domingo, 4 de noviembre de 2018

Los enfermos del euro / Primo González *

El frenazo económico de Alemania  durante los últimos meses y la publicación de unas cifras realmente malas sobre Italia, que denotan su estancamiento, han puesto en marcha una catarata de diagnósticos pesimistas sobre el inmediato futuro de la economía europea. Esta semana, los ministros de Finanzas del euro tendrán que analizar con detenimiento los detalles del estado económico europeo y actuar en consecuencia.

Cualquier actuación tendrá que  ser, sin embargo, muy  medida ya que  añadir ingredientes de inestabilidad a la economía europea puede entrañar serios riesgos en las condiciones actuales.  Italia es una de las cuatro grandes economías de la zona y su estancamiento económico ha activado presiones internas para impulsar una política fiscal y presupuestaria agresiva, que es justamente  lo que están mirando con  lupa y con sentido crítico en Bruselas.

Italia corre el riesgo de adentrarse en una crisis de financiación significativa si los mercados agudizan el castigo sobre este país, que ya ha superado la cota de los 300 puntos básicos en su prima de riesgo. Este aumento de los costes financieros hace peligrar  el retorno del país al equilibrio fiscal, lo que puede traducirse en un incremento de la ya abultada Deuda Pública, la mayor entre las de los grandes países de la zona euro en relación con el PIB. 

Los datos de cierre del año 2017 aportados esta primavera pasada por Eurostat colocaban a Italia con un  endeudamiento equivalente al 131,8% del PIB frente al 86,7% de la zona euro. España cerró, siempre según las cifras de  Eurostat, en el 98,3% mientras Alemania se situó en el  64,1%. En teoría, el porcentaje virtuoso es el 60%, ya alcanzado este año por Alemania, aunque Italia se encuentra en serio peligro de  acelerar su grado de precariedad.

El manejo de la crisis italiana constituye todo un  desafío al que los titulares de Finanzas de la zona euro habrán de enfrentarse a partir de esta misma semana. La situación no pinta nada fácil, ya que el Banco Central Europeo (BCE) ha ratificado su decisión de retirar a corto plazo, antes de que acabe el año, sus estímulos monetarios, lo que provocará la retirada del mercado del mayor comprador de deuda europea, lo que agravará aún más las perspectivas italianas. También las de otras economías europeas, pero en el caso  italiano el impacto marginal negativo puede ser  muy superior.

Las alarmas sobre la debilidad de la economía europea ya saltaron hace escasas fechas cuando se dio a conocer el débil crecimiento del PIB de la zona euro, apenas un 0,2%, tras el 0,3% de crecimiento trimestral en el  periodo inmediatamente anterior, lo que también representó un retroceso.  

Lo que ahora preocupa no es solo el  ritmo decreciente de la actividad (que en el caso de Alemania se ha visto puntualmente afectado por las ventas de coches a causa de los cambios de normativa de emisiones, algo que también están reflejando otras economías europeas), sino el hecho de que el BCE ya no contará con instrumentos para contrarrestar este desfallecimiento  sino que incluso  puede iniciar de aquí a unos meses (finales del año 2019) un cambio monetario con subidas de tipos.

Estas expectativas se suman a la inestabilidad política que muestra Alemania y la incertidumbre que se abre tras el anuncio de la retirada de  Angela Merkel sin olvidar el incierto desenlace del Brexit y los tambores de guerra comercial que ha desatado Estados Unidos.  En suma, un panorama poco alentador.


(*) Periodista y economista español


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