PARÍS.- Entre fuertes medidas de
seguridad, decenas de miles de franceses participaron este jueves en una
nueva jornada de protestas contra una controvertida reforma laboral,
que se saldó con la detención de un centenar de personas.
Unas
200.000 personas, según los sindicatos, y 70.000, según la policía,
marcharon por las calles de Francia para exigir la retirada de un texto,
que suscita desde hace más de tres meses una fuerte contestación.
En
París, la marcha tuvo lugar en "condiciones óptimas", sin incidentes,
se felicitó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, quien destacó
que en esta ocasión no hubo "granadas lacrimógenas" ni "heridos".
La
marcha del 14 de junio en París se saldó con imágenes de guerrilla
urbana, decenas de heridos y varios arrestos, en un contexto de gran
movilización policial por la amenaza yihadista y la Eurocopa de fútbol,
que Francia acoge hasta el 10 de julio.
Para evitar otros
incidentes, el gobierno pidió a los sindicatos la organización de una
concentración y después prohibió cualquier protesta, pero finalmente
autorizó una manifestación con estrictas condiciones.
La
manifestación tuvo lugar así en un recorrido de 1,6 kilómetros cerca de
la plaza de la Bastilla, donde las autoridades desplegaron 2.000
policías, que filtraron los accesos y registraron a los participantes a
la entrada.
Justo antes de la manifestación en la capital, los
agentes detuvieron a un centenar de manifestantes, por portar objetos
que podían utilizarse como proyectiles.
"La manifestación
oficialmente prohibida fue oficialmente autorizada a dar vueltas de
manera estática. Valls es obtuso y confuso", escribió con ironía en
Twitter Jean-Luc Mélenchon, el líder de la izquierda radical, en
referencia al primer ministro Manuel Valls.
El intento del
gobierno de prohibir la marcha flotaba en el ambiente.
Las manifestaciones tuvieron lugar en varias
ciudades francesas, como en Rennes, donde se registraron algunos
escaparates rotos.
Los sindicatos, con
la CGT y FO al frente, concentraron sus críticas sobre Valls, al que
acusan de atizar la situación con su intransigencia, y anunciaron ya una
nueva jornada de protestas el 28 de junio.
"Cada vez que
intentamos apaciguar las cosas, el primer ministro echa más leña al
fuego", le reprochó Philippe Martinez, líder de la CGT.
El
gobierno socialista, muy impopular, asegura que su reforma laboral
servirá para luchar contra el desempleo facilitando la contratación.
Pero sus detractores dicen que el texto, actualmente debatido en el
parlamento, supondrá más precariedad, en especial para los jóvenes.
Desde
que en marzo el gobierno puso en marcha su proyecto de reforma laboral,
la movilización de los sindicatos ha sido importante a pesar de una
participación desigual en las manifestaciones.
El 31 de marzo se
celebró una de las jornadas de protesta más multitudinarias, con cerca
de 390.000 personas en 250 ciudades del país, según el cálculo de las
autoridades.
En paralelo, hubo huelgas en el sector de los
transportes, de la energía o de la recogida de basuras que han afectado a
muchos franceses y dieron mala imagen a Francia en las semanas previas a
la Eurocopa.
Estricto control
La décima
manifestación contra la reforma laboral francesa se celebró en orden
y calma en la Plaza de la Bastilla de París, donde decenas de miles de
personas clamaron contra la ley y reivindicaron su derecho a protestar
en la calle.
Horas antes de la concentración, que comenzó a las 12.00 GMT, las
fuerzas policiales cerraron todas las calles aledañas a esa emblemática
plaza y al Puerto del Arsenal para asegurarse de que los manifestantes
no introdujeran armas, proyectiles, cascos, bufandas ni pañoletas con
las que pudieran cubrirse el rostro.
Para ello, se dispusieron unos 2.200 agentes de las fuerzas del
orden, distribuidos en varias barreras policiales que debían atravesar
los manifestantes para acceder al lugar.
En cada una, policías y gendarmes requisaban las bolsas que portaban
los manifestantes y allí detuvieron hasta a 95 personas que llevaban
objetos que podían provocar confrontaciones o altercados violentos.
El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, se felicitó en
declaraciones a la prensa por el transcurso "óptimo" de la protesta,
gracias al "compromiso entre el derecho a manifestarse y el de
garantizar la seguridad".
Quienes pasaban los controles policiales aseguraron estar decididos a
luchar pacíficamente hasta el final con tal de evitar que esta ley sea
aprobada.
"Es esencial no sólo que las empresas puedan contratar más y que haya
más formación para los que están alejados del empleo, sino también que
haya más contratos indefinidos y más en materia de inserción", subrayó
Hollande en un breve discurso durante la inauguración de un centro
social en París.
En esta ocasión, los participantes no se manifestaron solamente
contra la ley del trabajo, sino que además reivindicaron su derecho a la
protesta, después de que el Gobierno anunciase que no permitiría nuevas
manifestaciones, por los disturbios del pasado día 14, si bien en
última instancia rectificó y autorizó la marcha de hoy.
En ese sentido, Oklay Tougce, miembro del colectivo Taksim París,
explicó que no solo buscan "que el Gobierno cambie de opinión
respecto a la aprobación de la ley", sino que además, pretenden que
"termine el estado de emergencia, porque su objetivo no es proteger a la
gente sino atacar a los activistas".
Las cifras de participación en la manifestación varían, pues según el
ministro del Interior fueron 20.000 los asistentes; en cambio, los
sindicatos aseguran que fueron más de 60.000 personas.
Aunque la concentración en la plaza de la Bastilla se desarrolló en
completa calma, los manifestantes que tenían intenciones violentas y que
no lograron ingresar allí, se dispersaron por París e intentaron
provocar altercados en otros puntos de la ciudad.
Uno de ellos fue en los alrededores de la Bolsa, donde unas decenas
de manifestantes gritaron consignas contra la reforma laboral y a su
paso tiraron al suelo contenedores de basura para impedir que los
furgones de la policía pudieran seguirlos.
Poco después, numerosos agentes antidisturbios acudieron al lugar
para dispersar a los alborotadores. Sin embargo, no se llevaron a cabo
arrestos entre estos grupos aislados, según confirmaron luego fuentes de
la Prefectura.