domingo, 27 de septiembre de 2015

Las reformas estructurales en Japón aún no han dado los resultados esperados

TOKIO.- El primer ministro Shinzo Abe lleva desde diciembre de 2012 en que llegó al poder tratando de sacar a la país de dos décadas de estancamiento con la aplicación de una agresiva política de reformas estructurales, que hasta ahora no ha dado los resultados esperados. 

La realidad es que las dos décadas de crecimiento económico estancado no están siendo traumáticas. El país mantiene un nivel de vida y tecnológico envidiable –el paro está en torno al 4%- y la población no da muestras de estar insatisfecha. Sin embargo, los cambios demográficos y la fuerte competencia de otras potencias asiáticas como China y Corea del Sur explican las urgencias de Abe.
El tinte autoritario del primer ministro nipón que se desprende de su forma de imponer las reformas ya quedó de manifiesto con sus controvertidas opiniones sobre el reciente pasado de Japón. Abe cuestionó la existencia de las esclavas sexuales en el Ejercito imperial durante la Segunda Guerra Mundial y que los criminales de guerra nipones lo fueran desde la óptima de su país.
Este desprecio de los hechos históricos se compagina bien con ese plan reformista que quiere impulsar al 'homo habilis' del siglo XXI en detrimento de las especialidades del conocimiento más ligadas al ser humano: el pensamiento, la literatura, la música, la teoría de la justicia, la estética. 
Entre las características más genuinas de las humanidades figura el fomento de la autocrítica, la creatividad y la capacidad de análisis más allá del momento inmediato. Y estos aspectos, aunque no sean fácilmente cuantificables, sirven para impulsar a un país y mejorar la formación y vida de sus habitantes.
En cualquier caso, no parece que los planes del Ejecutivo nipón sean un hecho aislado.

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