TEHERÁN.- El Parlamento iraní ha aprobado este domingo el cierre del estrecho de Ormuz, uno de los principales pasos comerciales y económicos del mundo, en represalia al ataque de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares del país, aunque la decisión final quedará en manos del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Ahora, es el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán quien debe tomar la decisión final sobre el cierre de esta lengua de agua, de algo más de 30 kilómetros.
Así lo ha informado la cadena iraní Press TV.
La Asamblea Consultiva Islámica —el Parlamento de Irán— ha propuesto cerrar el estrecho de Ormuz, una de las rutas marítimas más estratégicas del mundo, en represalia por el ataque de anoche de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares del país.
Aunque la decisión final quedará en manos del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Según medios iraníes, numerosos buques han comenzado a abandonar la zona del estrecho de Ormuz, Además, Irán produce alrededor de 3,3 millones de barriles de petróleo diarios y exporta cerca de 1,7 millones.
Por eso, cualquier escalada bélica en esta zona podría interrumpir seriamente el suministro global de crudo, con consecuencias inmediatas sobre la estabilidad internacional. Se teme que, cuando los mercados abran mañana, se enfrenten a un repunte inflacionario y a una crisis energética de alcance global.
Irán es un importante productor de petróleo, con un bombeo de 3,3 millones de barriles diarios de crudo y exportaciones cercanas a los 1,7 millones, por lo que, si hay una escalada, no es difícil prever una interrupción del suministro de petróleo iraní.
El Estrecho de Ormuz es un «choke point», o punto de estrangulamiento, vital para el funcionamiento del mundo en pleno siglo XXI. Este paso de apenas 30 kilómetros de ancho en su punto más angosto, canaliza materias primas, productos electrónicos, y gran parte de las exportaciones de crudo y gas de los países del Golfo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak, Qatar y Bahréin) hacia Asia —especialmente China e India—, América del Norte y Europa.
Es una salida natural y la ruta más corta para todos los productores de crudo de la zona. Así como el paso idóneo de los barcos petroleros más grandes del mundo. Ya en 2023, el 12% del petróleo que consumió España transitó por este estrecho, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).
Cualquier obstrucción en este embudo estratégico es como poner en riesgo de colapso un castillo de naipes, haciendo que se resienta el comercio, la seguridad energética, alterar la estabilidad militar y diplomática, hasta sentir las consecuencias directas en nuestro bolsillo.
Expertos como el responsable de estrategia de materias primas de ING Research, Warren Patterson, avisaron a mediados de mes que un escenario de escalada eleva la posibilidad de interrupciones en el transporte marítimo, lo que afectaría a los flujos de petróleo del Golfo Pérsico.
"Una interrupción significativa de estos flujos sería suficiente para impulsar los precios a 120 dólares por barril", apunta el analista, anticipando que si las interrupciones persisten hacia finales de año, "podríamos ver al Brent cotizando a nuevos máximos históricos, superando el récord de cerca de 150 dólares por barril de 2008".
El español Gonzalo Escribano, experto en energía del Real Instituto Elcano, apunta que si Irán o alguno de sus aliados, como los hutíes, deciden hacer explotar alguna instalación de exportación que sirva como alternativa al paso del Estrecho de Ormuz, «ya estamos hablando de una cuestión muy importante.
Porque más allá de las cuestiones de suministro o precios, una generalización de la inestabilidad geopolítica en todo Oriente Medio sería una perturbación geopolítica tan brutal que verdaderamente tendría un impacto que va más allá de la energía», afirma.
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