ROMA.- La aprobación de una zona de exclusión aérea sobre Ucrania es el acuerdo
más importante tomado en la cumbre que la OTAN ha mantenido en
Washington la semana pasada. El histórico documento aparece formalizado en el tratado de
defensa firmado entre Polonia y Ucrania, simultáneo a la cumbre.
Ucrania
concede a Polonia la facultad de derribar cualquier objeto (drones,
aviones, misiles) que vuele sobre los cielos del oeste de Ucrania y
considere peligroso.
Previamente los rusos declararon que si uno
de sus aviones o misiles fuera alcanzado por las defensas antiaéreas
desplegadas más allá de la frontera de Ucrania, tomarán represalias.
Los
rusos se rigen por el principio de “el que avisa no es traidor”. Siempre
avisan a los occidentales de las consecuencias que se desprenden de sus
acciones. Para que no se llamen a engaño, puedan meditar mejor sus
decisiones y saber a lo que se exponen.
El principio de
previsibilidad implica que lo declarado se debe ejecutar siempre que se
cumplan las condiciones estipuladas. Por lo tanto, si los rusos son
atacados desde territorio polaco harán lo que han declarado previamente.
Sin ningún género de dudas.
La otra clave de la cumbre la reveló
Blinken, el secretario de Estado: los cazas F-16 de Dinamarca y Países
Bajos sobrevolarán los cielos de Ucrania occidental a partir de este
verano. Por eso era urgente facultar a Polonia para atacar los aviones
que sobrevolaban los cielos de Ucrania occidental: es necesario proteger
a los cazas que van a ser cazados.
Los polacos también tendrán
que proteger con fuego antiaéreo los aeropuertos del oeste de Ucrania
desde donde despegarán los F-16 y donde serán armados y reparados.
Los
F-16 no van a despegar de los aeródromos ubicados en territorio de la
OTAN porque Moscú ya ha advertido: si eso sucede, atacarán esos
aeródromos.
De lo expuesto se desprende que la OTAN ha
establecido una zona de exclusión aérea en el oeste de Ucrania. Esa zona
será patrullada por los cazas rusos por otra advertencia que ya
emitieron hace más de un año: consideran que los F-16 son capaces de
transportar armas nucleares tácticas y, en consecuencia, los consideran
como vectores potenciales de un ataque nuclear y deben ser derribados a
toda costa.
La provocación de la OTAN no puede ser mayor. El plan
es obligar a Moscú a disparar el primer tiro y asumir la
responsabilidad de desencadenar una guerra abierta. Si eso se produce no
habrá vuelta atrás posible.
Es la temida escalada, la única
posibilidad que tiene Biden de ganar las elecciones y, sobre todo,
orquestar otra “sorpresa de octubre” para mantener a Ucrania en guerra a
toda costa.
En Estados Unidos no hay nada mejor que una guerra en cualquier lugar del mundo para mejorar los resultados electorales.
El
nuevo Primer Ministro británico, el laborista Keir Starmer, ha
autorizado a Ucrania para utilizar los misiles de crucero británicos
Storm Shadow para atacar el territorio ruso en profundad.
Los
rusos ya le han respondido: si los ucranianos utilizan armas británicas
para atacar territorio ruso, responderán contra Reino Unido,
posiblemente contra los buques que tiene en el Mar Rojo u otras
instalaciones militares.
El Secretario General de la OTAN ha
pedido a los países de la Alianza nuevos sistemas antiaéreos. Es
evidente que los estrategas militares de la OTAN quieren cubrir Ucrania
occidental con una cúpula de hierro, que les gustaría que fuera
impenetrable.
El escenario no puede ser más sombrío. Las piezas ya están sobre el tablero claramente situadas.
En
el documento final que preparan en Washington, China queda definida por
los países de la OTAN como el “cómplice decisivo” de Rusia y, para que
nadie tenga ninguna duda, ha posicionado un contingente militar en
Brest, Bielorrusia, para unas maniobras militares, juxsto después de que
Minsk se haya incorporado a la OCS (Organización de Cooperación de
Shanghai).
miércoles, 17 de julio de 2024
La OTAN impone una zona de exclusión aérea en Ucrania
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