WASHINGTON.- Desde
el ketchup hasta los vehículos o la soja, la decisión del presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar tarifas a las importaciones de
acero y aluminio podría tener consecuencias nefastas para las
industrias presentes en las regiones que lo llevaron a la Casa Blanca.
Rodeado
de un decena de trabajadores del sector, casco en mano, el presidente
republicano afirmó el jueves que en 15 días entran en vigor importantes
aranceles, del 25% para el acero y del 10% para el aluminio.
Pero
en Wisconsin, Minnesota, Michigan y otros estados donde los votantes
apoyaron a Trump con la esperanza de ver crecer la economía y la
creación de puestos de trabajo, hay temor a que estas tarifas causen el
efecto contrario.
"La
preocupación es que esta es una respuesta política que está tratando de
ayudar a ciertas comunidades, pero puede terminar perjudicándolas",
dijo el analista Joseph Parilla, del grupo de investigación no
partidista The Brookings Institution.
"Áreas
rurales, ciudades pequeñas, el tipo de comunidades que votaron más por
Trump, son extremadamente dependientes de las exportaciones", dijo
Parilla, que agregó que además éstas son vulnerables a los aranceles que
otros países impongan como represalia.
El
entusiasmo por las tasas aduaneras es muy real en las cuencas que
dependen de la producción de acero y aluminio. En partes de Minnesota,
en el norte de los Estados Unidos, el sector de la minería del hierro,
que produce la materia prima para el acero, representa unos 3.000
millones de dólares.
"Los
sectores del acero y del aluminio has sido atacados por estas prácticas
comerciales depredadoras", se quejó Leo Gerard, presidente del
sindicato siderúrgico estadounidense, United Steelworkers International.
"Nuestros miembros han luchado activamente por estas medidas (aranceles)", añadió.
Pero la preocupación reina en los otros sectores que utilizan el acero y el aluminio para fabricar sus productos.
En
Michigan, el sector automotriz está nervioso ante el previsible aumento
de precios, en momentos que se registra una caída en las ventas en el
mercado estadounidense.
"Las
industrias no pueden absorber un aumento tan brutal de los costes de
fabricación de automóviles y camiones en Estados Unidos", advierte Cody
Lusk, presidente de la federación de profesionales de concesionarios
estadounidenses de automóviles extranjeros (American International
Automobile Dealers Association).
En
el corazón de las tierras agrícolas también reina la preocupación, ya
que los exportadores de Minnesota y Wisconsin temen que como represalia
otros países apliquen aranceles a productos como la soja.
"Estamos
muy preocupados por las ramificaciones y el golpe que probablemente
dará a la agricultura", señaló en la radio pública de Minnesota Perry
Aasness, de la organización Agrigrowth Council, que representa al sector
agrícola.
En
Wisconsin, el gobernador republicano Scott Walker, que se presentó
contra Donald Trump a las primarias para la carrera presidencial de
2016, mostró sus temores durante una visita a dos fábricas a principios
de semana.
De
pie frente a rollos de fina lámina de aluminio, Bemis, que utiliza este
material para hacer bolsas de ketchup individuales, advirtió el martes:
"Si el objetivo es proteger trabajos estadounidenses, estas medidas
-tal como se anunciaron- causarán lo contrario, y espero que reviertan
esto".
El
gobernador enumeró las empresas amenazadas, desde latas de cerveza más
caras para el productor MillerCoor a posibles tasas a las motos
Harley-Davidson, emblema estadounidense.
"La
aplicación de aranceles sobre el acero y el aluminio conduciría a la
pérdida de empleos en Wisconsin que se irían, no a otros estados
(federados), sino a otros países", predijo.
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