BERLÍN.- La economía alemana enfrenta el año 
2019 con sentimientos encontrados que oscilan entre el optimismo de los 
expertos y los temores de los ciudadanos y de parte del empresariado 
ante los muchos factores de inseguridad.
 El 
presidente de la Agencia Federal de Empleo, Detlev Scheele, pronosticó, 
en una encuesta realizada por el diario "Bild", que la buena situación 
del mercado laboral continuará el año que viene y que el peligro de 
perder el puesto de trabajo es muy bajo.
 El presidente del Instituto de Estudios Económicos IFO 
de Múnich, Clemens Füst, también espera que el empleo alcance niveles 
récord y, según dijo en la misma encuesta, no cree que vaya a haber 
recesión sino sólo una normalización del crecimiento.
 El IFO, como los otros principales institutos de estudios económicos en
 Alemania, han revisado a la baja sus pronósticos pero todos siguen 
viendo a la economía en la senda del crecimiento y calculan un aumento 
del PIB en torno al 1,5 por ciento.
 Pese a todo ello,
 como lo señala el diario "Süddeutsche Zeitung" en un análisis publicado
 hoy, "la gente tiene miedo" como lo muestran diversas encuestas.
 Dentro de la clase media hay temores a descender socialmente como 
consecuencia de transformaciones en el mundo de la economía que terminen
 afectando el mercado laboral.
 Los temores se ven 
alimentados por el panorama internacional, con las tensiones comerciales
 generadas por la política de Donald Trump y con el brexit, entre otros 
varios factores.
 A eso se agregan las inseguridades 
que genera la digitalización y otros avances tecnológicos como el 
desarrollo de los coches eléctricos, que traerán una revolución el 
sector del automóvil, uno de los pilares de la economía alemana ya de 
por si vapuleado por la crisis generada por el escándalo del diesel.
 Por un lado, se teme que debido al desarrollo de los motores 
eléctricos, que tienen menos componentes que los motores tradicionales, 
se pierdan puestos de trabajo.
 Por otra parte, y este
 es el temor más grande, los análisis más apocalípticos advierten de que
 Alemania puede estar perdiendo la carrera de la innovación en el tema 
de la electromovilidad.
 Otra amenaza que se cierne 
desde hace años sobre la económica alemana es la demografía. Desde hace 
mucho los expertos advierten que la población alemana decrece y se hace 
mayor, lo que llevara a la caída de la oferta de mano de obra y a un 
encarecimiento de los sistema sociales.
 Estos dos 
últimos factores no tendrán todavía consecuencias en 2019 -a la 
generación de los "baby boom", como se llama a los nacidos entre 
mediados de la década de los cincuenta y mediados de los setenta, 
todavía le quedan unos años para jubilarse- pero el temor está ahí.
 Esos temores se reflejan en la caída de la bolsa -el índice DAX perdió 
más del 18 por ciento a lo largo del año- y en la baja del optimismo de 
buena parte del empresariado, reflejado en el llamado índice del clima 
empresarial del instituto IFO.
 En lo político, la 
inseguridad de parte de la población viene siendo capitalizada por la 
agrupación ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), que en su 
retórica agrega al repertorio de fantasmas derivados de la coyuntura 
económica el fantasma de la inmigración.
 Sin embargo,
 también hay otro partido que viene en alza, Los Verdes, que no explota 
los temores de la gente sino que apuesta por el optimismo y por la 
convicción de que muchas de las amenazas que parecen verse en el 
horizonte pueden ser conjuradas.
 En primer lugar su 
visión ante todo positiva de la inmigración contrasta con el discurso de
 AfD, pero también en otros aspectos, como la idea que se pueden 
compaginar la lucha contra el cambio climático con el crecimiento 
económico, hacen de Los Verdes un partido de los optimistas críticos.
 Las encuestas de intención de voto sitúan a Los Verdes en el segundo 
lugar de intención de voto, con cerca del 20 por ciento, por detrás de 
la CDU de la canciller Angela Merkel y por delante tanto de AfD como del
 Partido Socialdemócrata (SPD).
 El alza de Los Verdes
 coincide con una serie de retos actuales, que coinciden con sus 
planteamientos tradicionales, como le necesidad de seguir con el fomento
 de las energías renovables para prepararse para el abandono definitivo 
del carbón.

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