SANÁ.- Los rebeldes hutíes de
Yemen anunciaron de forma inesperada el viernes por la noche que están
dispuestos a cesar todos los ataques contra Arabia Saudita, una
iniciativa para lograr la paz en Yemen tras cinco años de conflicto.
El
presidente del Consejo político de los hutíes, Mehdi Machat, anunció
"el cese de todos los ataques contra el territorio de Arabia Saudita",
informó la cadena de televisión Al Masirah, afín a los rebeldes hutíes.
Durante un discurso en la conmemoración de la toma de la
capital Saná por los rebeldes en 2014, la máxima autoridad de los hutíes
también aseguró que espera que "este gesto tenga como respuesta un
gesto aún más fuerte" de la parte de Riad.
Según Machat, se trata
de una iniciativa "para lograr la paz a través de serias negociaciones
que permitan conseguir una reconciliación nacional que no excluya a
nadie".
También afirmó que con esta propuesta pretende "preservar la sangre de los yemeníes y lograr una amnistía general".
Tras
este anuncio, los rebeldes se comprometen "a detener todos los ataques
contra el territorio saudí a través de drones, misiles balísticos y
otros medios".
Los rebeldes hutíes reivindicaron el 14 de septiembre los
ataques que causaron incendios en dos instalaciones petroleras en Arabia
Saudita, a pesar de que Riad y Washington atribuyen la agresión a
Teherán.
El anuncio
realizado por la máxima autoridad de los hutíes contradice la posición
desafiante adoptada en los últimos días por los rebeldes, que amenazaron
con nuevos ataques contra Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
"Esperamos de esta
iniciativa una mejor respuesta que comporte el cese de todos los ataques
y todos los bombardeos aéreos en nuestro territorio", añadió el líder
de los rebeldes.
"Continuar con la guerra no le interesa a nadie",
aseguró Machat, quien pidió la reapertura del aeropuerto internacional
de Saná y el acceso libre al puerto de Hodeida, lugar estratégico para
la llegada de las importaciones y la ayuda humanitaria procedente del
extranjero.
Los ataques reivindicados por los rebeldes en territorio
saudí causaron incendios en la instalación de Abqaiq, la mayor planta de
procesamiento de petróleo del mundo, y en el campo petrolífero de
Jurais, en el este del país.
Estas explosiones provocaron una
suspensión temporal de la mitad de la producción de petróleo saudí, lo
que representa el 6% del subministro mundial.
El ataque fue
calificado como un "acto de guerra" por el secretario de Estado
estadounidense, Mike Pompeo, enviado a la región por el presidente
Donald Trump para evaluar con los dirigentes de Arabia Saudita y
Emiratos Árabes una posible respuesta contra Irán.
Riad mostró por
primera vez el viernes a la prensa internacional los daños ocasionados
en las instalaciones petroleras e insistió en su voluntad de un retorno a
la normalidad en la producción de crudo.
El campo petrolero de
Jurais sufrió cuatro ataques el 14 de septiembre y estuvo en llamas
durante cinco horas, explicó el gigante petrolero saudí Aramco.
Dieciocho
ataques se produjeron contra la refinería de Abqaiq, situada a 200
kilómetros al noreste de Jurais, según un responsable de Aramco.
Un
grupo de periodistas pudo ver con sus propios ojos los daños
ocasionados y las grúas repartidas en medio de los desechos calcinados
tras estos ataques reivindicados por los rebeldes hutíes, pero que Riad y
Washington atribuyen a Irán.
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