WASHINGTON.- Frente a una China que se afianza cada vez más, Estados Unidos entra en un periodo de incertidumbre tras la elección de Donald Trump como presidente, en perjuicio de los países de Asia atrapados por la rivalidad entre los dos gigantes del Pacífico.
Durante su campaña, el 
excandidato republicano atacó a menudo a China, a la que llegó a 
calificar de "enemiga", denunciando sobre todo la competencia comercial 
del país asiático. No desveló, sin embargo, cómo pretendía abordar 
espinosos asuntos geopolíticos como el programa nuclear norcoreano, las 
ventas de armas estadounidenses a Taiwán o las aspiraciones de Pekín en 
el mar de China Meridional.
"La victoria de Trump añade 
una gran parte de incertidumbre en una región que ya atraviesa 
dificultades", dice Graham Webster, experto en relaciones 
chino-estadounidenses en la universidad de Yale (Estados Unidos). 
En un artículo publicado 
en vísperas de las elecciones estadounidenses, Peter Navarro, 
considerado como uno de los principales consejeros de Trump respecto a 
China, dio algunas claves sobre la posible evolución de la política de 
Washington, al criticar el giro de la administración Obama hacia Asia, 
en detrimento de Europa. 
Según él, la debilidad mostrada
 por Estados Unidos en la aplicación de esta política incitó a Pekín a 
mostrarse agresiva en el mar de China Meridional, que Pekín reivindica 
casi por completo, pese a las protestas de los demás países de la 
región. 
La 
administración Trump afrontará este reto con una estrategia de "paz por 
la fuerza", con un amplio refuerzo de las fuerzas navales, explicó en la
 revista Foreign Policy. 
Todavía se desconoce si el 
futuro presidente, que asumirá el cargo el 20 de enero, "será firme en 
cuestiones como la construcción de islotes artificiales (por Pekín) con 
fines potencialmente militares, o para enfrentarse a la política 
intimidatoria de China respecto a los pequeños países de Asia", recuerda
 Ashley Townshend, experto en Estados Unidos de la universidad de Sídney
 (Australia).  
De todas formas, "de momento, ningún país
 puede tener cualquier certeza sobre Estados Unidos, dado que las 
declaraciones de Trump en materia de política extranjera fueron a menudo
 contradictorias", opina Webster. 
El Gobierno de Obama 
rechazó las pretensiones de Pekín en el mar de China y defendió la 
libertad de navegación en esta zona estratégica. A modo de advertencia, 
Washington llegó incluso a enviar buques de guerra y aviones militares a
 proximidad de los islotes construidos por China. 
Trump,
 por su parte, "podría apostar por el aislacionismo y acordar con China 
un reparto de las zonas de influencia en la región. O podría adoptar una
 política de firmeza, basada en las fuerzas armadas, para frenar un país
 que, según él, considera que Estados Unidos está debilitado", apunta 
Townsend. 
Frente a Corea del Norte y sus ensayos 
balísticos, la administración Obama anunció el despliegue en Corea del 
Sur de un escudo antimisiles antes de finales de 2017, una decisión muy 
criticada por Pekín. 
Trump anunció durante la campaña 
que exigiría una mayor contribución de Corea del Sur y Japón en su 
propia defensa, suscitando la preocupación de los dos países aliados. 


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