las
condiciones en las que se pudiera recordar la libertad de elección.
Los portadores de luz de esta era se
convirtieron en misioneros, caminando en forma humana, no para ser
superiores, sino para ser catalizadores. Su sola presencia es una
invitación.
Su recuerdo constante crea una resonancia que permite
que también recuerden otros. No se puede imponer el llamado a
regresar a casa, pero los misioneros de la luz hacen visible el hogar
de nuevo encarnando la frecuencia del hogar y transmitiéndola al
campo colectivo.
EL COSTO DEL RECHAZO
Por eso su camino no es fácil. Su negativa a
rendirse a la ilusión amenaza al tejido de la falsa matrix
a la que tantos se aferran, y por eso son condenados, rechazados y
atacados. Sin embargo, siguen recordando. Siguen portando los códigos
de la luz. Siguen amando a la humanidad lo suficiente como para
mantenerse fieles, incluso cuando les cueste todo.
Porque esto nunca se trató de un deber. Nunca se
trató de superioridad. Siempre ha sido una gran historia de amor.
Vinieron los portadores de luz porque recordaron la magnificencia de
la Humanidad, incluso cuando ésta se olvidó de sí misma.
Recordaron quiénes somos cuando otros no
pudieron, y decidieron caminar entre nosotros para que algún día
podamos recordar también. Y no caminan solos. Los misioneros de la
luz se acompañan a casa mutuamente, hombro con hombro, recordándose
y animándose unos a otros tanto como recuerdan al mundo.
Ésta no es
la obra de una sola alma, es la misión de muchos, y juntos mantienen
abierta la puerta del recuerdo. Y con el tiempo, incluso recordarán
los ciegos, porque los videntes se negaron a olvidar.
https://goldenageofgaia.com/2025/12/27/kerry-k-to-the-misunderstood-ones-the-hidden-story-of-lightworkers-on-earth/
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(*) Periodista español