BERLÍN.- La canciller alemana, Angela Merkel, se enfrenta a sucesivos conflictos 
dentro de la coalición de gobierno, un año después de las elecciones 
generales que llevaron al parlamento a la ultraderechista Alternativa 
por Alemania (AfD).
 El último conflicto, en torno al jefe de la Oficina 
Federal para la Constitución (servicio secreto para Interior), Hans 
Georg Maassen, todavía está vivo y parece difícil encontrar una solución
 en la que todos los socios de la coalición salven la cara.
 En las encuestas de intención de voto, los tres partidos
 de la coalición tienden a la baja mientras que la AfD sube e incluso le
 disputa el segundo lugar al Partido Socialdemócrata (SPD).
 El momento tiene algo de paradójico puesto que la situación económica 
de Alemania es buena lo que se refleja en una continua reducción del 
paro. A los alemanes, suele decir Merkel, con las cifras en la mano, 
nunca les había ido tan bien.
 Sin embargo, el tema de
 la migración se ha convertido en el centro de la discusión política y 
la AfD viene sacando partido de ello desde hace meses.
 En ese punto, además, el Gobierno ofrece permanentemente flancos de 
ataque debido a sus diferencias internas que en las últimas semanas lo 
ha tenido ya al menos en dos ocasiones al borde de la ruptura.
 La apertura de fronteras de 2015 es algo que persigue a Merkel desde 
entonces y además abrió una brecha entre ella y su actual ministro de 
Interior, Horst Seehofer, que no se ha cerrado con el ingreso de este 
último al Gobierno.
 Seehofer, primer ministro bávaro 
en 2015, es además presidente de la Unión Socialcristiana (CSU), 
agrupación que sólo se presenta a las elecciones en Baviera y que es 
considerado partido hermano de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que 
preside Merkel.
 Para Seehofer, según lo dejó 
consignado en una entrevista reciente, "la migración es la madre de 
todos los problemas". Ya como primer ministro bávaro, estuvo pidiendo 
permanente una política migratoria más restrictiva y lo ha seguido 
haciendo, en ocasiones desafiando a Merkel, desde que asumió el 
Ministerio de Interior.
 La apuesta era, a través de 
esa posición, quitarle votos a AfD pero muchos analistas consideran que 
lo que ha ocurrido es que, al subrayar permanente el tema, ha 
fortalecido a los ultraderechistas.
 El comportamiento
 de Seehofer se explica en parte por al ADN histórico de su partido cuyo
 legendario líder, Franz Josef Strauss, sostenía que a la derecha de la 
CSU no puede haber ningún partido democráticamente legitimado.
 Para que eso sea así, la CSU procura cubrir todos los temas que pueda 
explotar la derecha lo que ha creado un conflicto con la CDU, a la que 
Merkel ha desplazado hacia el centro desde que asumió la jefatura del 
partido.
 En esos momentos, además, en la CSU hay 
ambiente de pánico frente a las regionales bávaras del 14 de octubre, 
cuando las encuestas pronostican que el partido perderá la mayoría 
absoluta y tendrá probablemente el peor resultado de su historia.
 Esas elecciones pueden sellar el fin de la carrera política de 
Seehofer, con lo que Merkel se desprendería de su principal rival 
interno pero quedaría con el problema de una CSU debilitada y nerviosa 
que no necesariamente sería un aliado muy firme.
 La 
gran coalición actual surgió ya como una especie de salida de emergencia
 después de que el Partido Liberal (FDP) rompiera las negociaciones para
 formar una alianza tripartita con CDU/CSU) y Los Verdes.
 El SPD admitió, tras un arduo debate interno, reeditar la gran 
coalición de los cuatros años anteriores. Muchos de quienes no querían 
la gran coalición, entre ellos el jefe de las juventudes del partido 
Kevin Kühnert, creen que las recientes discordias les están dando la 
razón "a posteriori".
 El caso Maassen ha sido la 
última prueba. Para el SPD es claro que Maassen, que puso en duda actos 
de violencia ultraderechista en el este de Alemania, tiene que dejar su 
cargo.
 Seehofer aceptó relevarlo pero para 
convertirlo en secretario de Estado, lo que causó un conato de rebelión 
en las filas socialdemócratas y obligó a la coalición a replantearse la 
cuestión.
 Merkel y la jefa del Partido 
Socialdemócrata (SPD),Andrea Nahles, quieren salvar la coalición. Eso 
las lleva a ceder ante Seehofer en muchos conflictos y por eso, según 
las explicaciones dadas por sus dos partidos, aceptaron inicialmente el 
primer compromiso en el caso Maassen.
 "La coalición estaba en juego", dijo la secretaria general de la CDU en una carta a los militantes.
 Probablemente sigue estándolo desde que las bases de su partido le dejaron claro a Nahles que el compromiso era inaceptable.

 
 
 
 
 
 
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