NUEVA YORK.- Los
fabricantes de medicamentos están compitiendo para encontrar
tratamientos y vacunas para el nuevo coronavirus, pero cruzar la línea
de meta significaría romper una historia larga y desalentadora, y puede
que no valga la pena.
La
industria farmacéutica dice estar a la altura de la tarea de lograr que
los tratamientos y las vacunas salgan al mercado rápidamente. En una
reunión de la Casa Blanca con el presidente Donald Trump esta semana,
ejecutivos de algunas de las compañías farmacéuticas más grandes del
mundo dijeron que estaban avanzando. Los medicamentos antivirales
podrían estar disponibles en meses, dijeron, con una vacuna para el
próximo año.
“Háganlo”, dijo Trump. “Lo necesitamos.”
La
historia no es alentadora. En las últimas dos décadas, otros dos
coronavirus mortales saltaron de animales a humanos, un brote de Ebola
mató a más de la mitad de los infectados y una ola de infecciones por
Zika generó lesiones en bebés incluso antes de que nacieran. Las
compañías farmacéuticas gastaron miles de millones tratando de proteger a
los más vulnerables de esos patógenos, pero quedaron con poco que
mostrar por sus esfuerzos.
No
hay garantía de que el coronavirus sea diferente, pero los científicos
de todo el mundo se están moviendo rápidamente.
Investigadores en China
proporcionaron rápidamente la secuencia genética de la enfermedad, dando
a otros un comienzo más rápido en la búsqueda de tratamientos y
vacunas. Más de 200 ensayos clínicos en China están probando todo, desde
medicamentos desarrollados inicialmente para el VIH y la gripe hasta
plasma con anticuerpos de pacientes recuperados. Hay más de 90.000
personas infectadas y 3.000 muertas en todo el mundo por el virus, que
irrumpió en el escenario mundial hace menos de tres meses.
Además
del rompecabezas en el laboratorio, existe otro problema: convertir el
esfuerzo en tratamientos que puedan calmar el brote y generar un retorno
de inversión para las empresas. Las acciones de fabricantes de
medicamentos y compañías de biotecnología han acumulado grandes aumentos
con la esperanza de que la industria vea una ganancia inesperada del
tratamiento de Covid-19, la enfermedad causada por el virus.
Moderna
Inc., fabricante de la candidata a vacuna líder y una de las ganadoras
más notables en ese repunte, ha subido 50% en unas pocas semanas. Gilead
Sciences Inc. ha visto aumentar su valor de mercado en US$17.000
millones desde que comenzó el brote, con la esperanza de que su
medicamento antiviral sea viable.
Esas
apuestas se realizan a pesar de las alertas que ofrece la historia. No
se espera que una vacuna contra el Ebola que tardó años en desarrollarse
genere ganancias. Otro medicamento anunciado para el Ebola, ZMapp de
Mapp Biopharmaceutical Inc., no ha salido del laboratorio. Una prueba y
una vacuna para el Zika encontraron pocos tomadores.
En 2009, las
vacunas contra la gripe porcina se desarrollaron a una velocidad
vertiginosa, pero no lo suficientemente rápido. Ese brote se desvaneció
rápidamente y los países que habían realizado grandes pedidos a
fabricantes de medicamentos como GlaxoSmithKline Plc incumplieron sus
contratos.
Obtener
medicamentos innovadores listos para ser tomados por personas no va a
ser barato o fácil, pero funcionarios del gobierno de EE.UU. dicen que
las cosas serán diferentes esta vez. La Autoridad de Investigación y
Desarrollo Biomédico Avanzado del gobierno de EE.UU. utilizó los
contratos existentes para financiar rápidamente algunos trabajos.
“Estamos
listos para la carrera”, afirma el director de BARDA, Rick Bright,
quien lidera la colaboración del gobierno de Estados Unidos con la
industria para desarrollar tratamientos. Espera que cueste US$1.000
millones desarrollar una vacuna y otros US$1.000 millones para un
tratamiento. Eso no cubre todos los costos para las empresas que
trabajan en las terapias o los gastos de fabricación.
“Quiero
asegurarme de que con los fondos que tengo, el gobierno podrá asociarse
con ellos hasta la línea de meta esta vez”, dice Bright.
Merck
& Co. es la única compañía farmacéutica importante que todavía
tiene una vacuna para un nuevo patógeno, la vacuna contra el Ebola
Ervebo, que fue aprobada el año pasado. No está trabajando en una vacuna
para el nuevo coronavirus, y su liderazgo tiene una advertencia para
aquellos que sí. Si el virus es tan malo como temen algunos funcionarios
de salud pública, todos deberán ser vacunados. Pero no todos se
enferman gravemente, por lo que una vacuna, que se administraría a
personas sanas, tendría que ser muy segura. Asegurar eso es un proceso
largo.
“Soy
muy cautelosa al prometer demasiado sobre el éxito de una vacuna contra
el coronavirus, así como el momento”, asegura Julie Gerberding, quien
fue directora de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades de EE.UU. durante el brote de SARS y ahora es la directora
de pacientes de Merck. “Nunca hemos hecho una vacuna para el mundo”.
Al
ritmo actual para buscar una vacuna, tomará alrededor de un año saber
si el proceso funciona, asegura Anthony Fauci, director del Instituto
Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. En unos seis meses, si
el virus aún se está propagando ampliamente y los resultados iniciales
parecen prometedores, Fauci dijo que comenzará a pedirle a los
fabricantes de medicamentos que procedan “en modo riesgo”.
“Eso
significa que inviertes cientos y cientos de millones de dólares para
ampliar algo que esperas que funcione”, sin pruebas definitivas, dice
Fauci. “Si comenzamos a ver una transmisión sostenida de persona a
persona, vamos a presionar a todos para que procedan en modo riesgo”.
Eso
podría ser más difícil para algunas compañías que para otras. Moderna,
que tiene la vacuna líder, no tiene suficiente capacidad de fabricación
para suministrar la vacuna por sí sola.
Glaxo, que trabajó en la gripe
porcina, tiene muchos conocimientos de fabricación, pero no está
trabajando en una vacuna contra el coronavirus. En cambio, está
ofreciendo su adyuvante farmacológico –esencialmente un refuerzo que
puede hacer que la inmunización sea más potente– a sus colaboradores.
Los
fabricantes de medicamentos y los funcionarios de salud pública esperan
poder impulsar el descubrimiento de medicamentos para el coronavirus
explorando las terapias que ya venden o que han estado desarrollando
para otros usos. El tratamiento antiviral de Gilead Sciences remdesivir
está a la cabeza en ese departamento, con varios estudios en curso en
China, Estados Unidos y otros lugares.
También se están probando otros
medicamentos, incluidos los medicamentos contra el VIH de AbbVie Inc.,
lopinavir y ritonavir. Pero la experiencia sugiere que los primeros
medicamentos en salir pueden no estar a la altura.
ZMapp,
un medicamento experimental que creó un frenesí durante el brote de
Ebola de 2014, es un buen ejemplo. El medicamento llegó a considerarse
el estándar de atención después de que un pequeño estudio sugiriera que
podría reducir las tasas de mortalidad. Pronto tuvo tanta demanda que
los médicos se quedaron sin él. Amgen Inc., la Fundación Bill y Melinda
Gates y otros analizaron nuevas técnicas para aumentar la producción en
masa del complejo fármaco.
Cinco
años después, los resultados del estudio mostraron que Zmapp no ofreció
la protección que esperaban los investigadores, y el 49% de los
pacientes que la recibieron murieron. Solo a una medicina le fue peor:
remdesivir. Cincuenta y tres por ciento de las personas que recibieron
el medicamento de Gilead en el estudio sobre el Ebola murieron.
Los
medicamentos también suelen venir con efectos secundarios, que pueden
crear serios problemas para las personas que ya están en peligro. Un
estudio de los primeros 18 pacientes hospitalizados con Covid-19 en
Singapur encontró que 5 de los que necesitaban oxígeno también
recibieron medicamentos para el VIH de AbbVie. Tres de los cinco
mejoraron, mientras que dos continuaron empeorando. Solo uno pudo
manejar los efectos secundarios, según un estudio publicado en Journal
of the American Medical Association.
Sin embargo, la necesidad es tan grande que los médicos suelen intentar cualquier cosa para ayudar a sus pacientes.
“Sé
que cuando hablo con mis colegas en Asia, cuando tienen estos casos
graves, les están lanzando de todo”, asegura Greg Poland, director del
Grupo de Investigación de Vacunas en la Clínica Mayo en Rochester,
Minnesota. “Están dispuestos a tolerar una gran cantidad de posibles
efectos secundarios, porque sin eso la posibilidad de que sus pacientes
mueran es tan alta que vale la pena”.
También
se están estudiando otros enfoques. Regeneron Pharmaceuticals Inc. está
probando sus tratamientos existentes y también está construyendo
anticuerpos diseñados específicamente para el nuevo coronavirus, aunque
se espera que estos demoren más en desarrollarse.
Es
probable que los obstáculos más importantes para llevar terapias
viables al mercado sean el momento y el alcance global de la infección.
En el caso del SARS, el virus se propagó rápidamente durante nueve
meses, pero luego se quemó, gracias en parte a los esfuerzos agresivos
para detener su transmisión.
“Uno
de los problemas con la fabricación de terapias para humanos es que una
vez que llegas a las pruebas, necesitas tener humanos que hayan estado
expuestos para analizarlos”, explica Matt Frieman, quien dirige uno de
los laboratorios preeminentes centrados en el coronavirus en EE.UU. en
la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland. “En última
instancia, hay que tener el tiempo para desarrollar la terapia y varias
personas para probarla”.
El
beneficio potencial para la industria es claro. Tamiflu, de Roche
Holding AG, recaudó casi US$3.000 millones en 2009 cuando la gripe
porcina estaba en su apogeo, a pesar de que está lejos de ser una cura.
Acelera la recuperación en aproximadamente uno o dos días y puede ayudar
a las personas con mayor riesgo a evitar enfermarse gravemente. En un
año normal, genera menos de US$1.000 millones en ventas.
Los
investigadores sienten la presión a medida que aumenta el brote y se
dan cuenta de la importancia de su papel, ya que las necesidades
urgentes de los pacientes sin opciones chocan con el ritmo a menudo
lento y gradual de la ciencia.
“No
hay atajo, solo hay biología”, dice Frieman. “Cada virus tiene su
propio pequeño talón de Aquiles. Creemos que tenemos buenas ideas sobre
cómo enfocar esas cosas. Sabemos lo que estamos haciendo, y lo estamos
haciendo lo más rápido que podemos”.
Si
el virus supera los esfuerzos para contenerlo una vez más, como lo
hicieron sus primos SARS y MERS, Bright, de BARDA, cree que el mundo
necesitará aguantarse esta vez.
“Si
este virus desaparece, es el tercer coronavirus que hemos visto en
menos de 20 años”, dice. “Estoy seguro de que veremos otro. Deberíamos
terminar el trabajo”.