BUENOS AIRES.- La prima de riesgo argentina, en 
permanente ascenso desde hace meses, se encuentra en máximos desde 
finales de 2014, en el arranque de un año marcado por unas elecciones 
que ya centran la atención de los inversores, junto a las dificultades 
que afrontará el Gobierno que salga elegido.
 La prima
 de riesgo o riesgo país es un indicador elaborado por JP Morgan que 
mide el acceso a la financiación con la diferencia que han de pagar los 
bonos argentinos a 10 años, que ya rinden cerca del 10 %, frente a los 
de Estados Unidos, considerados una inversión segura y con un interés en
 torno al 2,5 %.
 El índice de riesgo país de Argentina comenzó 2018 en 
351 puntos básicos, una cifra que ha escalado a más del doble en el año 
pasado, y este viernes cerró en 732 puntos, tras alcanzar las 840 
unidades en la última semana de 2018.
 Los economistas
 consultados señalan como uno de los principales factores de 
este repunte el "riesgo político": pese a que aún no se ha postulado 
oficialmente, la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015) ya se sitúa
 en las encuestas a la par que el actual mandatario, Mauricio Macri, de 
cara a las elecciones de octubre.
 La posibilidad de 
una vuelta de Fernández de Kirchner es un escenario temido por el 
mercado, asegura Fausto Spotorno, de la consultora OJF, que recuerda que
 la expresidenta mantuvo un "default" (cese de pagos) con fondos de 
inversión internacionales durante sus dos mandatos, y no dudó en adoptar
 medidas como controles de capitales.
 El director de 
Analytica, Rodrigo Ávarez, va más allá al afirmar que entre los 
principales prestamistas internacionales existe la percepción de que, si
 gana Fernández, la probabilidad de un nuevo impago de deuda "es del 100
 %".
 Pero el eventual regreso de Fernández no es el 
único factor que hace dudar a los inversores, y es que las propias 
finanzas del país arrojan un panorama más que complicado.
 En menos de un año, la devaluación de más del 50 % sufrida por la 
moneda argentina, además de llevar a la economía a una recesión, ha 
supuesto una fuerte caída del PIB en dólares, pero la mayoría de la 
deuda, que además no ha dejado de crecer, está colocada en la divisa 
estadounidense.
 Con el mercado financiero 
prácticamente cerrado, el único modo de Argentina de poder seguir 
haciendo frente a los vencimientos de deuda son los desembolsos del 
Fondo Monetario Internacional (FMI), pero estos terminan a finales de 
este año, un momento crítico que coincidirá con la toma de posesión del 
nuevo Gobierno.
 De cara a 2019, cuando Argentina 
contará con el respaldo de los dólares del FMI, los expertos no aprecian
 riesgos excesivos, aunque el Ejecutivo se ha comprometido a un fuerte 
ajuste para eliminar el déficit fiscal primario que políticamente no 
será fácil de implementar, especialmente en un año electoral, y tendrá 
un efecto negativo en una economía que trata de recuperarse.
 Pero en 2020 y en adelante, los analistas cuestionan la solvencia de 
Argentina, que tendrá que hacer frente por sí misma a un volumen de 
deuda que Rodrigo Álvarez considera "inmanejable".
 
"El paraguas del FMI lo que hizo es posponer los problemas, generar un 
paraguas hasta el 2020, pero a partir de ese año las dudas existen", 
explica el director de Analytica.
 En ese contexto, 
los dos economistas entrevistados creen que, incluso si Macri vence en 
las elecciones, es probable que se vea obligado a hacer algún tipo de 
reestructuración de deuda, aunque por su posición política esta fuese 
alguna opción atenuada como un canje voluntario que dé algo de oxígeno a
 las cuentas argentinas.
 Álvarez también opina que el
 Gobierno que resulte electo tratará de extender, en mayor o menor 
medida, el acuerdo con el FMI, una negociación difícil por el tamaño del
 rescate ya aprobado, de 57.000 millones de dólares, y que en cualquier 
caso estaría sujeto a estrictas condiciones.
 Estos 
apuros económicos ponen de relieve, según Fausto Spotorno, un problema 
de fondo de Argentina, que "siempre está muy expuesta a los mercados 
financieros internacionales" porque su mercado local es muy pequeño, a 
causa de las sucesivas crisis y la elevada inflación.

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