BRUSELAS.- El acuerdo comercial 
entre la UE y Mercosur, cerrado este viernes tras más de veinte años de 
negociaciones y anunciado en plena cumbre del G20, llega a 
contracorriente de la ola proteccionista fomentada por Donald Trump 
desde hace dos años.
"El mensaje que se está dando es que en un 
momento de turbulencias a nivel multilateral, en un momento de tensiones
 geopolíticas, hay gente que apuesta por más cooperación y más apertura 
comercial", dijo Arancha González, directora del Centro de 
Comercio Internacional (CCI), una agencia conjunta de la Organización 
Mundial del Comercio (OMC) y de la ONU, con sede en Ginebra. 
En un momento de declive de los intercambios comerciales, 
"se trata de una señal fuerte, anunciar un acuerdo como este durante una
 cumbre del G20 en la que Donald Trump y el presidente chino, Xi 
Jinping, deben reunirse el sábado, en plena guerra comercial", explicó a
 una fuente europea. 
Desde su llegada a la 
Casa Blanca en enero de 2017, el presidente estadounidense criticó el 
multilateralismo y puso en entredicho los tratados comerciales, al 
tiempo que impuso aranceles a las importaciones chinas, pero también a 
las de acero y de aluminio. 
El presidente estadounidense 
renegoció con Canadá y México el acuerdo comercial norteamericano y se 
retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), cerrado
 por su antecesor Barack Obama con 11 países de Asia y de América. 
Con un G20 que no logra condenar el proteccionismo en sus 
declaraciones desde que Trump se lo impide, y una Organización Mundial 
del Comercio (OMC) que podría verse paralizada a finales de año, el 
anuncio del acuerdo con Mercosur durante el G20 adquiere un matiz 
simbólico. 
"No hay que olvidar que en el G20 hay un montón de 
países que han firmado el acuerdo del TTP sin Estados Unidos, entre 
ellos el Japón el anfitrión de la cumbre", recordó González. Canadá, que
 alcanzó el CETA con la UE, también está presente, recordó. 
Para
 Ward McCarthy, economista jefe del banco de inversiones estadounidense 
Jefferies, lo principal es que las tensiones comerciales se rebajen lo 
más rápido posible para que no lastren el crecimiento. 
"Todo el 
mundo se beneficia del libre comercio, pero en una guerra comercial no 
hay ganador", explicó durante un encuentro reciente con la prensa en 
París, cuando destacó que las tensiones comerciales solo se podrían 
justificar si "sirven para alcanzar un objetivo". 
"Si atravesando
 este periodo, bastante desagradable, se obtiene un entorno más 
favorable al libre comercio, entonces se puede decir que valió la pena",
 destacó. "Pero cuanto más tiempo pasa, más malo es y no solo para China
 y Estados Unidos, sino también para la economía mundial". 
El 
economista aludió a la guerra comercial entre Pekín y Washington y a las
 negociaciones entre Trump y Xi, que este sábado se reúnen en Osaka para
 intentar atajar la escalada comercial y tecnológica abierta entre sus 
países. 
En Europa, la Comisión Europea obtuvo el mandato para 
llevar a cabo negociaciones comerciales con Washington, pero dejando al 
margen la agricultura, tras la decisión de Trump de otorgar un nuevo 
plazo antes de sancionar las importaciones de vehículos. 
El 
acuerdo también llega en un momento oportuno para el presidente 
brasileño, Jair Bolsonaro, y su homólogo argentino, Mauricio Macri, pues
 el primero acaba de llegar al poder (en enero) y el segundo se prepara 
para unas elecciones presidenciales, en octubre. 
"Para Macri, 
este acuerdo podría ser la ocasión de mostrar el apoyo internacional a 
sus reformas", explicó la fuente europea, convencida de que Bolsonaro 
también necesita ese tratado, después de una reunión con Trump en la 
Casa Blanca "que no terminó demasiado bien". 
Desde el punto de 
vista de Mercosur, "ha llegado el momento de cerrar una alianza 
estratégica con la UE, que ha tardado en perfilarse [...] y que busca 
una mayor liberalización para hacer sus economías más competitivas". 
Según
 la OCDE, los dos principales motores económicos de Mercosur, Brasil y 
Argentina, figuran entre los países "menos abiertos" en la escala 
mundial, paradójicamente, junto a Estados Unidos. 

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