CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha nombrado al exsecretario personal de Benedicto XVI y prefecto emérito de la Casa Pontificia, el arzobispo alemán Georg Gänswein, nuncio apostólico en Lituania, Estonia y Letonia, después de mantenerse un año sin encargo fijo en su diócesis natal de Friburgo (Alemania), según ha informado el Vaticano.
Gänswein, secretario de Benedicto XVI desde 2003 hasta su fallecimiento, permaneció en el monasterio Mater Ecclesiae, residencia de Ratzinger desde su renuncia, hasta junio de 2023, cuando por decisión del Papa Francisco- regresó a Friburgo, diócesis alemana de la que era natural.
Siete meses antes, Gänswein había publicado su polémico libro 'Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI' (Piemme) en el que criticaba abiertamente al Papa Francisco.
El volumen salió a la venta solo unos días después del fallecimiento del Papa emérito el 31 de diciembre de 2022. Tras el distanciamiento, Francisco recibió a Gänswein en audiencia privada el 3 de enero de 2024, cuando retornó al Vaticano para celebrar una misa en el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI.
El nuncio en los tres países hasta el año pasado era el arzobispo Petar Rajic, canadiense de origen bosnio-croata, que fue nombrado el 11 de marzo por el Papa embajador de la Santa Sede para Italia y San Marino. Por tanto, la sede había permanecido vacante hasta ahora.
Perfil del nuevo nuncio
Llegó a ser uno de los hombres más poderosos en la Curia vaticana. Georg Gänswein, todopoderosa mano derecha de Benedicto XVI, ha sido la única persona en la historia de la Iglesia en ejercer, a la vez, como jefe de la Casa Pontificia de un Papa reinante, y otro emérito. Durante años, todo lo que sucedía en Roma pasaba por sus manos.
Y las ansias de poder le jugaron una mala pasada: coincidiendo con el progresivo deterioro físico de Ratzinger, su secretario personal se convirtió en correa de transmisión entre los principales críticos del papa Francisco (los cardenales Müller, Sarah o Burke e, incluso, el ex nuncio Viganò, que en estos días es juzgado por cismático) y el papa emérito.
Tras el polémico libro firmado por Sarah y Ratzinger, tramado por Gänswein sin el conocimiento del pontífice alemán, y en el que se criticaba la posible ordenación de curas casados en la Amazonía, Bergoglio lo echó de su lado, pero le permitió permanecer junto a su antiguo jefe hasta su muerte el 31 de diciembre de 2022.
A los pocos días, el exsecretario publicaba unas polémicas memorias en las que denunciaba un enfrentamiento soterrado entre el modelo de Iglesia de Francisco y el defendido por su antecesor. “Benedicto me dijo: parece que Francisco ya no se fía de mí”, señalaba el arzobispo en Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI.
Pocas semanas después del entierro de Benedicto, Francisco expulsaba a Gänswein del Vaticano y lo enviaba, sin destino ni misión alguna, a Friburgo, mientras reflexionaba sobre sus posibles destinos. En el medio, una investigación en su contra que no ha llegado a ninguna conclusión y tres posibles salidas para el arzobispo alemán, al que Bergoglio dio la opción de elegir.
Así, se barajaron las opciones de la Nunciatura en Costa Rica, en un país del sudeste asiático y en el Báltico, opción que finalmente ha sido la escogida. Este lunes, la Santa Sede hacía público el nombramiento de Gänswein como nuncio en Lituania, Letonia y Estonia, un destino muy poco cómodo por la cercanía de las tres ex repúblicas soviéticas a Rusia, que podría tenerlas como futuro objetivo en una más que probable escalada bélica en el conflicto de Ucrania.
¿Por qué envía Francisco a Gänswein a una nunciatura? Expertos consultados por elDiario.es afirman que, “claramente”, el Papa logra alejarle de Roma, y de los círculos de poder europeos (Alemania, Italia y España), donde se ubica (además de en Estados Unidos) la oposición eclesiástica a Bergoglio.
En el Báltico, el Papa elimina cualquier tipo de influencia, tanto mediática como institucional, de Gänswein en la vida cotidiana de la Curia vaticana donde todavía mantenía frecuentes contactos. Algo que el círculo del papa considera muy necesario en un momento en que Francisco prepara un nuevo consistorio de cardenales y nuevos nombramientos en la Curia.
El movimiento llega justo cuando el resto de opositores a Francisco ya no cuentan en el Vaticano y algunos se han radicalizado más todavía. Los casos más significativos son los del cardenal Burke, a quien el Papa retiró en enero el apartamento en el que residía en Roma y su asignación cardenalicia (entre cuatro y cinco mil euros mensuales), tras sacarle de su puesto en la Orden de Malta; y el del arzobispo Viganò, que está siendo juzgado por la Santa Sede por sus innumerables críticas al Papa, en una sentencia que, al más puro estilo Belorado, puede condenarle como cismático y excomulgarle.
Gänswein, el más joven de todos los opositores a Bergoglio (cumple 68 años el 30 de julio) ha sabido plegar velas y admitir en una entrevista con Tagespost que hubo un momento en que “yo mismo sentí que se me había enviado al exilio”.
“Seguí las claras instrucciones del Papa sin refunfuñar por
tener que regresar a mi casa en Friburgo, pero sin que se me encomendara
una nueva tarea”, admitió el arzobispo, quien califica estos meses de
“una amarga experiencia personal”, y agradece al Papa el nuevo destino,
investido de perdón a sus pecados anteriores.
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