WASHINGTON.- Los demócratas han perdido el control del Senado en las elecciones de hoy. Un Senado republicano facilitaría enormemente la formación de un gabinete por parte de Donald Trump, tiempo, complicaría muchísimo estar en el caso de que Kamala Harris ganará esta noche.
El Senado tiene algo más de relevancia institucional, ya que confirma los nombramientos propuestos por el presidente para el gabinete o los jueces federales, y también debe ratificar los tratados internacionales (algo que ahora mismo es imposible que haga debido al fraccionalismo de la política de Estados Unidos).
La cámara está dividida a la mitad, con 50 republicanos y 48 demócratas, más dos independientes que votan con estos últimos. En estos casos, el vicepresidente, que es también presidente del Senado, tiene un voto de calidad para deshacer el desempate.
En sus cuatro años en ese cargo, Kamala Harris ha tenido siempre un Senado dividido por la mitad. Por consiguiente, ha batido el récord de la historia del país para deshacer desempates.
Así, pues, el control del Senado es de crítica importancia para el futuro presidente. Su gabinete depende de quién tenga la mayoría en él. Lo mismo cabe decir de sus nombramientos para el Supremo.
Finalmente, la posibilidad de acuerdos con Irán o con Rusia respecto de Ucrania deberían ser aprobados por esa cámara.
A ellos se suma el peculiar calendario del renovación de los senadores. Cada dos años un tercio de ellos deben ser reelegidos. En esta ocasión, es el turno de 33 senadores. De ellos, 22 son demócratas y solo 11 republicanos. Por consiguiente, es más probable que los primeros pierdan algún escaño.
La única duda en estos comicios es si Donald Trump va a conseguir más del 80 % de los votos, rompiendo así el récord histórico de Ronald Reagan.
La situación en la Cámara de Representantes tampoco está clara. En este momento los republicanos tienen una mayoría mínima. Las encuestas apuntan a que serán capaces de conservarla, pero, de nuevo, todo dependerá de dos docenas de distritos en los que los ganadores van a ser, probablemente decididos por unos pocos cientos de votos.
La Cámara tiene también sus propias peculiaridades. El peso de Trump es mucho más fuerte en ella que en el Senado, lo que, sin embargo, hace que el Partido Republicano se comporte en muchas ocasiones como dos o tres formaciones políticas diferentes en estado de guerra civil permanente. No parece que esa situación vaya a cambiar gane Trump o Harris o mantenga o no los republicanos su mayoría.
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