NUEVA DELHI.- Las
 ventas de juguetes sexuales en la conservadora India han vivido un auge
 en los últimos meses de la mano de varias películas inusualmente 
explícitas y un mercado de millones de compradores potenciales que los 
vendedores esperan que crezca aún más, pero limitado por una ambigua ley
 sobre la obscenidad.
La
 película "Veere Di Wedding", que cuenta la historia de cuatro amigas en
 torno a la boda de una de ellas, y "Cuatro historias de deseo" tienen 
en común que en ambas aparecen mujeres usando juguetes sexuales, 
mientras que el film feminista "Pintalabios bajo mi burka" presenta a 
cuatro mujeres que se rebelan contra su destino.
"Cuando
 esas películas aparecieron, la gente empezó a buscar estos productos y 
cómo utilizarlos. Vendimos unos 1.200 vibradores la semana del estreno 
de 'Cuatro historias', un buen número si se tiene en cuenta que de media
 vendemos entre 150 y 200 a la semana", explica el cofundador de 
la página de venta por internet de juguetes sexuales IMbesharam, Raj 
Armani.
Armani,
 un empresario indio que dirige desde Estados Unidos su empresa centrada
 en el país asiático, destaca que la demanda de juguetes para adultos en
 el país del "Kamasutra" es "cien veces mayor que la oferta" y ha 
permanecido inexplorada durante años.
En
 2013 su compañía estimó que el mercado potencial era de unos 200 
millones de dólares, aunque desde entonces afirma "con confianza" que el
 mercado ha explotado y mueve más de 1.000 millones de dólares.
IMbesharam
 es una de las empresas de venta en línea que está luchando por llevarse
 la mayor parte del mercado indio, pero no es la única compañía del 
sector optimista sobre el futuro de productos que van desde los "dildos"
 y vibradores hasta objetos más cotidianos como preservativos y 
lubricantes.
Samir
 Saraiya, fundador de la compañía india de venta de juguetes para 
adultos ThatsPersonal ("es personal" en inglés) y anteriormente 
ejecutivo en Microsoft, sitúa los consumidores potenciales en la 
actualidad en 40 millones.
"Creemos
 que en los próximos tres años, esta figura de 40 millones va a 
sobrepasar los 100 millones a causa del mayor acceso a Internet, el uso 
de teléfonos inteligentes y a que más gente está comprando en línea", 
explica.
Pero
 a pesar de su optimismo y de seguir en el negocio desde 2013, Saraya 
reconoce que vender juguetes sexuales en un país tan conservador como la
 India no es tarea fácil.
La
 principal traba es el artículo 292 del Código Penal indio, copiado de 
la Constitución inglesa tras la independencia del país en 1947, que 
prohíbe la venta y distribución de productos obscenos.
"Por
 desgracia, la obscenidad no está muy bien definida", sintetiza Saraiya,
 por lo que antes de empezar a enviar vibradores por correo estudió a 
fondo la legislación con un amigo abogado y cofundador de la empresa.
"Interpretamos
 que hay algunos productos que se pueden vender en la India y otros que 
no se pueden vender", explica: consoladores realistas, muñecas y objetos
 similares a vaginas están fuera de los ambiguos límites de la 
legislación.
¿Por
 qué recurren los indios a comprar juguetes sexuales por internet, en 
lugar de a tiendas físicas?. Según Saraiya, en primer lugar incluso en 
la India de las grandes ciudades comprar preservativos en una tienda 
cerca de casa es un problema.
"Yo
 mismo me he enfrentado a esa cuestión, porque no me sentía cómodo 
comprando productos como condones especialmente cerca de mi casa, ni 
siquiera cuando vivía en Singapur", resume.
Los
 "sex shops" son inexistentes en el país asiático y la única alternativa
 en ciudades como Nueva Delhi o Bombay es acudir a ciertos mercados 
conocidos por vender estos productos de forma discreta.
Más
 baratos, ya que los productos en Thatspersonal e IMbesharam están fuera
 del alcance del bolsillo de la gran mayoría de indios, pero de calidad 
inferior.
"Esos
 productos siempre han estado disponibles desde hace 20 años, pero no 
son muy higiénicos, no están empaquetados, no han pasado por aduanas y 
se compran en secreto. La mayor parte de la gente no estaría cómoda 
yendo a comprar esos productos", sentencia Saraiya.
En
 el mercado subterráneo de "Palika Bazar", situado en la céntrica 
Connaught Place de la capital india, vibradores de color rosa y tres 
velocidades están a la vista en algunas vitrinas.
Uno
 de los vendedores -que prefirió guardar el anonimato- negó de forma 
contundente que se tratase de un juguete sexual y afirmó que son 
solo para dar "masajes" en el rostro.
Otro
 comerciante, con el mismo modelo de vibrador oculto en una bolsa de 
plástico negra bajo el mostrador, explicó que el juguete sexual llegaba 
de Tailandia y se vende por 200 rupias, algo más de dos euros.

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