En ella, el ex ministro de Fomento y ex secretario de organización del
PSOE revela una circunstancia poco conocida: Hasta julio de 2021 la
relación entre Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero era prácticamente nula.
¿Y quién era el hombre fuerte del Gobierno,
además de íntimo amigo de Sánchez? El ministro de Fomento era la mejor
vía para llegar al jefe del Ejecutivo. “Tuve una comida en el
Ministerio.
Era una comida con un ex presidente que además ya se estaba
moviendo por América Latina. Yo tuve una historia con América Latina
previa que lamentablemente abandoné.
Casi coincide mi abandono con la
irrupción de Zapatero. Y esa comida se produce también en un contexto en
el que todavía no tiene la vía abierta con el presidente de la que
dispuso después”, señala Ábalos. En aquel momento Zapatero “no tenía esa
conexión” con Sánchez, confirma.
El cerco que Zapatero tiende en torno a Ábalos empieza a manifestarse en
junio de 2018, coincidiendo con su nombramiento como titular de la
cartera más gastona de cualquier Gobierno, la de Fomento.
Necesita, en suma, desplazar a Ábalos como hombre de confianza
del presidente. Hacerse imprescindible para él. La ocasión le viene dada
en julio de ese año. Suenan campanas de crisis de Gobierno. Ábalos
apunta a titular de Defensa y hay algunos medios que se hacen eco del
cambio. En la tarde del viernes 9 de julio de 2021, Ábalos habla varias
veces con Sánchez en torno a una noticia fake aparecida en El Español.
Es el expresidente quien se carga al valenciano dispuesto a ocupar su
puesto junto a Sánchez.
Le desplaza como su gran obstáculo. Y la
sospecha es que aquella noche ZP hizo llegar a Sánchez información
altamente sensible sobre las vías de agua que el también secretario de
organización del PSOE había ido abriendo en su ministerio de la mano de Koldo García,
caso de la compra de mascarillas con las que unos cuantos se habían
enriquecido mientras el país permanecía recluido y pasmado en casa, las
comisiones, el chalet “regalo” de su asesor, las señoras de dudosa
reputación, etc. Zapatero lo tuvo fácil. Ábalos estaba en manos de los
hombres que Blanco le había colado de rondón en su ministerio.
La
pregunta, sin embargo, sigue pendiente. ¿Por qué las prisas? ¿Por qué
justamente aquella noche? La sospecha es que ZP tenía suma urgencia en
impedir que Ábalos pudiera ocupar la cartera de Defensa o, mejor dicho,
necesitaba mantener a toda costa a Margarita Robles al
frente de ese ministerio. Margarita, leonesa como él, es una de las
mujeres de Zapatero.
Una mujer y dos hombres: Pepiño Blanco y Fernando Grande-Marlaska.
Tres ministerios bajo su control: Fomento (ahora Transportes), Defensa e
Interior. Los tres departamentos claves de cualquier Gobierno. Más el
CNI, naturalmente, dependiente de Robles. El hundimiento de José Luis
Ábalos en el PSOE y Moncloa coincide con la ascensión a los altares de
Rodríguez Zapatero.
El ex presidente sigue controlando lo que ocurre en Interior. Y ahí
no tuvo que esperar a julio del 21, que lo hizo desde la llegada misma
de Sánchez al poder. Hombre clave en el control remoto de ese ministerio
es el comisario principal del CNP Segundo Martínez.
Amigo
íntimo de Zapatero (ambos son leoneses, uno de la capital; el otro de
Babia), ZP lo convirtió en el máximo responsable de la Seguridad de
Moncloa cuando en marzo de 2004 llegó al poder y ya no se movió de allí
hasta el descalabro socialista en las generales de 2011. Oficialmente
jubilado en 2017 al cumplir los 65 años, su influencia volvió al primer
plano con el advenimiento de Sánchez.
El nuevo ministro del Interior
Grande-Marlaska recurrió a él para llevar a cabo la purga de los altos
mandos policiales nombrados por el PP a partir de finales de 2011. A
partir de junio de 2018 fueron destituidos más de una decena de
comisarios y jefes superiores.
Segundo Martínez es el poder en la sombra
a pesar de que su nombre no figura en el organigrama del ministerio, un
poder equiparable al del actual director general de la Policía
Nacional, Francisco Paco Pardo, secretario de Estado de Defensa con Zapatero y hombre muy vinculado durante toda su carrera a José Bono,
el tercer hombre de ZP, en realidad el “machaca” de Bono durante la
etapa del ex presidente manchego como ministro de Defensa, y también su
cortafuegos (el supuesto robo de los archivos del CNI que le protegen).
Segundo Martínez es íntimo amigo del célebre comisario Villarejo y del también comisario José Luis Olivera.
Es la conexión de ZP con las cloacas policiales. Parece que Villarejo
utilizaba a Segundo como correo para pasar “material” del Gobierno Rajoy
a Zapatero y al PSOE. El resultado es que ZP controla el ministerio del
Interior y naturalmente el CNP.
La primera víctima de Segundo tras la
victoria de Sánchez en la moción de censura fue el director adjunto
operativo (DAO), el comisario Florentino Villabona, que en 2016 sustituyó al "célebre" Eugenio Pino,
acusado de dirigir una "policía patriótica" a las órdenes del Gobierno
Rajoy.
La escabechina posterior sirvió para elevar en la estructura
policial a comisarios de inquebrantable lealtad al PSOE. Segundo colocó
como nuevo DAO a su amigo José Ángel González, más conocido en la Policía con el alias de Jota. Paco Pardo, Segundo Martínez y Jota comparten mesa y mantel con asiduidad.
También situó a José Antonio Rodríguez
en el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de
Seguridad. Más importante aún, Segundo ha sido clave en el nombramiento
de la comisaria María Marcos (Villafáfila, Zamora)
como jefa de Seguridad de Presidencia del Gobierno, guardiana de la
seguridad de Pedro Sánchez en Moncloa.
De manera que Zapatero lo sabe
todo de las idas y venidas de Sánchez y Begoña Gómez, todos los secretos del presidente y señora en sus manos.
El dato cobra aún mayor importancia si tenemos en cuenta que Segundo
Martínez es en la actualidad director de Seguridad de la multinacional
tecnológica china Huawei en
España, aunque hay quien sostiene que es mucho más, que es miembro del
Consejo de Administración de Huawei Technologies España, S.L. ¡Eccola!
Hemos llegado al nombre maldito, el de la multinacional vetada por la
Comisión Europea en Bruselas y por el norteamericano Departamento de
Estado en Washington, pero que se pasea por la España de Sánchez, que en
realidad es la España de Zapatero, como Pedro por su casa.
Ocurre que
los monitores de la Sala de Control de Presidencia del Gobierno son
tecnología Huawei, las comunicaciones internas y externas del presidente
Sánchez están controladas por Huawei, de modo que ZP conoce
supuestamente al dedillo no solo quién entra y sale de Moncloa, se
supone que gracias a los buenos oficios de María Marcos, sino las
conversaciones que tienen lugar dentro y hacia fuera del recinto
presidencial a cuenta de la tecnología Huawei utilizada para tales
menesteres.
Un poder y una influencia inmensa en manos de ZP, el hombre
que conoce al dedillo lo que ocurre en el palacio de la Moncloa, algo
que podrían también saber en Pekín y en otras capitales, algunas tan
cercanas como Rabat.
En realidad el cogollo del poder en España está en manos de Zapatero.
Las inversiones, contratos y obras que se llevan a cabo en Transportes;
la dirección de la Defensa nacional y los secretos del CNI, a través de
Robles, un ministerio clave en la perspectiva de las fortísimas
inversiones que España tendrá que afrontar para cumplir con los
compromisos contraídos con la OTAN, y el control de Interior gracias a
Grande-Marlaska, con asuntos clave como la política de inmigración, tema
de especial importancia en las relaciones con Bruselas y, más aún, con
Rabat. Por eso Margarita aguanta toda clase de desplantes del presidente
del Gobierno. La “pájara”
que se “acuesta con el uniforme” está obligada a tragar carros y
carretas. Ahora mismo acaba de sufrir una nueva afrenta, esta vez de
manos del sacristán Bolaños, a cuenta de la Ley de
Información Clasificada (antigua de Secretos Oficiales) en tramitación.
Habrá que ver cómo maneja tras las bambalinas este desplante ZP en su
relación con Sánchez. Pero Margarita debe seguir al pie del cañón. No se
puede ir. Tampoco puede dimitir Grande-Marlaska, el hombre que durante
la presidencia de ZP “le llamaba casi todos los días para darle las
buenas noches”, hoy convertido en estatua de sal muerta, forzado a
soportar todo el odio concentrado en uno de los personajes más
abominables de este Gobierno. Porque ambos son clave para Zapatero en el
horizonte post sanchista que se adivina en el horizonte.
Muchos son los que aseguran que ZP, “con mucho el español más peligroso” en opinión de la antena
de la CIA en la capital española, es el verdadero presidente en la
sombra. Un izquierdista visceral, enemigo acérrimo de los Estados
Unidos, el gran baluarte del mundo occidental. Pedro Sánchez es en
realidad un títere en sus manos, el chico víctima de un izquierdismo
inducido a quien Zapatero manda de excursión allende los mares para que
se divierta con el rojerío latinoamericano.
Ambos siguen unidos por el
cordón umbilical de los negocios, el pegamento de la pasta, la pasión
por el dinero. Porque esto va de dinero. Y no son las cuatro perras de
los Koldo,
Ábalos y Cerdán, sino el dinero al por mayor. Todas las operaciones que
emprende Sánchez con las empresas del Ibex apuntan al lucro mayúsculo.
Por eso necesita alargar la legislatura todo lo posible. Nadie entiende,
ni en Bruselas ni en Washington, la insistencia del Gobierno de España
con Huawei si no es por dinero. Los chinos son famosos por pagar de
forma espléndida a quienes les sirven.
La decisión más reciente de
asegurar a Huawei el contrato como proveedor de la infraestructura para
almacenar las escuchas llevadas a cabo por las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado y el CNI, decisión tras la cual se adivina la mano
de Zapatero, ha llevado la perplejidad y el desconcierto a los aliados
naturales de nuestro país, cuyos intereses pueden verse seriamente
perjudicados a medio y largo plazo. Y solo cabe una explicación para
este tipo de decisiones: la corrupción.
No poca gente de la que Sánchez echa mano en un PSOE acogotado por los
escándalos forma parte, directa o indirectamente, del elenco de fieles a
Zapatero. Es el caso de Antonio Hernando,
actual secretario de Estado de Comunicaciones e Infraestructuras
Digitales, hasta hace poco ligado a Acento, lo mismo que su mujer, Anabel Mateos,
nombrada secretaria adjunta a Organización y Coordinación Territorial
tras el escándalo Santos Cerdán, que también ha pasado por el lobby de Pepiño
Blanco.
Y da toda la impresión de que en el banquillo del PSOE hay más
gente de ZP que del propio Sánchez. El leonés no deja de tomar
posiciones en el partido de cara al inmediato futuro, con la vista
puesta en evitar que la travesía del desierto post sanchista se
convierta en el hundimiento del Titanic a la manera de tantos partidos
socialistas europeos en el pasado reciente.
Zapatero sabe que Sánchez
está amortizado y discretamente va colocando a sus peones en el aparato
orgánico del partido para controlar el día después. Acostumbrado a
operar en la sombra, cuentan que el ex presidente está preocupado por su
súbita exposición pública, muy nociva para la gran operación que se
trae entre manos: manejar el relevo de Sánchez y nombrar sucesor a su
gusto.