MADRID.- Los estudios llevan tiempo alertando del riesgo de que la circulación meridional de vuelco del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés) colapse. Pero cada vez hay más indicios de que esto puede ocurrir mucho antes de lo que pensábamos.
Lo último que hemos sabido ha sido a través de la cuenta de
X del profesor Stefan Rahmstorf, jefe de análisis del sistema terrestre
del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y
profesor de Física de los Océanos en la Universidad de Potsdam. Y spoiler: no eran buena noticias, según recoge el diario digital El Independiente. "Asistí a un seminario de tres días sobre el peligro de los cambios
abruptos en la circulación oceánica. Y las conclusiones son bastante
preocupantes. Entre el 35% y el 45% de los modelos de alta calidad dicen que la AMOC colapsará en la década de 2030
debido al cambio climático", aseguró Rahmstorf, considerado uno de los
mayores expertos mundiales en esta materia. Y las alarmas se
encendieron.
Y es que, ya lo sabemos, esto traería consecuencias importantes, porque
el Atlántico Norte es un motor clave del sistema global de corrientes
oceánicas. Allí se enfrían las aguas cálidas que llegan procedentes de las zonas tropicales antes de que viajen hacia el sur,
donde inician de nuevo el ciclo.
Un proceso que permite, además,
oxigenar el fondo marino, lo que posibilita que haya vida a mucha
profundidad. Y que equilibra la temperatura tanto de las regiones más
cálidas como de las más frías del globo para que no sean tan extremas.
Pero el problema es que el deshielo de los polos está provocando que
haya más agua dulce en los océanos, que además están más calientes. Así
que las aguas en el Atlántico Norte se están enfriando menos y no pueden
hundirse. Y eso lo pone en riesgo todo este engranaje.
La gran pregunta,
por tanto, es si podemos hacer algo para que la AMOC siga funcionando
con normalidad. "Ya se están barajando escenarios en los que el colapso
de la AMOC sucede en un plazo de tiempo bastante corto, y ese proceso va
a seguir en marcha. La incertidumbre es saber en qué momento puede ocurrir, pero no vamos a poder hacer nada para impedirlo.
Ni siquiera aunque mañana mismo dejáramos de emitir CO2, algo que es
imposible", resume José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored.
"Si realmente se
empieza a producir el colapso, es irreversible", apunta Antonio Turiel,
investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Él
mismo detalla lo que implicaría: "Se estima que en Europa habría un
descenso de las temperaturas de 3ºC por década. Eso es una barbaridad,
hay que pensar que ahora estamos teniendo problemas porque la
temperatura ha aumentado 1,6ºC en todo el planeta respecto a los niveles
preindustriales. Un descenso de 3ºC implicaría tener inviernos como los
del siglo XIX en la primera década. En la siguiente ya tendríamos
situaciones comparables, o incluso peores, que las que había en la
pequeña era de hielo. Y en la siguiente década tendríamos
comportamientos glaciales. Podemos estar hablando de que en un plazo de 30 años Europa empezaría a volverse inhabitable".
Una glaciación, en
Europa y a la vuelta de la esquina. Suena difícil de creer, pero es una
posibilidad real. "Si se produce un colapso más o menos completo de la
AMOC el hielo ártico cubriría todo el canal de la Mancha, y el Reino
Unido desaparecería debajo de las nieves. Sería como Groenlandia,
básicamente. Y en París podría haber varias decenas de metros de hielo.
En resumen, desde Montpellier para arriba, toda Europa quedaría sepultada debajo de la nieve", añade Turiel.
"En principio el impacto es regional, no global. Esa es la primera idea que hay que transmitir: el Mundo seguiría en una fase de calentamiento global pero el Atlántico
Norte, y principalmente, el norte de Europa, se vería afectado por un
enfriamiento abrupto. En el resto del continente europeo
también se notaría, aunque menos cuanto más hacia al sur nos dirijamos.
De hecho, algunos especialistas piensan que en el Mediterráneo, en
nuestra región, no notaríamos grandes cambios, salvo quizás inviernos
más fríos. Pero los veranos seguirían siendo bastante calurosos. Y
Canarias seguramente quedaría al margen", señala por su parte Viñas.
A la hora de vislumbrar cómo se vería afectada Europa, Turiel se basa en el Joven Dryas, un evento climático que tuvo lugar hace unos 13.000 años, cuando la AMOC colapsó por última vez.
"Es verdad que necesitaríamos hacer estudios específicos para ver qué
podría suceder ahora, porque en la actualidad la concentración de gases
de efecto invernadero que tenemos en la atmósfera es más alta.
Pero lo
que pasó entonces fue eso: la mayor parte de Europa quedó sepultada
debajo de metros y metros de nieves", ilustra el experto, que relata que
tuvieron que pasar unos 1.200 años para que la AMOC se reactivara. "Es
algo lógico, porque la circulación termo-halina, que es la que conecta
todo el océano, tarda unos 1.000 años en dar una vuelta", remata.
En su último informe
el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
(IPCC) decía que no preveía cambios abruptos en la circulación de la
AMOC. Pero la modelización climática, que es muy compleja, no deja de
avanzar. Los modelos se han ido actualizando, y en el último año se han
publicado dos estudios importantes que han rebatido ese optimismo.
El
primero vio la luz en julio de 2023, lo firmaban la Universidad de
Copenhague y del Instituto Niels Bohr de Noruega y aseguraba que la AMOC colapsará con un 95% de probabilidad entre 2025 y 2095, estableciendo que el año más probable en que esto suceda es 2057.
El segundo, publicado en la revista Science Advances
en febrero de este año, apuntaba hacia la misma dirección, señalando
que ese colapso es "inminente" y que podría llegar a finales de este
siglo.
"Más allá de esas dos investigaciones ha habido otros indicios que apuntan hacia lo mismo.
Por ejemplo, se está viendo que la zona de convergencia intertropical,
que es donde se toca la circulación atmosférica del hemisferio norte con
el hemisferio sur y es también la región del planeta donde más llueve,
se está desplazando hacia el sur.
Y eso, que estaría relacionado con la
AMOC, provocaría la sequía que estamos viendo en la zona norte de
Sudamérica, la disminución de las precipitaciones en el África
ecuatorial y el desplazamiento del monzón, que es muy frecuente en la
India hacia el sur", afirma Turiel.
El experto explica que la modelización climática tiende a ser bastante conservadora y a evitar poner cosas muy drásticas porque "no se entienden siempre bien".
Pero lo que ha sucedido es que ahora que se está empezando a
actualizar, teniendo en cuenta un montón de factores que antes no eran
tan fáciles de ver.
Por eso ahora tenemos más conocimiento, y la
revisión de los modelos apunta a que el colapso de la AMOC es muchísimo
más probable y podría ser más temprano de lo que se decía.
"Probablemente el IPCC lo refleje así en su próximo informe", apunta
Turiel. "Empieza a haber un sentimiento creciente de la importancia del
tema. Yo mismo voy utilizar sistemas de medición para estudiar puntos de
inflexión en este tema para la Agencia Espacial Europea", añade.
Más allá de la AMOC hay otro motor importante en la circulación oceánica mundial: la que rodea la Antártida. Como
detalla Viñas, es una de las que generan una mayor cantidad de agua
fría en los océanos. Y por supuesto también se está estudiando de qué
manera se está viendo afectada por el deshielo que está teniendo lugar
en la parte occidental del continente helado. "Incluso ya se empieza a
detectar en otras zonas del continente, que hasta hace poco
prácticamente no mostraban una señal clara de calentamiento global.
Pero
sobre todo en esa parte occidental sí que se puede alterar de manera
importante esa corriente, y eso tendría también un efecto global, aunque
probablemente en una escala de tiempo distinta a cómo puede ocurrir en
el caso de la AMOC", concluye el meteorólogo.