viernes, 29 de septiembre de 2023

Los republicanos radicales tumban la prórroga presupuestaria en EEUU


WASHINGTON.-  El grupo de diputados republicanos radicales, el llamado 'Caucus de la Libertad', ha cumplido con su amenaza. Como ya habían advertido, los 21 han tumbado el proyecto de prórroga presupuestaria presentado por su propio partido al no haberse incluido los recortes de gasto que pedían. 

Una decisión que aboca a EEUU a sufrir un nuevo 'cierre del Gobierno': a partir de la medianoche del sábado al domingo, la Administración federal se quedará sin fondos para pagar a los funcionarios y suspenderá los servicios no esenciales, como los parques nacionales o los museos.

Esta enésima crisis se produce de nuevo por la fuerte división interna del Partido Republicano. Los conservadores obtuvieron una ajustada mayoría de 9 escaños en las elecciones legislativas del pasado mes de noviembre, pero en la práctica se ha revelado como una minoría de la que se han desgajado una veintena de radicales que se niegan a seguir la disciplina de voto. 

Desde el primer día ya dejaron clara su postura, negándose a votar al líder de su partido, Kevin McCarthy, como presidente del Congreso durante 15 eternas votaciones. Y han desatado la primera crisis a nivel nacional.

Todo ello pese a que McCarthy se había negado a llevar a votación el proyecto bipartidista de prórroga presupuestaria aprobado por una amplia mayoría en el Senado, en base al acuerdo al que llegaron ambos partidos en mayo para evitar que el país se declarara en suspensión de pagos.

 En su lugar, el líder republicano presentó una propuesta partidista, con recortes aún más duros de los acordados inicialmente, con el objetivo de contentar a estos radicales y abrir una segunda ronda de negociaciones con la amenaza de una crisis sobre la mesa.

En concreto, el proyecto que McCarthy había presentado ejecutaría recortes del 30% en programas sociales como los subsidios a la vivienda para los más pobres, la investigación contra el cáncer, la ayuda nutricional a embarazadas y bebés recién nacidos, la limpieza de residuos nucleares o la Justicia, entre otros. 

Una 'manzana envenenada' que casi 200 republicanos han tenido que tragar a cambio de nada, y que los demócratas están deseando utilizar contra ellos en la próxima campaña.

El Caucus de la Libertad exige aprobar los presupuestos partida por partida, hasta un total de 12 leyes separadas, en vez de un texto conjunto de miles de páginas, como se viene haciendo. 

Sin embargo, la insistencia en aprobar recortes aún más profundos que los negociados ha provocado la derrota de la primera de esas 12 leyes, tumbada por los propios radicales. 

Y, a estas alturas, ni hay tiempo ni hay esperanza de que se puedan aprobar todos esos proyectos.

Enfrente, los demócratas y los senadores republicanos han insistido en que se aprueben los presupuestos acordados por los líderes de ambos partidos en junio. Pero McCarthy teme que si lleva esos presupuestos a votación en el Congreso, desatará una rebelión interna que acabará con una moción de censura. 

Así que el presidente del Congreso se encuentra paralizado y convertido en una especie de 'perro del hortelano' legislativo: incapaz de aprobar nada solo con sus propios votos y temeroso de llevar a votación un proyecto bipartidista que podría suponer el fin de su carrera política.

Sobre la mesa está la posibilidad de que cinco diputados republicanos firmen, junto a los demócratas, una petición para tomar el control del orden del día y llevar el proyecto bipartidista a votación puenteando a McCarthy, que podría lavarse las manos.

 Por el momento solo un republicano se ha mostrado dispuesto a firmar, ante el temor generalizado de que el expresidente Donald Trump, partidario de cerrar el Gobierno, se lance a hacer campaña contra la reelección de los diputados que se sumen.

Hasta ahora, el récord del cierre del Gobierno más largo lo tiene Trump, que tardó 35 días en aprobar unos presupuestos en 2019. En aquel momento fue el propio presidente el que se negó a firmar el acuerdo, diciendo que estaba dispuesto a asumir el coste político de hacerlo. La pregunta es cuánto podría extenderse este.

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