MANAGUA.- El gobierno de Nicaragua confirmó el domingo que excarceló al obispo
católico Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión por
conspiración y otros delitos, y lo envió en un avión con destino al
Vaticano.
Junto a Álvarez, una de las figuras religiosas más
críticas del ejecutivo de Daniel Ortega y su vicepresidenta y primera
dama, Rosario Murillo, otros 18 religiosos aterrizaron en Roma y fueron
recibidos por las autoridades vaticanas, según asegura un comunicado
oficial difundido.
La información no ha sido confirmada hasta el momento por la Santa Sede.
El
documento contiene los nombres de los 19 sacerdotes excarcelados y
desterrados de Nicaragua, incluido el de Álvarez, y según se indica “el
viaje hacia el Vaticano de dos obispos, 15 sacerdotes y dos
seminaristas” se concretó gracias a las “muy respetuosas y discretas
coordinaciones realizadas” a través del papa Francisco y de la
Secretaría de Estado de la Santa Sede.
Rolando Álvarez, obispo de
Matagalpa, al norte del país, era la voz más crítica de la Iglesia
católica que aún permanecía en Nicaragua. Fue encerrado en la cárcel
Modelo de Managua y condenado por “conspiración” propagar noticias
falsas, obstrucción de la justicia y desacato a la autoridad, tras
negarse a ser deportado a Estados Unidos junto a 222 opositores
excarcelados y desterrados hace casi un año.
Como parte de la condena, también se le retiró la nacionalidad nicaragüense.
Previamente
estuvo privado de libertad desde agosto de 2022, cuando la policía
estableció un cerco en torno a su Diócesis de Matagalpa, a unos 130
kilómetros al norte de Managua.
El obispo auxiliar de Managua,
monseñor Silvio Báez, exiliado en Miami desde 2019, había comunicado más
temprano la noticia de la excarcelación y destierro en una misa en la
iglesia de Santa Agatha.
Báez, que mantiene comunicación permanente con Nicaragua desde que
salió del país, dijo que obtuvo la información “desde esta mañana, tanto
desde Roma como de Washington y desde Managua”.
El comunicado
gubernamental mencionó como un reconocimiento las posibilidades de
“diálogo franco, directo, prudente y muy serio” con la jerarquía de la
Iglesia católica.
Con anterioridad, el gobierno de Nicaragua ha
calificado a la Iglesia como “una mafia” y a los obispos como “demonios
con sotana”, después de acusarlos de haber apoyado la rebelión social de
2018, que puso en jaque a la administración sandinista con protestas
multitudinarias durante varios meses.
Con la voz quebrada por la
emoción, el obispo Báez agradeció al papa Francisco “por su interés, su
cercanía y su cariño por Nicaragua” y a “la eficacia de la diplomacia
vaticana”.
“Lo cuento con profunda alegría”, señaló el prelado.
“La dictadura sandinista criminal de Daniel Ortega no ha podido contra
el poder de Dios”, agregó tras asegurar que los religiosos ya
aterrizaron en el aeropuerto Fiumicino de Roma “y han sido acogidos por
la Santa Sede”.
Agregó que todo ocurrió después “de haber orado
incesantemente” por la liberación de Álvarez y de los demás religiosos
“injustamente secuestrados” desde hace casi un mes.
Por su parte
el presbítero Uriel Vallejos, párroco de Sébaco (norte) y exiliado en
Estados Unidos, informó del destierro muy temprano en su cuenta de X.
“Los
Ortega-Murillo, quiere dejar sin sacerdotes a Nicaragua. Otro avión
lleno de pastores del pueblo al exilio. Viva Nicaragua libre!! Viva la
Iglesia Católica!! Vivan los curas exiliados!! Vivan los exiliados!!”,
escribió Vallejos.
La lista de los expulsados de Nicaragua incluye
al obispo de Siuna (noreste), a monseñor Isidoro Mora y a varios
sacerdotes que son autoridades en la Arquidiócesis de Managua, como los
vicarios Silvio Fonseca, Miguel Mántica y Carlos Avilés.
Los demás
religiosos desterrados fueron identificados en el comunicado como Óscar
José Escoto, Jader Danilo Guido, Pablo Villafranca, Héctor Treminio,
Marcos Díaz, Fernando Calero, Mykel Monterrey, Raúl Zamora, Gerardo
Rodríguez, Ismael Serrano, Jader Hernández y José Gustavo Sandino, así
como los seminaristas Alester Sáenz y Tony Palacios.
Ésta es la
segunda expulsión de sacerdotes que estaban encarcelados en Nicaragua.
El 18 de octubre pasado, el gobierno de Ortega desterró a 12 curas tras
una negociación con el Vaticano, según se informó oficialmente en
Managua.
A inicios de este año, el papa Francisco expresó su
inquietud por la “preocupante situación de Nicaragua” y por la “crisis
que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para toda
la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica”.
También hizo un llamado a “un diálogo diplomático respetuoso”.