LA HABANA.- Los cubanos debutan como pequeños empresarios, arrastrando décadas de prohibiciones. Múltiples y variadas son las dudas o consultas en oficinas de licencia para abrir negocios "por cuenta propia", autorizados por Raúl Castro en la reforma económica que refrendará en abril el VI Congreso del Partido Comunista (PCC), el primero en 14 años.
"Hay  desconcierto, mucha gente con deseo de hacer y mucho desconocimiento de  las nuevas leyes, porque antes había grandes restricciones: yo  trabajaba solo pues no podía tener ayudantes", dice entre hierbas,  pilones y calderos Lázaro Méndez, un zootécnico que ha dedicado 26 de  sus 45 años a vender artículos de santería.
Bajo la puerta de su  local, estratégicamente ubicado en el popular barrio de Cuatro Caminos,  uno de sus diez empleados ofrece con megáfono: "Velas a 3,50, collares a  10. ¡Compare precios pa'que vea!".
Al lado, en un puesto cinco  veces más pequeño, Miriam Velásquez, de 40 años, se queja: "Yo no  entiendo esto, él puede usar megáfono, pero a a mí el jefe de sector  (policía) no me permite poner música religiosa para ambientar mi  negocio, me retiran la licencia que acabo de sacar para buscarme la  vida".
¿Qué está permitido o qué no?. La confusión es tal que  Radio Rebelde abrió el micrófono al público durante varios días, con  expertos del ministerio de Trabajo en la cabina.
Hilda llama desde  Camagüey para que le "orienten" qué puede o no vender en su merendero;  Maribel, de Granma, pregunta si para elaborar dulces debe llevar  autorización de la escuela donde es maestra; y Adrián, de Holguín, si  puede salir a ratos del taller y dejar a su ayudante vendiendo el  calzado.
Pese a incertidumbres, dudas y riesgos en la naciente  aventura empresarial, unos 85.000 cubanos pidieron un permiso de trabajo  privado desde que Raúl Castro los autorizó en octubre en 178 oficios,  como opción para 500.000 empleados que son despedidos en un plan de  reducción de la abultada burocracia cubana.
En las oficinas de  licencias, funcionarios aún piden requisitos y papeles -no pocos, por  cierto- que antes exigían para los contados negocios de 'cuenta propia'.  "Dos fotos y carné de identidad. ¡Nada más!", se cansan ahora de  repetir las autoridades.
José acaba de abrir su propio paladar  (pequeño restaurante) en el barrio residencial de Miramar, en el oeste  de La Habana. Como ha sido la práctica en los que ya existían, él recita  a los clientes el menú, pues en la carta no figura ni la mitad de lo  que ofrece, mucho menos la carne de res, aunque ahora no está prohibida.
Los pequeños negocios fueron abolidos en 1968 por Fidel Castro  en la llamada "ofensiva revolucionaria" y autorizados en 1993 para  paliar la crisis en que cayó Cuba por la caída del bloque soviético.
Reservas  como la de José no son gratuitas. Además de que la apertura de los años  90 dio marcha atrás en un proceso de recentralización en 2004, muchos  'cuentapropistas' cerraron por exceso de controles y por ser  estigmatizados como nuevos ricos y potenciales capitalistas.
Todo  un cambio de mentalidad, dice el propio Raúl Castro. "Debemos defender  los intereses de los trabajadores por cuenta propia, igual que hacemos  con cualquier otro ciudadano (...) Hay que transformar conceptos  erróneos e insostenibles acerca del socialismo", afirmó en un discurso  en diciembre.
Advirtió el presidente, no obstante, que "no se  permitirá la concentración de riqueza" -entre más empleados tenga un  'cuentapropista', más impuestos se pagan-.
Bajo el dintel de la  puerta de su local, donde exhibe imágenes de los 'orishas', Lázaro  piensa en grande. No conforme con el megáfono, se dispone a colgar algo  hasta ahora prohibido en Cuba, un letrero de publicidad: 'Yerbero de 4 Caminos. Artículos religiosos'.

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