BUENOS AIRES.- Como
 organizadora del G20, Argentina se encuentra ante el reto de intentar 
ser árbitro y "amigable componedor" entre las grandes potencias que 
reúne el grupo, en un momento delicado para la escena internacional, 
según reconoció el jefe negociador del país austral, Pedro 
Villagra.
Con
 la palabra "consenso" siempre presente y una extensa carrera 
diplomática, Villagra es un "sherpa", responsable de acercar posturas 
entre bastidores, una tarea en la que tendrá su primera gran prueba la 
próxima semana, en la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de
 bancos centrales de los países del G20 en Buenos Aires.
El
 exvicecanciller ve como una ventaja el menor peso de Argentina en 
comparación con algunos de los gigantes que acudirán a la cita: "No 
somos un actor central, lo que te permite jugar el papel de árbitro, de 
amigable componedor entre todos", aseguró.
"Sería
 mucho más difícil si en estos momentos le tocase a Estados Unidos, 
China o algún país de la Unión Europea", incidió en la misma idea, al 
argumentar que estas naciones no pueden ser juez y parte.
Recién
 llegado a Buenos Aires tras contactos internacionales que le han 
llevado en los últimos tiempos a reunirse con países latinoamericanos, 
africanos, India, Arabia Saudí o Indonesia para "saber cómo ven las 
cosas", el diplomático afirmó que Argentina intentará llevar una "visión
 del sur" al G20.
El
 "sherpa" detalló que la función más importante del país que ostenta la 
presidencia del foro, más allá de la organización de los encuentros, 
radica en el establecimiento de la agenda de temas a tratar, un asunto 
que las autoridades argentinas quieren moldear para limar asperezas.
Tras
 la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio 
(OMC) de finales del año pasado, que finalizó sin ningún acuerdo, 
Villagra explicó que entre las prioridades no estarán ni el comercio ni 
otros temas espinosos, "porque si vas de entrada al choque obviamente 
vas a tener la reacción de EEUU como pasó en Hamburgo (la última cumbre 
del G20) con el cambio climático".
El
 funcionario, máximo representante en las negociaciones de un Gobierno 
centrado en vender su idea de recuperación del prestigio internacional, 
no quiere reeditar el fracaso de la cita de 2017, y defendió que 
"precisamente si estás en un momento de crisis, es cuando está bien que 
los países grandes tengan este foro informal" y los líderes se pregunten
 "qué está pasando" y "por dónde pueden ir".
Para
 Villagra, organizar el G20 "se ha vuelto más desafiante todavía por los
 cambios que se han producido en el panorama internacional", los cuales 
resumió en que "a finales de 2015 se veía venir todo como un gran 
acuerdo general, que había entre China y EEUU, y de golpe todo eso 
cambia" con la elección como presidente de Donald Trump.
En
 ese contexto, la delegación argentina centra sus expectativas en lograr
 el entendimiento en algunos temas concretos, entre los que impulsa tres
 prioridades: el futuro del empleo, junto con la educación y la 
digitalización; el desarrollo de infraestructuras mediante la inclusión 
de su financiación como un activo financiero más que cotice en el 
mercado y la seguridad alimentaria.
Y
 en este objetivo son de importancia clave los jefes negociadores, un 
trabajo que "implica una gran cantidad de conversaciones con los demás 
'sherpas', tratando de ver dónde hay posibilidades de acercamiento y 
dónde están los temas duros, y cómo se pueden enfrentar o dejarlos para 
otras circunstancias", relató Villagra.
"El
 consenso es lo que vamos a tratar de lograr, buscar los acuerdos que 
hagan falta; si no lo llegamos a conseguir, que es perfectamente 
posible, no va a ser porque no tratemos", declaró el diplomático 
argentino.
El
 encuentro entre los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos 
centrales tendrá lugar del próximo lunes 19 al martes 20, y servirá como
 antesala de la cumbre de jefes de Estado del 30 de noviembre y 1 de 
diciembre.

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