TÚNEZ.- El empresario encarcelado
 Nabil Karoui y el universitario Kais Saied, dos candidatos 
"antisistema", aseguran que pasaron a la segunda vuelta de las 
elecciones presidenciales en Túnez, tras concluir las votaciones de este
 domingo, marcadas por una débil participación.
Según los 
institutos tunecinos de sondeos privados Sigma Consejo y Emrhod, Saied 
está a la cabeza con 19%, frente a Karoui, magnate de los medios acusado
 de blanqueo de dinero, con 15% de los sufragios. 
Si se confirman, estos resultados son un verdadero sismo 
que sacude a la clase política en el poder desde la revolución de 2011, y
 abren un período de gran incertidumbre en el país pionero de la 
"primavera árabe".
Los resultados oficiales 
preliminares serán anunciados el martes por la ISIE, instancia encargada
 de la organización de la votación.
Por su parte, el partido de 
inspiración islamista Ennahdha, cuyo candidato, Abdelfattah Mourou, 
aparece en tercera posición (11-12,5%) según los sondeos, destacó que 
"los resultados solo los proporciona la instancia electoral". 
"Nuestros 
propios resultados difieren, pero vamos a esperar a estar seguros", 
declaró ante la prensa el diputado de Ennahdha Samir Dilou.
"Es un día 
extraordinario para la democracia y para la historia del país", dijo 
Karoui en una carta leída por su esposa, Salwa Smaoui, en el cuartel 
general de su partido, Qalb Tounes. "Esperamos que sea liberado mañana 
(lunes) y pueda hacer campaña", agregó.
Karoui, de 56 años, ganó 
popularidad en los últimos años organizando distribuciones de comida y 
electrodomésticos, actos muy mediatizados por la televisión que él mismo
 fundó, Nessma.
Sus detractores lo ven como un mafioso inspirado 
en el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, en tanto que sus 
simpatizantes destacan el hecho de que recorrió el Túnez más 
desfavorecido como ningún otro dirigente político.
Pero a sólo diez días del inicio de la campaña electoral, 
Karoui fue detenido en el marco de una investigación por blanqueo y 
evasión fiscal desde 2017.
Por su parte, Saied, académico 
independiente de 61 años, apodado "Robocop" por su rígida dicción y su 
rostro impasible, aseguró ser "el primero de la primera vuelta".
"Si soy elegido 
presidente, ejecutaré mi programa", declaró, en un pequeño 
apartamento deteriorado del centro de Túnez, rodeado de unas 15 personas
 que participaron en su campaña.
Saied, conocido por los tunecinos
 por haber comentado la situación política en los programas de 
televisión desde la revolución de 2011, no tiene ningún partido que lo 
apoye y nunca ha disputado una campaña electoral. 
Según los sondeos, el primer ministro, Youssef Chahed, recabó entre el 7 y el 8% de los sufragios.
Siete
 millones de personas fueron llamados a elegir a su próximo presidente 
entre 26 candidatos, en esta primera vuelta, la segunda elección 
presidencial libre desde revolución de 2011. 
La participación fue
 de 45,02%, según la ISIE, que la calificó de "aceptable". En 2014, en 
la primera elección libre en Túnez, fue del 64% en el primer turno.
Mientras que en las 
elecciones de 2011, las cartas se jugaron en torno al apoyo o el rechazo
 a la revolución, y en 2014 la cuestión clave fue si se respaldaba a los
 islamistas, en esta ocasión algunos candidatos intentaron presentarse 
como "antisistema".
Una forma de diferenciarse de una élite 
política desacreditada por las disputas, lo que favoreció la emergencia 
de figuras independientes.
"Es señal de una profunda desavenencia, el aburrimiento de
 una clase política que no ha respondido a las expectativas económicas y
 sociales", declaró el politólogo Hamza Meddeb.
La 
principal preocupación de los tunecinos es la crisis social, en un país 
en el que el desempleo carcome los sueños de numerosos jóvenes y la 
inflación pesa sobre unos ingresos ya bajos.
El primer ministro 
Youssef Chahed se ve limitado por el controvertido balance de sus tres 
años en el poder, marcados por una clara mejora de la seguridad, pero 
también por la caída del poder adquisitivo de los tunecinos.
Estos comicios son una 
"prueba" para la joven democracia tunecina, pues "podría tener que 
aceptar la victoria de un candidato que genere división", afirmó la 
investigadora Isabelle Werenfels.
Durante la jornada electoral se 
movilizaron a unos 70.000 miembros de las fuerzas de seguridad, según el
 ministerio del Interior, y hubo miles de observadores desplegados por 
los partidos e instituciones internacionales en los centros de votación.
Los partidos tienen ahora el desafío de preparar 
simultáneamente las legislativas del 6 de octubre y la segunda vuelta de
 la presidencial, antes del 23 de octubre.

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