PARÍS.- En un momento de múltiples desafíos, los países de la 
Unión Europea se han topado con otra vía de agua que Francia y Alemania 
tratan de taponar: la Nueva Ruta de la Seda amenaza con hacer saltar por
 los aires una estrategia concertada frente al gigante chino.
 Si ante el "brexit" los países comunitarios han demostrado hasta ahora 
una férrea (y casi inesperada) cohesión, la tentación china llama a las 
puertas de Europa con promesas de inversiones y comercio sin trabas. Con
 la desaceleración en ciernes, no faltan candidatos a dejarse embelesar.
 Las alarmas han terminado de dispararse después de que 
Italia se convirtiera en el primer país del G7 en sumarse al plan chino,
 aunque sea solo de manera "programática", como apunta Roma.
 Por eso, la cumbre de este martes entre el líder chino, Xi Jinping, y 
el triunvirato formado por el presidente de la Comisión Europea, 
Jean-Claude Juncker, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la 
canciller alemana, Angela Merkel, tuvo algo de dilema existencial para 
la UE.
 Europa necesita a China, pero no quiere 
recibir el abrazo del oso. En ámbitos como el cambio climático o el 
multilateralismo, el llamado Imperio del Centro se muestra más proclive 
al entendimiento que los Estados Unidos de Donald Trump. 
Avanzarán 
juntos.
 En cambio, en comercio e inversión, Europa ve
 con recelo la desigual competencia de sus empresas con las chinas -que 
cuentan muchas veces con el peso del Estado detrás- o la pérdida de 
soberanía sobre áreas estratégicas.
 "La decisión 
italiana de participar (en la Nueva Ruta de la Seda) aporta un balón de 
oxígeno a la política de Pekín, pero su arrogancia ha llevado a los 
dirigentes de la UE a buscar una posición común para limitar la 
presencia china en los sectores estratégicos", explica el sinólogo
 Jean-Philippe Béja.
¿Por qué tiene China interés en Europa?
 Hay tantas respuestas como millones de euros en juego. Pero es evidente
 que las tensiones comerciales con Estados Unidos y la desconfianza 
hacia el proteccionismo de Trump no son ajenas a este renovado 
acercamiento chino al Viejo Continente.
 Pekín ya 
introdujo una cuña en Europa con la creación en 2012 del formato 16+1, 
que agrupa a China con 11 países orientales de la UE y cinco balcánicos.
 Pero esa fórmula, recuerda Béja, comienza a dar muestras de 
agotamiento. Las promesas de inversión están lejos de haberse cumplido.
 "China ha entendido la debilidad de Europa y las divisiones entre 
países del Este, del Sur y del Norte", cree este experto del Centro 
Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) y la universidad 
SciencesPo, quien alerta de que con el acercamiento a Europa Xi pretende
 acallar críticas internas a su respuesta a la guerra comercial con 
EE.UU.
 Más allá de cuestiones económicas, agrega 
Béja, la apuesta geopolítica de la Ruta de la Seda es clara: China 
quiere reconstruir una escena internacional que le sea favorable, y más 
con el actual repliegue estadounidense.
¿En qué sectores quiere invertir China?
 La "Belt and Road Initiative" (BRI), más conocida como Nueva Ruta de la
 Seda, es ante todo un mastodóntico proyecto de infraestructuras. La 
idea de China es crear por tierra y mar una tupida red que permita dar 
salida a sus mercancías por Europa, África y Asia.
 Ya
 lo hizo, por ejemplo, con la adquisición del puerto griego del Pireo 
por parte de su naviera estatal Cosco en plena crisis helena, pero 
Italia se presenta ahora como una puerta de entrada idónea en Europa 
Occidental.
 Sin embargo, hoy las miradas se ponen principalmente en el desembarco tecnológico.
 La Comisión Europea publicó hace dos semanas un documento con diez 
pautas para la relación con China: la novena explicita que como 
salvaguarda frente a potenciales amenazas para la seguridad "se necesita
 un enfoque común sobre la seguridad de las redes 5G".
 El fabricante chino Huawei pretende desplegar sus equipos de redes de 
telecomunicaciones en Europa para desarrollar esta tecnología, pero la 
UE parece haber tomado conciencia de los riesgos que ello implica.
 Béja advierte de que otro campo donde el gigante asiático querrá 
implantarse es la inteligencia artificial, "que para el partido 
comunista chino sirve sobre todo para reforzar su control sobre los 
ciudadanos".
¿Debe temer Europa el reto chino?
 China ha firmado ya acuerdos en su Ruta de la Seda con Portugal, 
Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Grecia, Malta, Estonia, 
Letonia, Lituana, Eslovaquia y Eslovenia, además de Italia.
 París y Berlín, respaldados por Bruselas, tratan de encabezar una 
respuesta unificada, pero el enfoque bilateral que privilegia Pekín hace
 difícil evitar que nuevos Estados se sumen.
 Para el 
analista Béja, Europa nunca ha demostrado unidad frente a China, y los 
últimos acontecimientos pueden debilitar aún más una respuesta común.
 Sin embargo, la gran diferencia ahora reside en que la UE parece haber tomado conciencia del desafío que enfrenta.
 El alejamiento de Estados Unidos y la previsible salida del Reino Unido
 alimenta la idea de que Europa está más sola y débil que nunca, lo que 
en el mejor de los casos puede llevar a que aumenten los esfuerzos para 
hallar una posición unificada. 

 
 
 
 
 
 
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