La Reserva Federal se afana desde hace dos semanas por intentar calmar a Wall Street, que teme porque la debilidad del sector inmobiliario y la crisis hipotecaria arrastren a la economía hacia la recesión. La palabra tabú fue pronunciada el jueves pasado por el consejero delegado de Countrywide, la mayor entidad hipotecaria de EE UU. Bank of America tuvo que salir esta semana a su rescate con una inversión de 1.465 millones de euros.
Toll Brothers, el mayor constructor de viviendas de lujo, es otra compañía que está sufriendo de lleno el impacto de la crisis. En el segundo trimestre registró un aumento de las cancelaciones de nuevos proyectos del 18%, algo que su consejero delegado dijo no haber visto nunca antes. Las ventas cayeron un 21% y su beneficio un 85%. La semana pasada, el indicador de vivienda iniciada reveló una caída en las nuevas construcciones hasta los 1,38 millones de unidades, el nivel más bajo en una década.
Con este panorama, los inversores se tomaron como un balón de oxígeno el dato publicado y la revisión al alza del dato de junio (la venta de nuevas viviendas cayó un 4% respecto a mayo, y no el 6,6% que se había estimado). Sin embargo, los analistas de Moody's recordaron que la estadística no refleja los problemas del mercado de crédito en agosto. Y mantienen su previsión de que las ventas volverán a caer este mes y el próximo por el endurecimiento de las nuevas hipotecas.
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