TOKIO.- Cada cierto tiempo, a 
Masaki Kitakoga le gusta refugiarse en una pequeña cabina de karaoke, en
 medio del animado barrio de Shinjuku, en Tokio, y cantar a pleno pulmón
 durante 90 minutos completamente solo.
La figura del consumidor 
solitario —hay muchos en Japón— tiene un nombre: "ohitorisama". Este 
"querido cliente solo" es uno de los nichos favoritos del mercado, pues 
es muy lucrativo. 
Dejarse la voz solo en el micro "es una experiencia 
liberadora" que permite "evacuar el estrés", afirma este empleado 
japonés de 33 años. 
Kitakoga también acude a veces con amigos, 
pero el karaoke en solitario tiene un sabor particular, pues Masaki 
puede ejercer su pasión plenamente, entonando las canciones que elige y 
sin tener que escuchar a los demás. 
En el archipiélago, cada vez 
es menos tabú llevar a cabo actividades en solitario que, en principio, 
están pensadas para realizarlas en grupo. Hay quien defiende esta 
tendencia en nombre de la libertad. 
Además, cada vez hay más 
personas en Japón que viven solas. Más de un tercio de los hogares del 
país, de 126,4 millones de habitantes, están ocupados por una sola 
persona. La sociedad nipona moderna no favorece el contacto espontáneo y
 encontrar pareja se ha vuelto más difícil que antes, cuando las 
empresas hacían de celestinas. 
En la categoría "ohitorisama", además de ancianos viudos o
 alejados de su pareja (hospitalizada o en una residencia) en un Japón 
que envejece rápidamente, figuran numerosos jóvenes que han renunciado a
 buscar a alguien y prefieren la autonomía del celibato, sobretodo 
cuando obtienen descuentos comerciales.
La cadena de karaoke Koshidaka creó hace seis años "1Kara", las minúsculas cabinas para cantantes solitarios.
La red se ha ampliado a 
ocho establecimientos, con "decenas de miles" de reservas al año solo en
 la sede de Shinjuku, según Daiki Yamatani, portavoz de Koshidaka.
La
 tendencia a complacer al "ohitorisama" está por todas partes: en los 
estantes de los supermercados 24 horas, donde no faltan los platos 
preparados para una persona, en los cines, donde se pueden reservar 
(pagando un extra) asientos aislados por mamparas o en las ofertas de 
viajes en solitario.
Cuando no va al karaoke, Masaki Kitakoga a veces se va solo de viaje. El año pasado, visitó una pequeña isla del sur de Japón.
"Por
 supuesto, hubiera sido agradable viajar con amigos también. Pero tenía 
una idea muy precisa de lo que quería hacer y fue fantástico, porque 
pude hacer todo lo que quería al ritmo que quería", cuenta. 
Harto
 de acumular horas extras en la oficina y de estar conectados a las 
redes sociales permanentemente, muchos japoneses necesitan tiempo para 
ellos, lejos del frenesí cotidiano. 
"Nuestros datos muestran que 
algunos individuos, sociables, tienen tendencia a buscar actividades en 
solitario", subraya Motoko Matsushita, consultora en el instituto de 
investigación Nomura.
Esta madre de dos hijos aprecia, también, ir por su cuenta, admite sonriendo. 
"Las empresas proponen 
toda suerte de productos y servicios para adaptarse a esta tendencia de 
hacer cosas solo", agrega la analista. "En vista de su tamaño y 
diversidad, es una tendencia claramente en boga". 
En los 
restaurantes de la cadena Ichiran incluso es posible comerse el plato de
 ramen (fideos) sin tener ningún contacto humano, o casi. "Empezamos con
 este concepto de 'espacio personal' antes de que se volviera una moda",
 afirma Satomi Nozaki, portavoz del grupo. 
Al contrario que en los locales tradicionales, en los que 
los chefs cocinan directamente delante de los clientes, en los 
restaurantes Ichiran aportan "unas condiciones que permiten a los 
clientes disfrutar de su comida sin preocuparse por la mirada de los 
otros", una discreción que gusta especialmente entre las mujeres, 
asegura.
Aquí, los clientes realizan su pedido a través de una 
máquina (algo corriente en Japón) y luego se sientan en un cabina, donde
 una persona anónima, de la que solo le ven las manos o el rostro de 
forma furtiva, les sirve la comida. 

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