MADRID.- España, tan acostumbrada a un paisaje 
coronado de grúas durante décadas, está volviendo tímidamente a la 
actividad después de siete años de una sequía histórica con el pinchazo 
de una burbuja inmobiliaria que desencadenó la mayor recesión desde la 
democracia.
Entre los meses de junio y septiembre, la construcción 
residencial registró su primer aumento trimestral desde el comienzo de 
la crisis.
Pero aunque los datos muestran señales de un incipiente
 aumento de la confianza de los españoles en la recuperación de su 
economía, los expertos coinciden en que es improbable que la actividad 
vuelta a niveles anteriores de la crisis, por lo que la otrora enorme 
aportación al empleo y el PIB del sector habrá todavía de ser sustituida
 por otra actividad.
Actualmente la construcción en España representa 
alrededor del cinco por ciento del Producto Interior Bruto (unos 50.000 
millones de euros) en comparación con el diez por ciento que 
contabilizaba en los años de bonanza y su tasa de empleo ha descendido a
 casi la mitad de lo que concentraba antes de la crisis inmobiliaria de 
2008 sin perspectivas inmediatas de un fuerte repunte.
En la cima de un ciclo explosivo que duró una década, 
España construía anualmente más casas que Alemania, Francia e Italia 
juntas. Esta desorbitada actividad ha dejado un stock de 740.000 
viviendas nuevas sin vender, con perspectivas difíciles de absorción 
habida cuenta de que muchos de ellos se encuentran fuera de las grandes 
ciudades, en zonas como Guadalajara o La Rioja, donde la demanda es 
bajísima.
Los bancos, con 161.000 millones de euros de deuda 
promotora pesando sobre sus balances, gran parte de ella considerada 
problemática, han extremado la cautela sobre los préstamos para nuevos 
proyectos y se están centrando casi exclusivamente en desarrollos de 
alta gama en Madrid y Barcelona, donde los precios empiezan a subir 
selectivamente.
Además, los promotores deben tener vendidos de antemano
 al menos la mitad de los pisos antes de cerrar acuerdos de financiación
 y también han de financiar por su propia cuenta la compra de los 
terrenos y aportar aproximadamente la mitad de los costes de 
construcción, explican fuentes bancarias.
Pero incluso a pesar de las estrictas condiciones 
actuales, que contrastan con una década en la que incluso modestos 
albañiles constituían pequeñas promotoras animados por la barra libre de
 la financiación, hay más proyectos que el año pasado, especialmente por
 las perspectivas en Madrid y Barcelona.
Entre enero y octubre, el ayuntamiento de Madrid ha 
otorgado 3.131 permisos de construcción residencial, más de lo concedido
 en el conjunto de 2013.
Los bancos, que han visto caer sus márgenes por los 
bajos tipos de interés y que son mucho más selectivos a la hora de 
elegir a los clientes, están viendo en los proyectos de viviendas de 
alta gama una oportunidad de captar clientes con altos ingresos a los 
que más adelante también podrán ofrecer nuevos productos.
Aunque el 80 por ciento de los españoles son dueños de 
su casa, dos veces más que la media de la zona euro, el importe de las 
nuevas hipotecas concedidas se ha reducido a una décima parte respecto a
 los 127.233 créditos inmobiliarios que se firmaban en marzo de 2006.
De los compradores, una proporción más 
grande de lo habitual son españoles que trabajan actualmente en el 
extranjero con empleos bien remunerados (en zonas que van de Australia 
al Golfo) en sectores como la ingeniería, en una muestra de cómo los 
profesionales que han viajado al extranjero para trabajar durante la 
crisis están ayudando al país a recuperarse.
              
En este escenario hiperselectivo y mientras miles de 
pisos construidos hace años siguen sin venderse, los promotores más 
avispados están preparados para pujar por otras parcelas de terreno 
promocional en las grandes ciudades con alto potencial de interés.

 
 
 
 
 
 
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