LONDRES/BRUSELAS.- La Bolsa de Londres acabó este jueves con un avance del 0,41 % en una
jornada volátil por el nuevo acuerdo del "brexit", en la que la libra
perdió terreno después de alcanzar su máximo en cinco meses.
El índice principal londinense, el FTSE-100, sumó 14,37 puntos hasta
7.182,31 enteros, tras sufrir también altibajos durante la sesión.
La libra esterlina subió un 1 % frente el dólar y se apreció también
ante el euro después de que el primer ministro británico, Boris Johnson,
y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, anunciaran
que se ha llegado a un acuerdo para la salida del Reino Unido de la
Unión Europea (UE).
Sin embargo, la divisa volvió a depreciarse cuando el Partido
Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, socio del Ejecutivo
conservador, reveló que no lo apoyaría.
La libra seguía oscilando al cierre del mercado bursátil, cuando se
apreciaba un 0,17 % frente al dólar pero caía un 0,25 % ante el euro.
Los mercados están pendientes de si la Cámara de los Comunes aprobará
o rechazará el nuevo tratado en una votación prevista para este sábado.
Entre los ganadores en el FTSE-100 estuvieron la aseguradora Legal
& General, que sumó un 2,73 %; su rival Prudential, que ganó un 2,64
%, y el grupo de viajes TUI, que acabó con un 2,37 % más.
Perdieron en cambio la papelera Mondi, que bajó un 5,02 %, la
aeronáutica BAE Systems, que retrocedió un 2,77 %, y el grupo de
ingeniería Smiths, que terminó con un 2,23 % menos.
Acuerdo de urgencia
Acuerdo de urgencia
Los
líderes del Reino Unido y la Unión Europea cerraron este jueves en
tiempo de descuento un "excelente nuevo acuerdo" de Brexit, sobre el que
pesa, sin embargo, la persistente amenaza de un rechazo por el
Parlamento británico.
Tras
diez días de intensas negociaciones y mucha especulación, Londres y sus
27 socios europeos llegaron a un entendimiento in extremis, a dos
semanas del divorcio previsto el 31 de octubre.
"Todo
parece indicar que estamos muy cerca del final", aseguró el jefe del
Consejo Europeo, Donald Tusk, al anunciar la adopción por los dirigentes
de la UE del texto en una cumbre en Bruselas.
Sin
embargo, las miradas se vuelven ahora hacia los diputados británicos
ante la incertidumbre sobre si aprobarán el pacto, unos recelos de los
que es consciente el primer ministro Boris Johnson.
Si
la Cámara de los Comunes no lo aprueba, "entonces estaremos en una
situación muy complicada", reconoció durante la noche el titular de la
Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
"Tengo
mucha confianza en que cuando los diputados de todos los partidos
examinen este acuerdo vean el mérito de apoyarlo", afirmó el combativo
jefe de gobierno antes de regresar a su país para emprender una campaña
de seducción.
Hace
casi un año, en este mismo lugar, su predecesora Theresa May también
había logrado tras arduas negociaciones un acuerdo, calificado como "el
mejor posible", que después fue insistentemente rechazado por los
diputados británicos.
Ese
rechazo provocó la caída de May y que el Brexit, decidido por
referéndum en 2016, fuese aplazado dos veces. El ahora inquilino de
Downing Street, en el poder desde julio, se resiste a pedir una tercera
prórroga.
El
acuerdo aleja temporalmente el temido Brexit brutal, contra el que
advierten los círculos económicos. Tanto el Fondo Monetario
Internacional (FMI) como la patronal británica celebraron el nuevo
acuerdo, pero se mantuvieron prudentes ante la posibilidad sobre su
éxito.
El
texto fue de hecho mal recibido en Londres, tanto por la oposición como
por los aliados de Johnson, los unionistas norirlandeses del DUP, lo
que reavivó el fantasma del rechazo.
El
acuerdo retoma básicamente lo negociado por May pero modifica su punto
más conflictivo: cómo garantizar un intercambio fluido de mercancías
entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de
Irlanda -país de la UE-, sin necesitad de reintroducir una frontera
física.
Su
objetivo es preservar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo, que
en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto en Irlanda del
Norte entre unionistas protestantes y republicanos católicos, y proteger
el mercado único europeo de una desleal competencia británica.
El
acuerdo actual prevé una compleja solución técnica por la cual la
provincia británica seguiría rigiéndose por algunas regulaciones del
mercado único europeo y se mantendría de facto en una unión aduanera con
la UE, aunque permanecería legalmente en la misma zona aduanera que el
resto del Reino Unido.
Pero,
este sistema "excepcional", que el negociador europeo Michel Barnier
justificó por la "situación única" de Irlanda del Norte, choca con la
férrea oposición de los unionistas norirlandeses, que rechazan que su
territorio tenga un trato diferente del resto de Reino Unido.
También
el laborista Jeremy Corbyn, principal líder de la oposición, llamó a
rechazar un acuerdo argumentando que, más allá de la cuestión irlandesa,
no cambia mucho respecto al de May, y pidió un segundo referéndum para
resolver el rompecabezas del Brexit.
Sin
embargo, no es seguro que logre mantener unidas sus filas en el
parlamento, donde varios diputados laboristas son partidarios de
abandonar la UE.
Los
legisladores británicos se reunirán excepcionalmente el sábado, el día
en que por ley Johnson debe pedir un nuevo aplazamiento de la fecha de
salida si no tiene un acuerdo adoptado.
Si
logra que el texto sea aprobado, el carismático y controvertido
'premier' se convertiría en un héroe en la difícil misión que acabó con
la carrera de su predecesora.
Además,
acabaría con años de profunda división política y social y se vería
reforzado de cara a unas próximas legislativas anticipadas.
Pero,
ante la amenaza de un nuevo bloqueo y aunque el primer ministro se
muestra reticente, la UE no descarta un tercer aplazamiento.
"May
también cerró un acuerdo con nosotros" que nunca llegó a buen puerto,
recordó un diplomático europeo, para quien la idea de una prórroga
podría estar de nuevo el sábado "sobre la mesa".