BUDAPEST.- Oposición,
 sindicatos y organizaciones estudiantiles dieron hoy un ultimátum al 
primer ministro húngaro, el conservador nacionalista Viktor Orbán, sobre
 la reforma laboral: o deroga la conocida como "ley de esclavitud" o 
afrontará una oleada de movilizaciones y huelgas.
La
 advertencia se produjo durante una protesta multitudinaria en Budapest a
 la que acudieron, pese a las bajas temperaturas, unas 10.000 personas, 
según medios húngaros, y que es la primera movilización de 2019, año que
 la oposición ha calificado como "de la resistencia".
La
 protesta contra la polémica normativa, que eleva las horas extras y que
 fue aprobada a mediados de diciembre en el Parlamento por la mayoría 
absoluta del Fidesz, la formación de Orbán, ha aglutinado a toda la 
oposición, sindicatos y organizaciones civiles en un frente único.
"Basta
 de hacer trabajar a la gente hasta la muerte", exclamó el presidente de
 la Confederación Sindical de Hungría, László Kordás, que leyó las 
exigencias de los sindicatos y adelantó que, si estas no se cumplen, el 
19 enero organizarán una protesta en todo el país.
El
 ultimátum exige una nueva norma laboral y la abolición de la "ley de 
esclavitud", el aumento de los salarios, la regulación del derecho a la 
huelga y una reforma del sistema de pensiones.
Algunos
 oradores abogaron hoy por "paralizar el país" y subrayaron que 2019 
será "el año de la resistencia", mientras que otros demandaron ejercer 
presión para que esta norma "le duela a Orbán".
"No
 seremos esclavos" y "Nos defenderemos frente al Gobierno", fueron 
algunos de los lemas que los miles de manifestantes gritaron durante la 
protesta.
La
 polémica normativa eleva de 250 a 400 el número de horas extra anuales,
 lo que supone para algunos empleados trabajar seis días a la semana, y,
 además, permite a las empresas aplazar el pago de ese tiempo extra 
hasta en 36 meses.
Aunque
 según la ley las horas extras son voluntarias, los sindicatos y otros 
críticos señalan que quienes se nieguen a aceptar trabajar quedarán 
"marcados" y correrán el riesgo de despido.
El
 Gobierno asegura que la ley solo hace posible que quien quiera trabajar
 más lo pueda hacer y que, por ello, beneficia a los empleados.
El
 magnate George Soros "quiere reforzar las fuerzas partidarias de la 
inmigración, por lo que moviliza a los partidos y organizaciones que le 
apoyan, para atacar a los gobiernos que se oponen a la inmigración", se 
defendió hoy Balázs Hidvéghi, director de comunicaciones del Fidesz.
El
 Ejecutivo húngaro ha emprendido, al igual que numerosas formaciones 
ultras europeas, una campaña contra Soros, quien a través de la 
fundación Open Society apoya programas a favor de los derechos humanos y
 la democracia.
Las
 acusaciones del gabinete de Orbán de que Soros está detrás de estas 
protestas no cuentan con ninguna prueba que las respalde.
Hungría
 sufre una aguda falta de mano de obra, con un desempleo del 3,6 por 
ciento, y en los últimos años se aceleró la emigración de jóvenes 
cualificados a países con mejores salarios.
Pese
 a la falta acuciante de trabajadores en algunos sectores, el Gobierno 
aplica algunas de las políticas más restrictivas frente a la inmigración
 de la Unión Europea (UE).
Las
 protestas no parecen haber desgastado la popularidad del gabinete, ya 
que, según un reciente sondeo del Instituto Idea, el Fidesz en diciembre
 contaba con el apoyo del 34 % de los encuestados, frente al 37 % 
registrado en octubre.
A
 mucha distancia del Fidesz se encuentra una oposición muy fragmentada: 
la extrema derecha del Jobbik con el 8 por ciento de los respaldos, el 
Partido Socialista con el 7 %, la también izquierdista Coalición 
Democrática con el 6 % y el centrista Momentum con el 5 %.
Orbán,
 cuya formación está integrada en el Partido Popular Europeo, ha sido 
criticado por la UE por tratar de socavar la separación de poderes con 
una serie de iniciativas legales y en los últimos meses se adoptaron 
varias leyes que limitaban el trabajo de ONGs de ayuda a los refugiados.

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