
Y en el proceso de construcción de emporios financieros de vida efímera, un puñado de operadores han acumulado una deudas ingentes que ahora se espera que devuelvan sus conciudadanos.
Pero la historia tiene una coda curiosa. A diferencia de otras economías desastrosas de la periferia europea (que tratan de rehabilitarse a base de austeridad y deflación), Islandia ha acumulado tanta deuda y se ha visto sumida en una situación tan apurada, que la ortodoxia carecía de sentido. De modo que, por su parte, Islandia devaluó su moneda enormemente e impuso controles al capital.
Y ha sucedido algo extraño: aunque, en general, se considera que Islandia ha atravesado la peor crisis financiera de la historia, el castigo recibido ha sido en realidad sustancialmente inferior al de otros países.
La moraleja de la historia parece decir que si vas a sufrir una crisis, es mejor que sea una mala, mala de verdad. De lo contrario, acabarás siguiendo el consejo de quienes te aseguran que lo que te curará la enfermedad será más sufrimiento aún.
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