TEGUCIGALPA.- Muchos
 hondureños cumplen con las medidas de seguridad para no contraer el 
coronavirus al momento de acudir a supermercados, ferreterías, farmacias
 o ir al banco, lo que contrasta con la indiferencia de otros en 
mercados populares, donde abundan compradores sin ningún tipo de 
protección.
La
 mayoría de clientes prefiere ir a esos negocios antes del mediodía, lo 
que provoca largas filas, por lo general bajo un inclemente sol, o en un
 ambiente denso y gris por una capa de humo que cubre el cielo de 
Tegucigalpa en estos días a causa de incendios forestales.
En
 estos sitios, se ha podido constatar en varias ocasiones que todo va 
en orden, desde el ingreso, donde los clientes tienen que mostrar un 
documento de identificación para verificar el último dígito.
Es
 que ir de compras solamente se puede hacer una vez por semana, de 
lunes, cuando tienen autorización los que su documento personal finaliza
 en 1 y 2, a viernes, con los que terminan en 9 y 0. El sábado y domingo
 nadie sale para que rija el toque de queda ordenado desde a mediados de
 marzo.
En
 las filas para ingresar, los clientes respetan las líneas marcadas, de 
un metro y medio de distancia, para evitar contacto físico y, antes de 
entrar deben desinfectar sus zapatos en depósitos con soluciones de 
alcohol o mediante una fumigación.
Además,
 deben limpiarse las manos con gel, en clientes que por lo general las 
llevan protegidas con guantes, y llevar una mascarilla.
En
 los supermercados, por lo general, un audio está repitiendo sin cesar 
mensajes a los clientes recordando que tienen 20 minutos para hacer sus 
compras, con el objetivo de que también puedan hacerlo los que esperan 
afuera.
El
 mecanismo es similar para acceder a los bancos, con la diferencia que 
estos instalan sillas en las afueras para que los clientes que van a 
caja u otro trámite se sienten, mientras que los que van a un cajero 
automático van en otra línea.
Las
 quejas no faltan entre personas de la tercera edad, para las que bancos
 y supermercados tienen fijado un horario de las 07:00 a las 09:00 de la
 mañana.
"Qué
 puedo hacer si para venir al supermercado tuve que ir primero al banco a
 retirar dinero y perdí más de una hora, y ahora que vengo me dicen que 
mi hora ya pasó", dijo Fabiola Domínguez, una maestra jubilada de 
70 años.
Domínguez explicó que ella tiene que ir primero al banco porque no cuenta con una tarjeta de crédito, ni de débito.
Un
 reclamo similar hace Oscar Díaz, quien llegó a un banco hacia las 10:30
 horas, cuando ya había concluido el horario para los de la tercera 
edad. "Esta es una discriminación para la gente mayor, deberíamos venir a
 cualquier hora, como lo hacen los demás clientes", indicó.
En
 otro extremo de la capital las medidas se cumplen a medias. Son muchos 
los que van y vienen sin mascarillas, aunque otros si llevan un 
tapabocas, guantes y un pequeño frasco de gel.
"Yo
 no me pongo mascarillas porque no hay o están muy caras y el poco 
dinero que hago apenas me ajusta para medio comer", indico José 
Antonio Mendoza, un zapatero que mostró dos bolsas plásticas con 
"verduras, arroz, fríjoles y manteca".
En
 el mismo sitio se detuvo Sofía Ramírez, de 53 años, acompañada de un 
hijo de 15, que venía de comprar "frutas, verduras, plátanos, espaguetis
 y dos libras de carne de res y dos de pollo", que les tienen que 
alcanzar hasta la próxima semana para los tres de su casa.

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