Puede que la "Operación Sandman" no se mencione en los informes del FMI ni en las columnas del Wall Street Journal, pero se rumorea en las trastiendas y salas de juntas, desde Berlín hasta Pekín.
¿La teoría? Un acuerdo mundial y silencioso entre docenas de países para deshacerse del dólar, derrumbando su dominio sin disparar un tiro. Sin ruedas de prensa. Sin titulares. Sólo un éxodo coordinado del sistema basado en el dólar que ha mantenido a EEUU en la cima y al resto del mundo en la deuda. Antes se negaba la desdolarización y parece que ahora está en marcha.
Según Medeea Greere ya ha comenzado la operación Sandman. Informa que más de cien naciones están vendiendo bonos del Tesoro estadounidense en un ataque sincronizado diseñado para provocar el colapso del dólar y doblegar a EEUU, pero el presidente Trump está preparado para aplastar este golpe mundialista y para diezmar la maquinaria de guerra financiera del lado oscuro.
Esto no sería sólo una represalia, sino además el comienzo de la justicia económica mundial. El lado oscuro está sudando, el trono del dólar se tambalea, y Trump es el único que no finge que todo está bien.
A su juicio, el sistema se está resquebrajando, y las grietas no proceden de manifestantes ni de políticos, sino de los propios bancos centrales. Algunos funcionarios de los bancos centrales europeos se preguntan si aún pueden confiar en la Fed para obtener dólares en tiempos de crisis.
Esto no es una discusión política sino una señal de alerta, una advertencia. Y se parece mucho a la operación Sandman: el plan para una retirada coordinada del dólar por parte de naciones hartas de participar en el juego monetario de Washington. Si eso es cierto, entonces este sería el principio del fin del castillo de naipes mundialista.
DESCONFIANZA
Esta semana, varios funcionarios bancarios europeos alertaron a puerta cerrada, preguntándose si aún se puede confiar en la Fed para proporcionar liquidez en dólares en momentos de tensión económica.
Ese código se traduce en la siguiente frase: “Si llega la próxima crisis, ¿estará allí EEUU o dejará que nos hundamos?” Si los bancos centrales pierden la confianza en la Fed como prestamista mundial de última instancia, se convertiría en realidad la operación Sandman, y se evaporarían como la niebla matutina el petrodólar, el mercado de bonos y el apalancamiento mundial de EEUU.
Históricamente, la Fed ofrecía líneas swap de dólares a bancos centrales aliados, actuando como un tanque de oxígeno de emergencia para el mundo. Pero esa confianza se vio fracturada durante años de política fiscal imprudente, inestabilidad política y, ahora, crecientes indicios de caos interno.
Cuando los propios aliados cuestionan la fiabilidad del dólar, significa que el sistema ya no es sagrado. La Fed ha perdido su aura de invencibilidad, y ahí es cuando empiezan a caer las fichas de dominó.
DESDOLARIZACIÓN
Durante años, la desdolarización se consideró una conspiración, hasta que empezó a ocurrir. China y Rusia han intensificado el comercio en yuanes y rublos. Los países BRICS están construyendo un marco financiero alternativo. Incluso en las conversaciones de la OPEP se ha planteado la idea de fijar el precio del petróleo en divisas distintas al dólar.
Ahora se amplía el círculo, con las dudas expresadas por los bancos centrales europeos. Lo que antes era marginal ahora es el centro de atención. Ya no se trata de ideología. Se trata de auto-conservación. Si se desploma el dólar, también lo harían todos los países que dependen de él. Y cada vez más actores deciden que prefieren no estar en ese barco que se hunde. ¡Sálvese quien pueda!
PÁNICO
Mientras se desarrolla este cambio mundial, ¿qué hace la Fed? Imprimiendo. Adoptando posturas. Presa del pánico. Años de flexibilización cuantitativa, caos en las tasas de interés y esquizofrenia fiscal han convertido al banco central más poderoso del mundo en una reliquia inflada, adicto a las crisis e incapaz de disciplinarse.
¿El resultado? Los acreedores extranjeros ya no están convencidos de que EEUU pueda gestionar su propia economía, y mucho menos ofrecer estabilidad a otros. Cada bono liquidado. Cada línea de swap cuestionada. Cada dólar desviado: todo socava la ilusión de control que la Fed ha construido durante décadas.
La operación Sandman ya no es una fantasía sombría: es el resultado inevitable de décadas de mala gestión. Cuando tus propios aliados empiezan a cuestionar los cimientos, estos ya están resquebrajados. Y lo único que salva al dólar de una espiral descendente es un líder que entienda el apalancamiento, el riesgo y el poder.
El presidente Trump acaba de cancelar todos los impuestos sobre horas extras, con efecto inmediato. El lado oscuro está en pánico, los burócratas aúllan, y los trabajadores están ganando. No más sanciones por el trabajo duro. No más robo disfrazado de "impuestos justos". Esto es una guerra económica.
TORMENTA EN EL VATICANO
Según Ethan White de Gazeteller, pocos días después de la muerte del papa, una tormenta arrasó el Vaticano: el jefe de los jesuitas, llamado “el papa negro” fue destituido en silencio como máximo poder fáctico del Vaticano. La versión oficial habla de dimisión, pero la realidad nos dice que fue una extracción. El nombre en clave fue “Operación Polvo de Oro 7”.
Esto no fue sólo una reestructuración religiosa. Fue una operación quirúrgica contra una de las instituciones más ocultas de la Tierra. Los jesuitas no eran simples misioneros. Eran guardianes de los códigos de antiguos rituales de linaje.
Dirigían redes de inteligencia, campañas de guerra financiera y programas ocultistas que se remontan al sacerdocio babilónico y a los Templarios. Su lealtad nunca fue a Cristo. Fue al control. Esa lealtad se ha roto ahora.
En coordinación con el QFS, se congelaron a mediados de abril las cuentas negras del Vaticano. Agentes estadounidenses, en colaboración con miembros del Vaticano, forzaron la entrada a bóvedas subterráneas bajo la iglesia de San Ignacio.
Lo que encontraron fue asombroso: oro nazi, bonos anteriores a la primera guerra mundial, e incluso lingotes de una corporación estadounidense de 1871. Cada onza fue confiscada y trasladada a la base aérea de Andrews bajo el control del Tesoro. No eran reliquias espirituales sino herramientas de control mundial.
Todo esto forma parte de un proyecto más amplio conocido sólo por unos pocos: el Proyecto Ecclesia. No se trata sólo de eliminar a los malos actores. Esta fue la jugada maestra de Trump: un esfuerzo nacido a la sombra de Davos 2020, cuando los medios se burlaron de él, pero él se reunía con desertores del Vaticano. Cardenales de alto rango, personas con información privilegiada y víctimas de chantaje estaban listos para cambiar de opinión.
Lo que surgió de esos encuentros fue un plan de alto nivel para transformar el Vaticano desde dentro. Sin medios de comunicación. Sin ruedas de prensa. Sólo acción. Los objetivos están claros: restaurar la conexión de la Humanidad con la verdad sin la intervención de Roma, borrar los códigos rituales incrustados en la sociedad, recuperar la riqueza mundial robada durante siglos de guerra y pobreza planificadas y desmontar el engaño espiritual del Vaticano.
Y funcionó, porque se han abierto los archivos del Vaticano y están saliendo a la luz sus secretos oscuros. Desesperado por curar la herida abierta, Roma ha instalado al cardenal Robert Francis Prevost como el nuevo papa León XIV. Un mundialista nacido en EEUU y vinculado al Perú.
Los medios lo calificaron de triunfo inclusivo, pero en realidad fue una cortina de humo. León XIV es la marioneta del sistema, no su redentor. El experto del Vaticano, Leo Zagami, revela cómo el nuevo papa es una continuación de la toma de control mundialista de la Iglesia Católica y será utilizado para librar una guerra contra el presidente Trump.
Predica la justicia social, la compasión migratoria y la unidad. Pero lleva mucho tiempo oponiéndose a la agenda soberana de Trump. Atacó al vicepresidente Vance, elogió la apertura de fronteras y la disolución económica.
Trump felicitó públicamente a León XIV, pero su verdadera elección, el cardenal Timothy Dolan, quedó fuera del cónclave porque era una espina clavada en la maquinaria mundialista, y fue bloqueado porque el Vaticano no se podía arriesgar a un papa que apoyara a Trump.
Pero mientras el Vaticano cambiaba de figura, se instaló el poder real. Asumió el verdadero control espiritual una coalición conocida como el Protocolo del Manto Blanco, una fuerza de élite compuesta por clérigos alineados con la liberación de la Humanidad. Han tomado las riendas de la maquinaria desmontada de Roma y ahora están ejecutando la siguiente fase.
Su misión es cortar los vínculos del Vaticano con la red bancaria mundial, descubrir los antiguos engaños elaborados desde el Concilio de Nicea, recuperar pergaminos suprimidos, exponer enseñanzas sagradas y verdades cosmológicas enterradas durante siglos, y poner fin al trauma psicológico codificado a través de siglos de control ritual.
Esto no es sólo una exposición. Es una ejecución. Roma ya no tiene la última palabra sobre la salvación, sobre Dios, ni sobre la verdad. La guerra espiritual ha trascendido a los vitrales y los altares de mármol. Ahora se libra en campos de batalla digitales, bóvedas bancarias confiscadas y salas de interrogatorio militar.
¿Quiénes intentaron advertirnos? Rosanne Barr, Alex Jones, Lin Wood, el general Flynn, sacerdotes y obispos que rompieron filas. Fueron censurados, ridiculizados y excomulgados. Pero cada palabra que gritaron era cierta. Esto nunca se trató de rezar. Siempre se trató de programar. Y ahora se ha roto el hechizo.
El papa Francisco, guardián del último bastión real de la manipulación religiosa mundial, se ha ido. Es irrelevante si murió en paz o si se le ayudó a guardar silencio. Lo que importa es quién estuvo en el centro de la tormenta: Trump. No necesitaba la tiara. No necesitaba el trono. Derribó todo el templo desde fuera.
El mundo no necesita un nuevo papa. Necesita liberación. ¿Y Roma? Roma ya está cayendo, no con espadas, sino con silencio, confiscaciones y extracción estratégica. El mundo observa, y la élite no puede detener lo que se avecina. La cruz ya no es una jaula. Es una bandera de batalla. Y el hombre que lidera la carga no se esconde tras un púlpito.
(*) Periodista español
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