LONDRES/ATENAS.- Un posible acuerdo entre Reino Unido y Grecia para la devolución de 
los mármoles del Partenón supondría un importante punto de inflexión 
para la restitución de bienes expoliados durante la época colonial. Este
 paso, que parece más cerca que nunca debido al evidente acercamiento de
 posturas entre las partes, podría abrir la puerta a que otros países 
reclamen su patrimonio.
   Si bien hay más museos que poseen 
mármoles del Partenón --como el Louvre o el Nacional de Dinamarca-- la 
polémica se centra en el Británico en buena medida por la controvertida 
figura de Thomas Bruce Elgin, embajador ante el Imperio Otomano y quien 
defendió en 1811 que se llevó las piezas gracias a un supuesto edicto 
para salvarlas de la "devastación deliberada" bajo el poder turco.
   Los mármoles --en total 15 metopas, 17 figuras de frontones y 75 
metros de friso-- llegaron a Londres de la mano del noble, que planeaba 
utilizarlos para decorar la mansión de Broomhall, la casa familiar de 
los Elgin en Escocia. Aquejado por las deudas, se vio forzado a 
venderlos al Parlamento por 35.000 libras, dando inicio a uno de los 
litigios culturales más complejos de la Historia.
   La Comisión 
Británica para la reunificación de los mármoles del Partenón recuerda que Elgin se llevó otras esculturas de la 
Acrópolis más allá de los mármoles, si bien Grecia no ha exigido la 
devolución de las 108.184 piezas que posee el museo, de las cuales solo 
6.493 están en exposición.
   Según una última encuesta realizada 
por Yougov, un 53 por ciento de los británicos piensan que las 
esculturas deberían ser devueltas a su lugar de origen, aunque una buena
 parte de la población no solo exige la restitución de bienes 
coloniales, sino esfuerzos por parte del Gobierno para la reparación 
histórica.
    La ONG Good Law Project ha impulsado recientemente 
una iniciativa para pedir una exposición permanente sobre esclavitud en 
el Británico, recordando que la pinacoteca se fundó gracias a las 
colecciones del naturalista Hans Sloane, quien se enriqueció a raíz de 
las plantaciones esclavistas de azúcar en Jamaica.
   La UNESCO adoptó en 1970 una convención contra el saqueo y el tráfico
 ilícito del patrimonio cultural que reconoce el derecho a la 
restitución, si bien no incluye bienes robados en propiedades privadas o
 procedentes de excavaciones ilícitas y tampoco se aplica con 
anterioridad a la fecha a la que entró en vigor.
   Grecia 
denunció el caso ante la UNESCO por primera vez en 1983 de la mano de la
 ex ministra de Cultura Melina Mercuri. Desde entonces el organismo, que 
no emite dictámenes vinculantes, ha instado a las partes a retomar el 
diálogo para superar esta disputa. En 2015 una comisión instó a Reino 
Unido a participar en las negociaciones, si bien Londres rechazó la 
mediación.
   En el marco del arbitraje internacional, Turquía se 
posicionó hace poco a favor de Grecia y reconoció que no tienen 
constancia de que haya documentos oficiales emitidos por el Imperio 
Otomano que autorizaran a Elgin a trocear los mármoles para luego 
llevárselos a Londres metidos en cajas a través del puerto de El Pireo. 
La operación de despiece del Partenón fue tan caótica que uno de los 
barcos, el Mentor, se hundió cerca de la isla de Citera.
   La 
traducción que se conserva del italiano de este supuesto edicto otomano 
plantea además muchos interrogantes, puesto que es de carácter 
diplomático, no está firmado y permite a Elgin llevar a cabo trabajos 
arqueológicos como realizar dibujos, tomar moldes o retirar cualquier 
escultura que interfiera con el proceso, pero no especifica que pudiera 
serrar las piezas y sustraerlas del Partenón.
   Pero la 
controversia no acaba ahí. La sala en la que se exhiben actualmente los 
frisos está dedicada al marchante de arte Joseph Duveen, que construyó 
la galería en los años 30 y a quien se ha acusado de dañar aún más los 
mármoles durante un proceso de limpieza que quitó lo poco que quedaba de
 policromía.
   A nivel 
estatal, en Reino Unido el principal escollo para la repatriación de los
 mármoles es la ley de 1963 que regula el Británico y que impide a la 
pinacoteca --declarada independiente del Gobierno--, retirar piezas de 
su colección.
   No obstante, la legislación relativa al museo sí 
permite el préstamo temporal o permanente de piezas a otros países, una 
posición que ha sido rechazada en reiteradas ocasiones por Atenas, que 
reclama la propiedad griega de los mármoles.
   La presión sobre 
el Británico no ha parado de incrementar en los últimos años. En marzo 
de 2023 el Papa Francisco repatrió tres mármoles que se encontraban en 
las colecciones vaticanas desde el siglo XIX por encargo del Papa 
Gregorio XVI.
    Pese a ello, la institución se resiste a dar 
pasos a favor de la restitución con el temor de que esto pueda sentar un
 precedente para que otros países, como es el caso de Egipto con la 
Piedra Rosetta o Nigeria con los Bronces de Benín, reclamen las miles de
 piezas que descansan en sus vitrinas. Alrededor de 900 objetos 
procedentes de la expedición británica de 1897 en la capital del antiguo
 estado africano permanecen todavía en el Británico.
    La 
reciente dimisión de Hartwig Fischer como director del Británico por el 
escándalo del patrimonio robado ha disparado aún más las críticas contra
 la institución, que ha defendido --como parte de su discurso colonial--
 que las piezas que posee de distintas culturas están a buen recaudo 
frente a la falta de recursos de los países de origen y la fragilidad, 
en este caso, de los mármoles de Elgin.
   Esa narrativa se vio en
 parte desmontada cuando decidió en 2014 prestar al museo del Hermitage,
 en San Petersburgo, una escultura del dios Iliso. Este movimiento fue 
tildado por el entonces primer ministro griego, Antonis Samaras, de 
"provocación".
   Para 
Cármen Sánchez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad 
Autónoma de Madrid, los mármoles son una cuestión "sagrada" para los 
griegos, puesto que "forman parte de su pasado", arraigado en la 
civilización de la Antigua Grecia.
   No obstante, cuestiona que 
se centre la atención en el Británico cuando otros imperios y 
civilizaciones, como los persas, se han lucrado a lo largo de la 
historia de saqueos. "Habría que desmontar todos los museos 
universales", plantea, poniendo el 
ejemplo de la estatua de la Acrópolis del jinete Rampin, cuya cabeza 
está en el Louvre.
   El nacionalismo griego ha mantenido una 
postura firme en la reclamación de los mármoles por ser un símbolo de su
 identidad nacional. Estas demandas han venido acompañadas de 
importantes esfuerzos diplomáticos para poner fin a una disputa que 
lleva más de 30 años abierta.
    Si bien el ex primer ministro 
Rishi Sunak canceló las reuniones con su homólogo griego en noviembre de
 2023 para intentar resolver la crisis y rechazó los llamamientos de la 
UNESCO para la restitución de los mármoles, el actual jefe del Ejecutivo
 laborista, Keir Starmer, ha acelerado las conversaciones con Atenas.
   Una de las alternativas que se barajan frente a la derogación de la 
ley de 1963 es la creación de una legislación específica similar a la ya
 existente para la restitución de bienes culturales expoliados durante 
la Alemania nazi. Esta nueva norma permitiría hacer una excepción con 
los mármoles, evitando así una reacción en cascada.
    El 
diputado liberal Mark Williams planteó en 2016 un proyecto de ley para 
enmendar la legislación de 1963, si bien esta iniciativa no salió 
adelante. Otra de las alternativas es, según plantea Sánchez, que haya 
un intercambio de piezas entre museos, aunque esta vía parece poco 
probable, ya que Grecia no cuenta con objetos que puedan compensar esa 
"pérdida" de los mármoles.