sábado, 4 de octubre de 2025

Flotilla y pulseras / JC Martín Torrijos *

 

De la flotilla de la “libertad” a las pulseras antimaltrato… el mismo despropósito


Aunque parezcan temas que apenas tienen relación, la demagogia sería el único evidente, la verdad, la cruda realidad es otra, tienen un nexo común, como se cita al final.

A día de hoy, el esperpento de la “flotilla de Gaza” (le llaman la “flotilla de la libertad”) acapara los medios, pero mañana, pasado mañana, pronto en cualquier caso, “desayunaremos” con otro esperpento que tapará éste.

En el fondo estamos ante una estudiada estrategia de la inmediatez y de la oportunidad, en la que hay que reconocer que el señor Sánchez (lo de señor es solo por el género masculino) y sus más de 400 asesores, son auténticos maestros de la propaganda.

En un primer análisis, el envío de un barco de guerra español a “acompañar” la mencionada flotilla fue una decisión unilateral y particular de Sánchez, que ha

decidido hacer de su apoyo a la causa palestina cuestión de pura estrategia política en SU propio beneficio y no hay documento alguno que haga referencia a una decisión del Consejo de ministros.

Lo hizo, por tanto, de forma irregular y sin consultar con el verdadero poder soberano para decidirlo: el Congreso de los Diputados, como se deduce del artículo 17 de la Ley Orgánica 5/2005, de la Defensa Nacional, que establece que la participación de las Fuerzas Armadas en misiones fuera del territorio nacional (no en el extranjero, basta con que tengan que salir del espacio de soberanía nacional) requiere la autorización previa del Congreso de los Diputados. Es cierto que, excepcionalmente, en situaciones de urgencia o interés nacional que no permitan esperar dicha autorización, el Gobierno puede ordenar la intervención, pero deberá informar inmediatamente al Congreso, que luego puede ratificar o revocar la autorización (lo que en este caso tampoco parece que esté previsto).

Pero, ¿de qué situación de urgencia (descartado el interés nacional, que es obvio que no existe) estamos hablando? No se puede argumentar que sea urgente enviar un buque de guerra a proteger a un grupo de particulares que hace más de un mes que se sabe que quieren ir a dar la murga a Israel, de forma voluntaria, pues está en todos los medios de comunicación prácticamente del mundo entero.

Eso sin contar con que la “comandante” de la parte española de la misión, Ada Colau, es una separatista catalana que odia a España y que expulsó, siendo alcaldesa de Barcelona, a nuestras Fuerzas Armadas del Salón de la Enseñanza de la ciudad condal en el año 2019.

Al final, estamos ante otra decisión, presumiblemente ilegal (al menos el debate está en las redes sociales, porque es para analizar a nuestros políticos, que no levantan la voz, ni en la oposición siquiera y a los medios de comunicación de masas que también guardan silencio).

Esta decisión es otra cortina de humo más para tapar los problemas internos, en lo que parece una estrategia cortoplacista para desviar la atención o sólo meter la cabeza en un agujero para no ver los problemas como hacen los avestruces cuando se sienten amenazadas, aunque algunos analistas ven en ello una estrategia electoralista de cara a unas más o menos próximas elecciones generales y algunas autonómicas.

Una muestra de que el envío de este buque de guerra (el Buque de Acción Marítima -BAM- “Furor”) a “proteger” a dicha flotilla es más un postureo o una mera estrategia política, es que se ha conocido que las Reglas de enfrentamiento (ROE en la terminología de la OTAN) que se le han dado al mismo solo le permiten responder en caso de autodefensa y no en caso de que se ametralle, por ejemplo, a dicha flotilla. Por

si no estuviera claro, con la detención, por Israel de los componentes de la misma, ya ha quedado claro que era solo “postureo”.

Otro debate de ese asunto que parece estar ausente es que el envío, además de poner en riesgo innecesario a su dotación, cuesta muchos euros, que salen del bolsillo de todos los españoles.

En definitiva, estamos ante un paripé más de este gobierno para tapar sus miserias. Un movimiento más de una estrategia más amplia que surgió con el éxito mediático y de movilización de simpatizantes de la izquierda que tuvo el boicot a Israel, iniciado en la Vuelta ciclista a España.

A estas alturas, creo que a nadie sensato se le escapa que a Sánchez y a su gobierno el problema de Gaza y de Palestina en general, le importa poco. Lo que pretenden es movilizar a un posible electorado que se les escurre entre los dedos y, de paso, derivar la atención de sus múltiples problemas internos, de los que el procesamiento de su hermano (lusitano oculto la Moncloa) y el inminente de su cónyuge (que no “presidenta”, que nos intenta deslizar el servil Francisco Javier López Álvarez, más conocido como Patxi López) son menores, si se comparan con la presunta corrupción sistemática de sus más allegados en lo político y tal vez del propio PSOE; lo que le avocaría a un más que probable suplicatorio, que puede llevarlo a él al banquillo.

En definitiva, una cortina más de humo, una noticia más que mueva al escándalo, para tapar otros temas.

Volvamos a ahora Gaza y a la postura del gobierno español.

Lo que está sucediendo allí es obviamente muy lamentable y la situación de sus habitantes, aunque no hay que echarle la culpa a Israel, muy triste, me explico: Gaza está controlada políticamente desde 2007 por una organización terrorista, Hamas, que ganó las elecciones legislativas palestinas en 2006 y, a raíz de esa victoria, comenzaron tensiones crecientes con Fatah (el partido del presidente palestino Mahmoud Abbas), de tal forma que en junio de 2007, tras enfrentamientos violentos entre ambos grupos, Hamas tomó el control completo de Gaza, expulsando a las fuerzas leales a Fatah, de forma que desde entonces Hamas gobierna de facto Gaza, mientras que la Autoridad Nacional Palestina (controlada por Fatah) gobierna partes de Cisjordania. Desde 2006 no hay elecciones en Palestina.

Decir que lo que está sucediendo en esa franja terreno es un genocidio contra el pueblo Palestina es, en mi opinión, cuando menos un atrevimiento, cuando no, una gran mentira o un burdo intento de manipulación en nombre de no sé muy bien que intereses más allá de los que ya se han señalado.

Si de verdad se tratase de un genocidio contra los palestinos, habría que ver si se dan a circunstancias que en el sentido mayoritario se tienen de dicho concepto.

Una acepción muy sintética, pero aproximada es la del Diccionario de la Real Academia Española: "exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, religión, política o nacionalidad”, que se asemeja a la dada por la ONU: “delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

Si se acogen a la definición de la ONU, como pretenden hacer las fuentes de Moncloa por aquello de hacer su postura más incontestable, tiene que haber un delito y, aplicando uno de los más elementales principios legales españoles, a nadie se le puede acusar de haber cometido un delito sin que exista una condena judicial; y esa, no se ha producido a día de hoy.

Luego solo podría decirse que Israel está, presuntamente causando un genocidio. Pero tampoco es el caso, ya que no hay un grupo humano de las características de la

definición al que vaya dirigido el presunto genocidio; pues lo que nos intentan “colar” es que el objetivo de Israel es destruir al pueblo palestino. Pero que es el pueblo palestino es mucho más y no todo, que la población de Gaza.

El pueblo palestino se asemeja más al pueblo judío que a una etnia nacional y está conformado por los habitantes originarios de la región de Palestina, con raíces históricas, culturales, lingüísticas y religiosas en esa tierra. Se trata de un grupo étnico árabe que comparte una identidad común, pero no tanto como algunos se piensan.

Hay palestinos, obviamente, en los actuales territorios palestinos actuales: en Cisjordania: Incluyendo Jerusalén Este, ocupada por Israel desde 1967 y en la Franja de Gaza. Son alrededor de 5 millones de personas, según recientes estimaciones. Además, hay Palestinos ciudadanos de Israel, aproximadamente 2 millones de personas descendientes de los palestinos que no fueron expulsados o no huyeron durante la guerra de 1948 y que representan alrededor del 20% de la población del país, de los que no todos se identifican como palestinos.

También hay Palestinos en la diáspora: son los refugiados y sus descendientes que fueron desplazados durante las guerras de 1948 y 1967 y viven principalmente en Jordania (el país con más refugiados palestinos, más de 2 millones), Líbano, Siria y otros países del del mundo, especialmente de Oriente Medio. Se estima que, en total, hay más de 7 millones de palestinos en la diáspora, muchos aún registrados como refugiados por la ONU.

En lo que a la religión se refiere, aunque la mayoría de los palestinos son musulmanes suníes, también hay cristianos (una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo) y pequeñas minorías drusas y samaritanas.

En resumen: el pueblo palestino está compuesto por los que viven en Palestina histórica (Cisjordania, Gaza e Israel), los refugiados y exiliados en la diáspora y personas con identidad cultural, nacional y política palestina.

Sería entonces lógico pensar que si Israel quisiera acabar con el pueblo palestino habría empezado por sus propios ciudadanos y continuado con los que viven en Cisjordana, etc... Nada de lo que pretenden hacernos creer es, por tanto, real.

En realidad, lo que sucede en Gaza es que hay un conflicto, más bien una guerra, que entra de lleno en la categoría de la Guerra híbrida y asimétrica.

Hoy en día que tanto proliferan los estudios sobre este tipo de conflictos llama la atención que apenas haya quien lo haya escrito.

Para contextualizar mejor qué se entiende por guerra híbrida o asimétrica, tal vez sea conveniente hacer una breve referencia a lo que la literatura viene considerando sobre estos conceptos.

Por guerra híbrida se entiende un tipo de conflicto que combina múltiples formas de guerra tradicionales y no tradicionales para alcanzar objetivos políticos o militares, de forma encubierta o directa. Se caracteriza por el uso simultáneo de tropas convencionales (ejércitos), milicias, grupos insurgentes o terroristas, combinado con “guerra cibernética”: (hackeos, ataques a infraestructuras digitales, robo de datos, desinformación en redes sociales), desinformación y propaganda (manipulación mediática, uso de redes sociales y medios para influir en la opinión pública o desestabilizar gobiernos), operaciones encubiertas (acciones realizadas por agentes sin uniforme, mercenarios, o mediante sabotaje, para evitar atribución directa), presión económica (sanciones, bloqueos financieros, manipulación de mercados o suministros estratégicos) y desestabilización política y social (apoyo a movimientos internos, uso de crisis sociales o étnicas como armas para debilitar al adversario), entre otros que se puedan utilizar en un escenario de guerra o conflicto.

En el caso del conflicto entre Israel y Hamas, lo más destacado es el uso de túneles, propaganda, ciberataques, guerra convencional y guerrilla urbana.

Por otro lado, un conflicto asimétrico es un tipo de guerra o enfrentamiento en el que las partes involucradas tienen un poder militar, tecnológico o económico muy desigual. La parte más débil adopta estrategias no convencionales para compensar esa inferioridad frente a un oponente más poderoso, como guerrilla, terrorismo, sabotaje, guerra urbana, escudos humanos, etc. En este tipo de enfrentamientos, el más débil evita batallas abiertas y usa el entorno (ciudades, túneles, civiles) a su favor y suele depender del apoyo popular o camuflaje entre civiles.

Lo que está librando Israel es una guerra contra un grupo terrorista (en lo que se refiere a la franja de Gaza, porque en este caso la guerra emprendida por Israel se extiende a Hezbolá, en Siria a los rebeldes hutíes de Yemen y al sponsor de todos ellos, Irán) cuyo objetivo último es establecer un territorio palestino que implique la destrucción o desaparición de Israel.

De hecho, en la Carta Fundacional de Hamas (1988) se afirma: "Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo elimine, así como ha eliminado a otros antes. (…) El territorio de Palestina es un waqf (propiedad religiosa) islámica, que no puede ser abandonado por los musulmanes."

Este documento establece claramente que Hamas no reconoce la legitimidad de Israel y considera toda Palestina, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, como territorio sagrado y no negociable.

En el momento de escribir estas líneas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha lanzado una propuesta de paz, que se resume en la búsqueda de un alto el fuego, la liberación de rehenes, el desarme de Hamas y la reconstrucción de la Franja bajo supervisión internacional.

Aunque el plan promete beneficios humanitarios y estabilidad, ha sido criticado por favorecer a Israel, excluir a Hamas del proceso político y no ofrecer una solución clara para la autodeterminación palestina. Su implementación es incierta y depende de la aceptación de ambas partes, algo poco probable hasta ahora, especialmente si se tienen en cuenta las declaraciones y discursos tradicionales de los líderes de Hamas, por ejemplo, en 2017, un portavoz de la organización dijo: "Podemos aceptar una solución basada en las fronteras de 1967 como una etapa, no como un reconocimiento permanente."

En declaraciones recientes Hamas ha mostrado voluntad de aceptar cese al fuego o acuerdos temporales para aliviar la situación humanitaria, pero mantiene la postura de que la lucha por la liberación total continúa. Su postura se diferencia de la Autoridad Palestina y la OLP, que han reconocido el Estado de Israel y apoyan una solución de dos Estados con las fronteras previas a 1967 como base para negociaciones. Esta postura ha sido un gran obstáculo para procesos de paz duraderos y ha generado tensiones internas con otros actores palestinos y, probablemente, lo seguirá siendo en esta ocasión.

Es decir, Israel está librando una guerra en Gaza por su supervivencia como Estado, cuyo detonante último o más cercano han sido los ataques, salvajes donde los haya, del 7 de octubre de 2023.No hace falta detallar lo allí ocurrido, pero el gobierno Israel parece decidido a acabar con Hamas como principal autor de la masacre, responsable de la situación en Gaza y retenedor de los rehenes (aspecto éste muy poco aireado en España, pero sobre el que ya hay posibilidad de encontrar informaciones que apuntan a una convivencia de

determinados elementos que, sin ser realmente de Hamas sino de la población civil, parecen estar colaborando en este execrable crimen, tal vez de lesa humanidad).

Una característica de este conflicto es la utilización por Hamas de túneles con varios propósitos militares, estratégicos y logísticos, tanto dentro de Gaza como hacia Israel y Egipto.

Los túneles transfronterizos se suelen utilizar para infiltrar combatientes, lanzar ataques sorpresa, o intentar secuestrar soldados o civiles en territorio israelí o para contrabando desde Egipto, para importar armas, explosivos, dinero, combustible, medicinas.

Pero los más utilizados son los que constituyen una red de defensa y movilidad dentro de Gaza, conocida como “el metro de Gaza" que permite mover combatientes, armas y suministros sin ser detectados por drones o aviones israelíes, ser empleado como sistema de comunicación, comando y control o protección de líderes y milicianos de ataques aéreos. Israel y otros actores acusan a Hamas de ocultar túneles y arsenales bajo zonas civiles, como escuelas, hospitales o viviendas, lo que complica los ataques militares sin causar víctimas civiles.

De la dimensión de esta red da una idea que la Franja de Gaza tiene una superficie de aproximadamente 365 km², un territorio que es algo menos de la mitad del tamaño de la ciudad de Nueva York (área urbana de 830 km²), que tiene una red de entre 560 y 725 kilómetros de túneles (según algunas estimaciones), mientras que la red de túneles del metro de Nueva York, que es una de las más grandes del mundo, tiene una red subterránea de aproximadamente 394 km. (de un total de 1.062 km. de vías, de los que 668 km. son vías que se encuentra sobre el suelo, en viaductos elevados o a nivel de calle).

Otro dato relevante es que, en este contexto de guerra, Israel sigue unos protocolos de advertencia a la población: llamadas directas a teléfonos móviles de hogares o personas en zonas objetivo para avisar que deben evacuar, que a veces, son masivas y automatizadas, mensajes SMS que indican que una zona será atacada y que los civiles deben abandonar el área, avisos por altavoces, normalmente en áreas urbanas o cercanas a la frontera, lanzamiento aéreo de panfletos comunicando las zonas que van a ser atacadas, lanzamiento de “bombas de advertencia” o “bombas de aviso” antes del ataque principal (explosivos pequeños o bombas no letales) para alertar a la población de que se avecina un bombardeo más fuerte o difusión por redes sociales y medios internacionales para informar a la población.

En resumen, lo que está sucediendo en Gaza es absolutamente deleznable y lo que sería deseable es que cesase cuanto antes; pero desde un punto de vista de la realidad más imparcial y huyendo de los maniqueísmos a los que nos tienen acostumbrados nuestros políticos, se trata de una guerra más de las que han asolado la humanidad y, por desgracia, no se está más que repitiendo la historia.

La población civil es víctima del conflicto y se encuentra en medio de una tenaza cuyas pinzas son, por un lado Israel y por otro Hamas (que impide a la población civil, incluso asesinando a los posibles desobedientes, abandonar los sitios que Israel anuncia que van a ser bombardeados, convirtiéndolos en escudos humanos).

No es un caso único. De hecho, el siglo XX nos ha dejado y el XXI nos está dejando innumerables ejemplos de sufrimiento de civiles, como durante la Segunda Guerra Mundial en Hamburgo, Varsovia Londres, Dresde, Hiroshima o Nagasaki; en la guerra de Vietnam, o con las masacres de cristianos y musulmanes en los Balcanes o las masacres de cristianos en Nigeria y Siria.

Con lo que aquí se ha expuesto no se pretende más que intentar demostrar que lo que sucede es, por desgracia, un caso más de enfrentamiento bélico y de sufrimiento de civiles atrapados en una guerra, en la que no hay ni buenos ni malos; no como se nos quiere hacer creer por intereses puramente egoístas, partidistas y, en definitiva, espurios. Se trata de un conflicto en el que tomar parte por uno u otro bando, sin ofrecer una solución, es en este una escapada hacia adelante del actual gobierno de España, que se encuentra acorralado por la corrupción y por su completa ineptitud.

Para finalizar y poniendo énfasis en esto último, voy a relacionar parcialmente el apoyo a la causa palestina con el ministerio de igualdad que, junto a los colectivos feministas españoles más furibundos, está apoyando a una población de mayoría musulmana en la que la mujer no solo no tiene prácticamente relevancia social, si no que está absolutamente sometida a la voluntad de los hombres de su familia: marido, padre, hermanos etc. y en muchas ocasiones obligada a llevar determinada vestimenta, sin derechos civiles reales.

Pero no es solo en Gaza. Lo mismo está sucediendo con las mujeres musulmanas que están llegando en oleadas a nuestro país o las que ya han nacido aquí, nuevas generaciones de mujeres que ya son españolas. Ni una palabra, ni una acción por parte del inútil ministerio de igualdad para intentar resolver el problema, al menos en España. No solo eso, si no que se gastan el dinero de todos los españoles en inútiles campañas como la de “por huevos” o ponen en riesgo a las mujeres víctimas de maltratos, con unas pulseras de baratillo, que no sirven para advertirlas de la proximidad de su maltratador y que impiden, en muchos casos, que los jueces puedan usar en los juicios los datos de acercamiento de los maltratadores a quienes no deben…


Menos demagogia pro Palestina y más apoyo a la mujer musulmana sometida y a la maltratada.

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1 Artículo II de la Convención de la ONU.

2 Los datos actuales precisos pueden variar mucho por la guerra

3 Un crimen de lesa humanidad es una categoría de delitos muy graves que se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, y que violan normas internacionales básicas de derechos humanos   

 

(*) Coronel (R) del Ejército del Aire español y Licenciado en Derecho 

1 comentario:

  1. Es un análisis de alguien con grandes conocimientos históricos jurídicos de estrategia militar
    Un articulista sin pelos en la lengua y huyendo de la cobardía de lo políticamente correcto.enhorabuena

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