El sobrevenido cambio sistémico dentro del equilibrio de facultades
presidenciales en el que se asienta el poder de Donald Trump, con otro
acceso demócrata a la mayoría en la Cámara de Representantes, encarnado
con la vuelta de la veterana Nancy Pelosi a la Presidencia de la misma,
tiene algo más que solo un alcance puntual, dadas las concretas
cuestiones en que se encuentra tejida la ejecutoria de la presente Casa
Blanca.
En esta tesitura del mandato presidencial republicano pesan
tanto cuestiones y materias de rango convencional, como el bloqueo
presupuestario del Gobierno por la determinación trumpiana de cerrar con
un muro la línea fronteriza con México, y el menester de la Fiscalía
del Estado sobre supuestos apoyos rusos durante las últimas elecciones
presidenciales en Estados Unidos.
En este último y enorme particular, tiene mayor relevancia el hecho
de que la presidencia de la Cámara de Representantes esté en manos del
Partido Demócrata, puesto que de ello puede derivar mayor garantía de
fiscalización bastante para que la cuestión se resuelva en términos de
un eventual “impeachment” y descabalgamiento de Donald Trump de sus
Competencias presidenciales.
Otras derivadas de distinto orden que se predican de la nueva
Presidenta de Cámara de Representantes son la vigorización de las
políticas para las clases medias y para el rescate de la lucha contra el
cambio climático, de la que Donald Trump se apeó abandonando el Acuerdo
de París.
(*) Periodista y abogado español
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