Así, se ha mostrado seguro de que los «países serios» y los «líderes 
responsables» no van a tener esto en consideración y ha celebrado que el
 presidente de Estados Unidos, Joe Biden, saliera a calificar de 
«indignante» la decisión de Khan, a quien ha acusado de querer 
«demonizar» la imagen de Israel ante el mundo. 
«Israel está luchando una
 guerra justa, no sólo la nuestra (...) sino la de todas las 
democracias», ha dicho el primer ministro israelí, quien también ha 
cuestionado que su Gobierno esté arrastrando al hambre a la población 
gazatí, tal y como ha argumentado el fiscal Khan para reclamar su 
petición para arrestarle.
«Estamos suministrando ahora casi la mitad del agua de Gaza. Antes 
solo suministrábamos el 7 por ciento (...) ¿Está diciendo que estamos 
matando de hambre a la gente? Hemos suministrado medio millón de 
toneladas de alimentos y medicinas a través de 20.000 caminos», ha 
dicho. 
Así, ha insistido en que a pesar de esta «terrible mancha» que ha
 caído sobre la CPI, Israel seguirá con sus operaciones como hasta ahora, pues es la única forma de «acabar con Hamás» y «desmilitarizar Gaza», ya que «de lo contrario los gazatíes y la paz no tienen futuro».
Netanyahu afirma que tras la guerra Israel tiene la «responsabilidad»
 de seguir luchando con aquellos «terroristas» que puedan ir 
apareciendo, así como establecer una «administración civil para los 
gazatíes que no estén afiliados a Hamás y que tampoco busquen la 
destrucción de Israel».
 «Ese es un plan realista», ha recalcado. Para 
ello, confía en contar con el apoyo de los «Estados árabes moderados» y de la comunidad internacional. «Sólo hay paz, estabilidad y prosperidad a través de la victoria», ha zanjado.
Además de Netanyahu, el TPI pidió órdenes de detención por crímenes 
de guerra y contra la humanidad para el ministro de Defensa israelí, 
Yoav Gallant, y tres altos cargos de Hamás: el líder de su brazo 
político, Ismail Haniye, para el jefe en Gaza, Yahya Sinwar; y para el 
responsable del ala militar, Mohamed Diab al Masri.
La cruenta ofensiva del Gobierno de Israel por los ataques del 7 de 
octubre de 2023 cometidos por Hamás que dejaron 1.200 muertos y otros 
240 secuestrados, ha dejado ya desde entonces más de 35.600 palestinos 
fallecidos y 80.000 heridos.
                                 
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