MADRID.- El Servicio de Estudios del BBVA (BBVA  Research) ha alertado de que el nivel de tensión financiera en Europa ha  superado en los últimos meses el que se alcanzó en septiembre de 2008,  con la quiebra del gigante de Wall Street, Lehman Brothers.
   BBVA publica su  índice de tensiones financieras, que se ha disparado en los últimos  meses ante el riesgo de que EE.UU. vuelva a la recesión y por la  extensión de las dificultades financieras a Italia y los bancos  franceses.
   Este índice que elabora BBVA Research incluye información sobre la  volatilidad de los mercados de capitales, tipos de interés, divisas,  riesgo de crédito, así como tensiones de liquidez
   Además, el servicio de estudios realiza un cálculo para  cuantificar el costo en términos de actividad del shock de los mercados  desde abril de 2011 usando dos escenarios: uno en el que el shock es  transitorio y la tensión empieza a disminuir a partir de octubre y otro  en el que el shock persiste durante un tiempo prolongado.
   En concreto, el incremento de las tensiones rebajaría el  crecimiento en Europa en 0,2 puntos porcentuales en 2012 si el shock es  de carácter temporal y en 2,5 puntos si es de carácter permanente.
   Además, la entidad concluye que el impacto del sería mayor en la  actividad de la UE en los dos escenarios debido a que la magnitud del  shock proyectada es significativamente mayor en esta región, y que se  notaría, sobre todo, al año siguiente.
   En este sentido, resalta la "elevada factura" que deben pagar las  economías desarrolladas por las turbulencias y destaca la "importancia"  de conseguir una "solución rápida" a las dudas sobre la capacidad de las  autoridades europeas para resolver los problemas de liquidez en algunos  países de la zona euro, así como los peligros de una recuperación débil  en las dos principales economías desarrolladas.
   Según BBVA Research, a mediados de 2007 emergieron los primeros  signos de agitación en los mercados financieros vinculados a la  creciente incertidumbre generada en Estados Unidos respecto a los  créditos suprime.
   En este contexto, el sistema bancario americano comenzó a exhibir  problemas de liquidez comprometiendo el funcionamiento del mercado  interbancario, mientras que Europa no pudo evitar el contagio y sus  niveles de riesgo imitaron la dinámica de EE.UU.
   Las pérdidas de capital de algunas entidades y la posterior  quiebra de Lehman Brothers hicieron que durante el verano de ese mismo  año las tensiones alcanzaran niveles máximos primero en EE.UU. y después  en Europa, que de nuevo se vio afectada.
   Tras la quiebra del gigante de Wall Street, la política monetaria  expansiva, el cambio de política regulatoria y las intervenciones en  algunas entidades lograron disminuir la tensión.
   Sin embargo, a principios de 2010 se vovieron a generar  incertidumbres sobre la capacidad de algunos países de hacer frente a  sus compromisos de deuda, como Grecia, una situación que generó un  contagio inmediato al resto de Europa y a EE.UU.
   Tras el rescate, Europa no logró reducir la tensión y creció la  incertidumbre sobre la participación del sector privado en una posible  quita del país heleno, así como las dudas sobre otros países, que se  confirmaron después con las crisis de Irlanda y Portugal.
   EE.UU., en cambio, logró aislarse en parte de estos sucesos y  reducir el nivel de tensión, aunque en los últimos meses se ha vuelto a  disparar ante la posibilidad de volver a caer en recesión.
    Lo mismo ha ocurrido en Europa, donde la tensión, según el  servicio de estudios de la entidad financiera, ha llegado a superar el  nivel alcanzado con la quiebra de Lehman por la extensión de los  problemas financieros a Italia y a los bancos franceses.

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