CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco criticó
 fuertemente el lunes por la noche la "voracidad consumista" de la Humanidad, y pidió reflexionar sobre el sentido espiritual de sus vidas y
 el hecho de compartir con los más pobres, en su homilía de Navidad.
"Ante
 el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes,
 sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia 
ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar", afirmó el papa.
"El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el 
tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida", agregó 
Francisco, jefe de 1.300 millones de católicos en el mundo, ante decenas
 de miles de fieles congregados como cada año en la basílica de San 
Pedro de Roma. 
"Una insaciable codicia atraviesa la historia 
humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean 
espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir", puntualizó.
Francisco
 dijo que "se debe superar la cima del egoísmo" y "es necesario no 
resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo".
"Ante
 el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes,
 sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia 
ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar", dijo.
"¿Necesito
 verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? 
¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir 
una vida más sencilla?", preguntó el Papa.
Ningún texto del Nuevo testamento precisa el día y la hora del nacimiento de Jesús de Nazareth. 
Su celebración el 25 de diciembre en la tradición cristiana fue escogida en el IV siglo en Occidente.
El
 papa, que acaba de cumplir 82 años, dirigirá su sexto mensaje de 
Navidad "Urbi et orbi" ("a la ciudad y al mundo") el martes frente a 
fieles congregados en la plaza de San Pedro.
En espera, peregrinos de 
todo el mundo se congregaron el lunes para la noche de cerca de la 
basílica de la Natividad en Belén, frecuentada este año por un número 
mayor de visitantes.
Como de costumbre, scouts palestinos vestidos
 de azul, amarillo y beis desfilaron hacia mediodía al son de las 
cornamusas y tambores en una plaza situada cerca de la basílica donde se
 ve un imponente árbol de Navidad.
Nigerianos, franceses o palestinos, centenares de fieles 
que llegaron hasta Belén pueden admirar este año los mosaicos de la 
basílica de Natividad, que son de la época de la Cruzadas y fueron 
restauradas recientemente.
"Es una bella oportunidad de estar en 
un lugar tan simbólico para Navidad", dijo Léa Gudel, estudiante 
francesa de 21 años, quien se encuentra en intercambio universitario en 
Jerusalén.
"Ver la misa de medianoche en Belén no se le da a todo 
el mundo", afirmó Maurice Le Gal, francés de 75 años que ya había 
realizado el viaje hace siete años para celebrar Navidad en Belén y 
Jerusalén.
El arzobispo Pierbattista
 Pizzaballa, administrador apostólico del patriarcado latino de 
Jerusalén, celebrará la tradicional misa de medianoche en la Iglesia 
santa Catalina, situada cerca de la basílica de la Natividad. 
El presidente palestino Mahmud Abas y otros dignatarios palestinos participarán.
La basílica de la Natividad, inscrita en el  patrimonio 
mundial de la Unesco, sigue siendo un destino religioso y turístico 
mayor, aunque los cristianos ya no son los más numerosos con relación a 
los musulmanes en Belén y sus alrededores en Cisjordania, territorio 
palestino ocupado por Israel desde hace más de cincuenta años.

 
 
 
 
 
 
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