SHANGHÁI.- Las colosales reservas de
divisas chinas se han reducido en una cuarta parte en los últimos dos
años, y aunque se mantienen en unos 3 billones de dólares, el fenómeno
suscita cierta inquietud sobre el rumbo financiero del gigante asiático.
¿Qué representan estas reservas?
Las
reservas de cambio son depósitos de moneda extranjera acumuladas por el
banco central chino en líquido, obligaciones y activos financieros.
Con casi tres billones de dólares a finales de enero, Pekín posee las mayores reservas del mundo.
El régimen comunista no desvela su composición, pero según estimaciones del gabinete chino CICC, dos tercios de las mismas serían dólares (66,7%), cerca del 20%, euros, y en torno a un 10%, libras esterlinas.
¿Cuál es su importancia?
Durante
años, las reservas de divisas de China crecieron sin parar, reflejando
su colosal excedente comercial en un momento en el que el gigante
asiático ejercía de "fábrica del mundo".
Estos depósitos,
que alcanzaron un máximo de 4 billones de dólares en 2014, están
compuestos en su mayor parte por bonos del Tesoro estadounidense: China
fue durante mucho tiempo el primer poseedor de deuda de este país, antes
de ser destronado recientemente por Japón.
E incluso si
en los últimos seis meses ha perdido 130.000 millones de dólares de
títulos americanos, aún posee 1,12 billones de dólares de su deuda,
hecho que se presenta regularmente como un arma del régimen comunista
contra Washington.
¿Por qué esta caída en las reservas?
Las
reservas chinas se han reducido en un billón de dólares desde 2014. El
ahogo de la economía china (que se encuentra en su nivel de crecimiento
más bajo de los últimos 26 años) y el desmoronamiento del yuan desde
verano de 2015 han empujado a los inversores y empresas a sacar su
dinero del país, llevándolo a lugares considerados más seguros y
rentables.
Esas gigantescas fugas de capital (estimadas
en un billón de dólares en 2015 y en 700.000 millones en 2016)
precipitaron el derrumbe del yuan, que el año pasado cayó un 7% frente
al dólar.
El banco central chino empleó una parte
importante de sus ahorros para comprar yuanes con el fin de estabilizar
la cotización de la moneda, y el éxito ha sido relativo: la divisa se
encuentra en su nivel más bajo frente al dólar desde hace ocho años .
Tres billones de dólares, ¿es grave?
Según
las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, China necesita
conservar al menos 2,6 billones de dólares en sus reservas para
garantizar su capacidad de pago: un mínimo al que podría llegar si este
año pierde tanto como en 2016.
Pero caer por debajo del
nivel de 3.000 millones de dólares es importante a nivel psicológico:
"El repliegue por debajo de ese umbral podría sugerir que las reservas
seguirán hundiéndose", observa Zhao Yang, de la banque Nomura.
Frente
a la hemorragia de capitales, el gobierno seguirá acudiendo a sus
reservas, que "podrían reducirse en 450.000 millones de dólares en
2017", según Louis Kuijs, de Oxford Economics.
Según este
analista, Pekín podría dar prioridad a otros métodos para estabilizar
el yuan, endureciendo aún más las restricciones sobre las transferencias
de capitales, las inversiones de las empresas en el extranjero y las
operaciones de conversión para los particulares.
¿Y ahora qué?
El
presidente estadounidense Donald Trump ha prometido un ambicioso plan
para la recuperación económica, lo que podría suponer una nueva subida
del dólar.
Esta eventual subida y la de las tasas de interés en Estados Unidos seguirían alentando la fuga de capitales en China.
Pekín
se enfrenta así a un dilema, considera Rajiv Biswas, de IHS Global
Insight, y tiene dos alternativas: seguir agotando sus reservas de
cambio hasta entrar en terreno peligroso o tolerar la caída continua del
yuan, arriesgándose a que esto desestabilice su economía y aumente los
temores de los ahorradores.
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