VILNA. Letonia se convertirá mañana en el decimoctavo país de 
la eurozona a pesar de la reticencia de sus ciudadanos, que temen que la
 introducción de la moneda común se traduzca en subidas de precios y 
nuevos ajustes económicos.
Hace un año, en plena crisis de la credibilidad del euro, el 
presidente del país báltico, Andris Berzins, explicaba a sus 
compatriotas que no tenía otra alternativa que adoptar la moneda común 
porque a ello se había comprometido en el momento de entrar en la Unión 
Europea, en 2004.
"Al integrarnos en Europa firmamos que era nuestra obligación 
integrarnos también en el euro. No tenemos otra opción. Estamos atados 
al euro", dijo entonces Berzins en una entrevista a la cadena de 
televisión letona LNT.
Ante el escaso respaldo popular a la adopción del euro -en septiembre
 de 2012 sólo el 13 por ciento de los letones apoyaban la introducción 
de la moneda única- el Gobierno letón se negó a someter la decisión a 
referéndum, tal y como exigía la oposición.
Sin embargo, la potente campaña gubernamental en favor del euro de 
los últimos meses ha dados sus frutos: si bien la mayoría de los letones
 se muestra preocupada por el abandono de la moneda nacional, el lat, el
 53 por ciento respalda la unión monetaria, de acuerdo con la oficina de
 estadística comunitaria, Eurostat.
Este cambio en los ánimos de la población letona sin duda ha sido 
propiciado también por los primeros síntomas de recuperación en la 
eurozona.
Berzins ha declarado que, como todos los letones, lamenta la 
desaparición del lat, pero ha recalcado que el euro representa "un 
escalón más hacia la libertad".
"Es una realidad y vemos cómo se abre el mundo ante nosotros. La 
introducción del euro es un escalón más hacia la libertad", dijo el 
viernes pasado el presidente letón en una entrevista con la radio SWH.
Según el ministro de Finanzas, Andris Vilks, la transición al euro 
debería transcurrir sin mayores inconvenientes, habida cuenta de la 
experiencia en la vecina Estonia, la primera de las tres antiguas 
repúblicas soviéticas bálticas en entrar en la eurozona, paso que dio en
 2011.
A diferencia de los estonios, que apoyaron abrumadoramente la 
adopción de la divisa común y hacían colas en los bancos para comprar 
euromonederos, los letones se muestran más indiferentes hacia su nueva 
moneda.
A partir de mañana los lats podrán cambiarse por euros sin límite de 
tiempo ni de cantidad únicamente en el Banco Central de Letonia, 
mientras que en otras instituciones financieras este plazo será sólo de 
seis meses.
Tras la entrada en vigor de la moneda europea, el lat y el euro 
circularán de forma conjunta durante dos semanas en las que los 
comercios y cajeros automáticos darán cambio únicamente en la moneda 
común.
Con la entrada en circulación del euro, todas las transacciones e 
informes financieros se publicarán en esa moneda, a la vez que todos los
 instrumentos calculados a base de los tipos de interés variable del 
indicador RIGIBOR utilizarán el de EURIBOR.
La tasa de cambio será de un lat por 1,4229 euros, la misma que en 
2005 estableció de manera fija el Banco Central de Letonia cuando 
vinculó la moneda nacional a la divisa común.
Esa circunstancia hizo que la recesión que golpeó a Europa en 2008 
tuviera un gran impacto en Letonia, cuya economía en 2009 decreció en 
casi el 18 por ciento con una tasa de desempleo del 23 por ciento.
Al año siguiente, la situación mejoró, y ya en 2012, cuando la 
economía letona creció el 5,6 por ciento, la directora gerente del Fondo
 Monetario Internacional, Christine Lagarde, destacó a Letonia como un 
ejemplo del éxito las de políticas anticrisis basadas en el recorte de 
gastos.
Aun así, el PIB de Letonia, un pequeño país de poco más de dos 
millones de habitantes, no ha recuperado todavía los niveles de antes de
 la crisis.

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