DALLAS.- El futuro de las
aerolíneas estadounidenses es incierto: están enfrascadas en
negociaciones difíciles con el gobierno federal, determinado a ingresar
en su capital a cambio de ayuda financiera para enfrentar las
millonarias pérdidas causadas por el coronavirus, pero el mecanismo aún
no se concreta.
Una pulseada se disputa tras bastidores entre los
ejecutivos del sector aéreo y el Tesoro estadounidense, a cargo de
repartir los 2,2 billones de dólares del plan de ayuda económica para
todo el país promulgado a fines de marzo por Donald Trump, según fuentes
industriales.
El plan prevé una ayuda de 50.000 millones de dólares para
las aerolìneas. La mitad del monto estaría destinado a preservar
empleos hasta el 30 de setiembre.
El gobierno no quiere dar un
cheque en blanco. Una de las contrapartidas en discusión es una
participación del gobierno en el capital de las aerolíneas, cuya
amplitud determinará si se trata de una nacionalización o no.
Esta
hipótesis es considerada una línea roja por los ejecutivos, según las
fuentes. Temen que un Estado accionista repela a los mercados
financieros.
El titular del Tesoro, Steven Mnuchin, aseguró este
martes que la Casa Blanca trabaja en un acuerdo y avanza "muy rápido"
para determinar las contrapartidas.
"Nos reuniremos con todos los
consejeros de las compañías aéreas esta semana. Trabajamos y avanzamos
muy rápido sobre este tema", declaró Mnuchin a la cadena Fox Business,
sin mayores precisiones.
American Airlines, United Airlines, Delta
Air Lines y Southwest, las cuatro grandes aerolíneas de Estados Unidos,
dudan, según las mismas fuentes, sobre aceptar la ayuda pública, a
pesar del brutal deterioro de sus ingresos.
Luego de un trimestre
catastrófico, Delta, por ejemplo, prevé una caída de 90% de su
facturación en el segundo trimestre del año. American en tanto, suprimió
90% de sus vuelos desde y hacia Nueva York, un mercado importante.
Aunque
American presentó oficialmente su pedido de ayuda el viernes pasado, la
empresa contrató los servicios del banquero James Millstein para
aconsejarle en las negociaciones con el Tesoro, según una fuente
interna.
Millstein es un veterano
de las reestructuraciones de deudas. Fue uno de los artífices del plan
de salvataje de bancos e instituciones financieras dispuesto por el
gobierno de Barack Obama entre 2009 y 2011.
Southwest, por su parte, presentó su pedido de ayuda a último momento, indicó a la AFP un vocero de la firma.
"Nuestro objetivo es evaluar todas las fuentes de liquidez
que ayudarán a proteger empleos y reforzar la salud de nuestra
empresa", sostuvo.
El Tesoro pidió a las compañías que le indiquen
cómo resarcirán al gobierno federal, y mandató a los banqueros de PJT
Partners para discutir los términos de posibles acuerdos.
Delta,
American, United y Southwest están por el momento en posición de
debilidad en estas tratativas: su supervivencia está amenazada y en los
últimos cinco años destinaron 39.000 millones de dólares para beneficiar
a sus accionistas mediante programas de recompra de acciones, según
S&P Dow Jones Indices, en lugar de blindarse ante una eventual
crisis.
Esto podría llevar al Tesoro a hacer duras exigencias, lo
cual podría determinar que las empresas prefieran declararse en
bancarrota, una figura que en Estados Unidos equivale al concordato que
permite buscar acuerdos con acreedores.
Este esquema que permite a
una empresa reestructurarse y seguir con vida, puede significar reducir
gastos por la vía de recortes de puestos de trabajo.
"Digan al
secretario Mnuchin que no puede jugar con la vida de las personas así",
fustigó Delta AFA, sindicato de Delta, que lanzó un pedido al Tesoro
para que flexibilice su posición.
"La intención del Congreso al
adoptar la ley (que creó un paquete masivo de ayuda económico) es dar un
apoyo directo a las compañías aéreas (...) al reconocer que la quiebra
no era de interés para las empresas ni sus empleados", escribieron en
una carta enviada el domingo a Mnuchin cuatro representantes demócratas
de alto rango, entre ellos Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de
Representantes.
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