NUEVA YORK.- La Comisión de operaciones bursátiles (SEC) estadounidense, que en la
crisis de 2008 prometió castigar duramente la delincuencia financiera,
muestra un balance mediocre en ocasión de la partida de su presidenta,
Mary Jo White.
Cuando asumió en 2013, White, de 69 años, aseguró que quienes
cometieran las infracciones más graves debían admitir su culpabilidad
previamente a cualquier acuerdo "amistoso" con la agencia, encargada de
hacer cumplir la reglamentación financiera en Estados Unidos.
White anunció su renuncia en los días que siguieron a la elección de
Donald Trump y partirá en enero, cuando el presidente electo entre a la
Casa Blanca.
Si bien la SEC castigó bajo su dirección a algunos de los grandes
bancos por sus malversaciones, principalmente durante la crisis de los
créditos subprime (chatarra), la Comisión no logró cumplir la promesa de
su presidenta.
Alcanzar un acuerdo amistoso sin reconocimiento de culpabilidad fue
durante largo tiempo la norma en Estados Unidos. Aunque ello implica en
la mayoría de los casos el pago de sumas importantes, esa "no confesión"
permite escapar a demandas de inversores y accionistas afectados y a
juicios largos y costosos.
Según Mary Jo White, obtener una confesión es un medio de hacer
reconocer a las instituciones de Wall Street y a sus ejecutivos su
responsabilidad en la crisis financiera y la especulación que condujo a
ella. Pero la amenaza de que toda confesión desencadene juicios en
cascada, los ha disuadido de buscar un acuerdo con la SEC, optando por
un juicio cuyo resultado es siempre incierto.
El director de reglamentaciones de la SEC, Andrew Ceresney, quien
también abandonará su cargo a fin de año, subraya sin embargo que casi
80 personas admitieron su culpabilidad tras investigaciones de la
Comisión.
Pero Urska Velikonja, profesora de Derecho en la universidad de
Georgetown en Washington, señala que de las más de 2.000 personas y
empresas que alcanzaron un acuerdo con la SEC entre 2012 y 2015
solamente 17 finalizaron admitiendo su responsabilidad en fraudes.
En su mayoría se trató de casos relativamente menores "y son también
probablemente aquellos por los cuales no hubo el mayor número de
víctimas", subrayó.
"La manera más amable de caracterizar el objetivo de White sería
decir que es un ideal al cual uno querría llegar, pero lograrlo es muy
difícil".
La SEC recuerda sin embargo que en junio obtuvo de Merrill Lynch la
confesión de que el banco de inversiones había malgastado el dinero de
sus clientes para mejorar sus beneficios, pagando además una multa de
415 millones de dólares y que JPMorgan Chase también debió desembolsar
hace un año 267 millones por no haber notificado a sus clientes de
eventuales conflictos de interés.
Pero en casos de mucha repercusión, como el del inversor Steven
Cohen, acusado de uso ilegal de información confidencial, la SEC debió
firmar en enero un acuerdo amistoso sin admisión de culpabilidad.
Igualmente con el banco Morgan Stanley que pagó 275 millones en 2015
pero no admitió que había burlado a los inversores en lo que concierne a
los títulos adosados a créditos hipotecarios, los célebres MBS que
jugaron un papel muy importante en la gestación de la crisis de 2008.
"Es difícil cambiar el orden establecido en Washington y el 'club de
los habitués' y la SEC conservaron sus prácticas", estimó John Coffee,
Director del departamento jurídico de la universidad de Columbia sobre
temas de gobernanza.
La partida de Mary Jo White y de varios de sus principales
colaboradores abre un período de incertidumbre para la SEC, donde Trump
deberá nombrar nuevos dirigentes.
Aunque las primeras señales permiten pensar que la nueva
administración Trump se prepara para desmantelar gran parte de la
reglamentación financiera aprobada durante el mandato de Obama, la
política iniciada por White sobre el reconocimiento de culpa podría ser
lo suficientemente popular para ser mantenida, indicó Velikonja.
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