LONDRES/WASHINGTON.- El
líder supremo iraní, Ali Khamenei, amenazó con “represalias severas”
contra Estados Unidos por el asesinato del comandante militar más
prominente del país, pero puede estar limitado en sus opciones.
Aunque
el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, dijo
en la televisión estatal que la respuesta de la República Islámica puede
llegar “en cualquier momento y por cualquier medio”, las sanciones de
Estados Unidos han obstaculizado la economía de su país. Cualquier
acción que desencadene una guerra convencional con EE.UU. pone a la
potencia musulmana chií en grave desventaja.
Las
protestas antigubernamentales también han desafiado el dominio del
régimen en Irak, Líbano y en casa. Ahora, con el comandante de Al Quds,
Qassem Soleimani, los iraníes han perdido al mismísimo hombre en el que
habrían confiado para elaborar una respuesta efectiva.
La
estrategia de Teherán desde el retiro del presidente Donald Trump del
histórico acuerdo nuclear de 2015, el cual había prometido un
acercamiento entre Irán y Occidente, sugiere que cualquier represalia
probablemente será medida.
Tiene que ser lo suficientemente
significativo como para reflejar el estatus de Soleimani, aunque no
tanto como para invitar a un conflicto desenfrenado con la superpotencia
militar del mundo. Tales represalias controladas podrían incluir un
ataque al personal diplomático o ataques cibernéticos.
“No
creo que ni EE.UU. ni Irán quieran una guerra total”, afirma Sir Tom
Beckett, exteniente general del ejército británico y ahora director
ejecutivo del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de
Oriente Medio.
“Estados Unidos necesitaba reafirmar su voluntad de tomar
medidas militares junto con su campaña de ejercer la máxima presión
económica”.
Eso ya se ha hecho. La pregunta más importante es si la
eliminación de Soleimani, un héroe nacional para muchos iraníes, resulta
haber sido parte de una estrategia más amplia.
Estados
Unidos e Irán ya están en guerra para efectos prácticos. Desde al menos
la invasión de Irak en 2003, el enfoque de Soleimani para desafiar el
poder estadounidense fue reunir y fortalecer las milicias chiítas en
Irak, Líbano, Siria y Yemen. Luego las usó para llevar a cabo una guerra
híbrida contra EE.UU. y sus aliados regionales a distancia, sin
provocar una respuesta directa de Washington.
La
administración Trump planea enviar unos 2.800 soldados de la 82ª
división aerotransportada del ejército a Kuwait para actuar como
elemento disuasorio adicional contra Irán.
El nuevo contingente
estadounidense se unirá a unos 700 soldados enviados a Kuwait a
principios de esta semana como parte del “batallón listo” de reacción
rápida de la división, según dos funcionarios estadounidenses que
pidieron no ser identificados en la discusión del despliegue. Estados
Unidos ya tenía alrededor de 60.000 personas en el área.
Cambia el juego
Administraciones
sucesivas, bajo George W. Bush y Barack Obama, decidieron no
arriesgarse a una escalada a pesar de la responsabilidad de Soleimani
por las muertes de estadounidenses. Ahora es Irán quien tendrá que
sopesar los riesgos de una respuesta determinada. En palabras del
secretario de defensa de EE.UU., Mark Esper, antes del ataque con drones
en Bagdad: “el juego ha cambiado”.
Sin
embargo, a pesar de la dura amenaza de Khamenei, es poco probable que
Irán alcance una opción máxima, como un ataque con misiles a las bases
estadounidenses en Baréin o en otras partes del Golfo. Hacerlo invitaría
al suicidio, dicen los analistas.
“Este
es un momento intensamente peligroso, pero como siempre con Irán,
debemos tener cuidado con las predicciones hiperbólicas”, asegura
Suzanne Maloney, subdirectora de política exterior de Brookings
Institution.
“Teherán tiene mucha práctica para calibrar las represalias
en torno a sus intereses reales, que en última instancia conciernen la
supervivencia del régimen y represalias con deliberación y precisión”.
En
el pasado, fue Soleimani quien hizo esas calibraciones. Veterano de la
guerra Irán-Iraq, Soleimani dirigió la unidad de élite del Cuerpo de la
Guardia Revolucionaria que se especializó en la guerra no convencional y
las operaciones en el extranjero.
Entre
ellas se cuenta una serie de ataques puntuales contra petroleros en el
Golfo el año pasado que culminaron con un atrevido ataque contra una
instalación petrolera saudí. No se informaron víctimas mortales en
ninguno de los ataques, y ni EE.UU. ni Arabia Saudita respondieron.
Red de milicias
La
red de milicias de Soleimani parece haber desencadenado su muerte.
Destrozaron una base estadounidense en Irak, mataron a un contratista
estadounidense y luego irrumpieron en la embajada estadounidense en
Bagdad, evocando recuerdos de la crisis de rehenes estadounidenses de
1979 en Teherán.
El
jueves, el secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo
que su país había atacado a Soleimani porque tenía información de que
estaba planeando nuevos ataques contra personal estadounidense.
Esas
milicias siguen siendo la herramienta militar más efectiva y utilizable
a disposición de Irán. El segundo después de Soleimani, quien fue
nombrado rápidamente como el nuevo jefe de la fuerza Quds, dijo que la
estrategia del grupo no cambiaría.
La
pregunta, según el estratega militar británico Beckett y otros, es
dónde Khamenei optará por atacar y a qué nivel, con una sola acción
dramática o múltiples ataques mucho más pequeños que dificultarían que
EE.UU. escale nuevamente.
“Es
poco probable que los líderes iraníes arremetan a ciegas”, dijo
Maloney. “En cambio, disfrutarán de la oportunidad a corto plazo de
impulsar el nacionalismo y esperar la mejor oportunidad para infligir
daños a los intereses y los aliados de Estados Unidos”.
No es Sarajevo
La
consultora de riesgo político Eurasia Group predijo el viernes que la
respuesta inmediata de Irán probablemente implicaría enfrentamientos de
nivel bajo a moderado dentro de Irak, ataques a las bases
estadounidenses por parte de las milicias respaldadas por Irán, acoso
renovado al transporte en el Golfo y otros ataques en todo el mundo que
podrían ser difíciles de prever. Un ataque cibernético es una opción que
los funcionarios iraníes están considerando casi con certeza, según
algunos expertos.
Zarif
dijo el viernes que las consecuencias de que Estados Unidos mate a
Soleimani serán “amplias” y estarán fuera de las manos de Irán debido a
la popularidad generalizada del general en la región.
A
diferencia del asesinato político en los Balcanes que desencadenó la
Primera Guerra Mundial, es probable que las consecuencias del ataque del
jueves sean mucho menos extendidas, según Emile Hokayem, del IISS en
Londres.
“Este
no es un momento Franz Ferdinand”, asegura Hokayem. “Es, en el mejor de
los casos, un punto de inflexión. Cientos de miles han estado muriendo
en la región durante los últimos 10 años, incluso a manos de Soleimani.
Estados Unidos e Irán ya están en guerra”.
Así se planeó el ataque de Trump a Soleimani
El
general iraní Qassem Soleimani acosó a Estados Unidos por más de dos
décadas; un adversario letal culpado por la muerte de cientos de tropas
estadounidenses en Medio Oriente.
Sin
embargo, su estatus como la segunda persona más poderosa en Irán lo
hizo casi intocable a los ojos de los predecesores de Donald Trump.
Esa
restricción estadounidense de larga data terminó de manera dramática el
jueves, con la orden de Trump de lanzar un ataque aéreo nocturno en
Bagdad que mató a Soleimani y llevó las tensiones con Irán al punto de
ebullición.
La
decisión del presidente de atacar al poderoso jefe de la Fuerza Quds
del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica se hizo realidad
rápidamente, luego de la muerte de un contratista estadounidense en un
ataque con cohetes el 27 de diciembre por una milicia respaldada por
Irán contra una base estadounidense en Irak. Poco después del ataque,
Trump ordenó a algunos de sus ayudantes más importantes comenzar a
planear un ataque contra el general iraní, según tres personas
familiarizadas con el asunto.
La
administración Trump había pedido recientemente a Francia y a otros
aliados que advirtieran a Teherán de no asesinar estadounidenses, según
una de las personas. Para el presidente, se había cruzado una línea
roja.
El
estrecho círculo de asesores de seguridad nacional de Trump estuvo
disperso por todo el país durante las festividades; el jefe de gabinete
en funciones, Mick Mulvaney, estaba en Key West; el asesor de Seguridad
Nacional, Robert O’Brien, estaba en California; y el secretario de
estado, Michael Pompeo, estaba en Washington, después de cancelar su
viaje planeado a Ucrania y otros países el 1 de enero.
El
vicepresidente Mike Pence estaba en Annapolis, Maryland, para la boda
de su hija Charlotte el sábado, y luego en Sanibel Island, en Florida.
El
equipo usó líneas de comunicación seguras para discutir repetidamente
el ataque. El jueves, un avión de la flota de la Casa Blanca fue enviado
a California para transportar a O’Brien a Palm Beach, a fin de que
estuviera con Trump mientras se desarrollaba el ataque.
Participaron
un pequeño número de abogados del Consejo de Seguridad Nacional. El
secreto era primordial, ya que los ayudantes temían que una de las
decisiones más difíciles y con mayores consecuencias de Trump se
filtrara antes del ataque.
Ataque arriesgado
Si
bien la muerte de Soleimani ha sido aplaudida por muchos de los
partidarios y aliados de Trump en el Congreso, los demócratas dicen que
la decisión del presidente plantea el riesgo de poner en peligro a
diplomáticos y tropas estadounidenses en Medio Oriente y más allá.
Dentro de la administración Trump, incluso hay preocupación por las
represalias iraníes dentro de las fronteras estadounidenses.
Mientras
su administración planeaba el ataque, Trump realizaba lo que
aparentemente eran sus actividades normales de vacaciones. Visitó su
campo de golf cerca de Mar-a-Lago todos los días desde Navidad. Sin
embargo, el martes, el día en que los manifestantes –según EE.UU.–
instigados por Irán irrumpieron en la embajada estadounidense en Bagdad,
estuvo allí solo unos 50 minutos.
Después
de abandonar el campo temprano, atacó a los medios de comunicación por
lo que dijo eran informes de que estaba jugando al golf durante el
asedio de la embajada, escribiendo en Twitter que tenía reuniones "en
varios lugares, mientras seguía de cerca la situación de la embajada de
Estados Unidos en Irak".
82ª División Aerotransportada
Durante
el fin de semana o principios de esta semana, Trump ordenó el envío de
elementos de la 82 División Aerotransportada a Oriente Medio. Unos 750
paracaidistas fueron notificados el martes que serían desplegados. La
seguridad se mejoró en Mar-a-Lago, según dos personas familiarizadas con
el asunto.
Ningún gobierno extranjero fue notificado del ataque antes de tiempo.
Funcionarios
estadounidenses dicen que Soleimani iría a Bagdad para preparar nuevos
ataques contra las fuerzas estadounidenses. Estados Unidos y varios
otros países seguían sus movimientos, y se cree que llegó a la capital
iraquí desde un tercer país de la región: Líbano o Siria.
Un
funcionario estadounidense dijo que el ejército no estaba monitoreando
directamente a Soleimani durante la semana pasada, pero lanzó un ataque
cuando la inteligencia indicó que estaría en el aeropuerto de Bagdad.
Estados Unidos lo habría sabido tan pronto como aterrizó en Bagdad, según dos personas familiarizadas con el asunto.
Soleimani
fue el objetivo principal del ataque, a las afueras del aeropuerto de
Bagdad, en el que también murió el líder de la milicia Kataeb Hezbolá
que atacó la base militar estadounidense.
La
Casa Blanca optó por no notificar al Congreso antes del ataque por
motivos de seguridad, dijo una persona familiarizada con el asunto. El
Departamento de Seguridad Nacional, que es parcialmente responsable de
disuadir posibles represalias iraníes en suelo estadounidense, solo fue
notificado del ataque a Soleimani después del hecho. Los funcionarios de
comunicaciones de la Casa Blanca fueron excluidos de la planificación.
’Conspirando para matar’
El
presidente ofreció una explicación parcial de su decisión en Twitter el
viernes, escribiendo que Soleimani "mató o hirió gravemente a miles de
estadounidenses" y "estaba conspirando para matar a muchos más".
No
elaboró ni proporcionó ninguna justificación para la aseveración. Más
tarde, el secretario de Estado, Michael Pompeo, dijo en una entrevista
de CNN que el asesinato de Soleimani frustró un "ataque inminente", sin
proporcionar más detalles.
Solo
el viernes, el día después del ataque, el Departamento de Estado ordenó
a los ciudadanos estadounidenses que abandonaran Iraq. Los miembros
clave del Congreso aún no habían sido informados hasta el viernes por la
mañana, y la Casa Blanca envió la declaración pública del Departamento
de Defensa a las oficinas de los legisladores que lo solicitaron, según
tres legisladores.
En
un breve discurso desde Mar-a-Lago en Florida, Trump dijo que Qassem
Soleimani estaba planeando "ataques inminentes y siniestros" contra
diplomáticos y personal militar estadounidenses.
"Tomamos medidas anoche para detener una guerra", dijo Trump. "No tomamos medidas para comenzar una guerra".