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lunes, 16 de septiembre de 2024

La calidad de la democracia en el Mundo cae por octavo año consecutivo


ESTOCOLMO.-  La calidad de la democracia en el mundo ha vuelto a caer por octavo año consecutivo en un año cargado de citas electorales, una situación que ha permitido analizar el estado de los derechos y libertades de los que gozan los 3.000 millones de personas en más de 70 países y territorios que han acudido a las urnas a nivel global durante este periodo de tiempo.

Cerca del 47 por ciento de los países ha experimentado un claro descenso de los índices democráticos durante los últimos cinco años, lo que constata la tendencia a la baja en un retroceso que parece consolidarse y que sitúa a España en el puesto 26 de las democracias más plenas del mundo --dos puntos por debajo del año anterior--, según refleja un informe del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA Internacional), una organización intergubernamental con sede en la capital de Suecia, Estocolmo.

Los datos obtenidos apuntan a que uno de cada tres países en los que se han celebrado comicios este año han presentado una pérdida de la calidad democrática, una cuestión que ha empeorado notablemente respecto a hace cinco años. Entre los años 2020 y 2024, uno de cada cinco procesos de este tipo ha sido puesto en duda, por lo que la votación y los procesos de recuento se han convertido en objeto recurrente de dudas y litigios.

Esto supone casi el 20 por ciento de las elecciones celebradas en dicho periodo de tiempo, un lapso en el que candidatos y partidos electorales han rechazado los resultados. "Las elecciones se han decidido mediante reclamaciones judiciales en la misma proporción. En total, una de cada tres elecciones fue objeto de alguna forma de disputa, desde boicots hasta procedimientos legales", recoge el documento.

El año 2023 se ha convertido en el peor para la credibilidad electoral debido al aumento de la "intimidación gubernamental, la interferencia extranjera, la desinformación y el uso indebido de la inteligencia artificial en las campañas electorales". A esto se suma un descenso del número de votantes, ya que se ha reducido del 65,2 por ciento en 2008 al 55,5 por ciento en 2023.

Únicamente uno de cada cuatro países ha logrado avanzar en su desempeño democrático, mientras que cuatro de cada nueve han empeorado, incluidos aquellos con un mayor desempeño democrático, especialmente en Europa y América.

"Si bien se han logrado avances sustanciales en la mejora de las condiciones electorales, las disputas sobre la credibilidad de las elecciones se deben principalmente a irregularidades en el momento de la votación y el recuento de votos", alerta el informe, que hace hincapié en que estos procesos siguen siendo "prometedores" como "mecanismo para garantizar el control popular sobre quienes toman las decisiones".

No obstante, a lo largo de 2023 la credibilidad de estos procesos ha sido significativamente menor en 39 países respecto a los datos recabados en 2018. Solo quince países han obtenido resultados superiores en los últimos cinco años.

Es por ello que la organización ha descrito las crecientes amenazas a la calidad electoral como un "patrón" que ha llevado a una dramática caída de 10 puntos durante los últimos quince años, pero cuyos efectos difieren según la región.

"Esta relación entre la calidad electoral (tanto real como percibida) y la transferencia fluida de poder constituye un arma de doble filo. Por un lado, las crecientes presiones sobre las elecciones provenientes de la desinformación y la polarización, entre otras variables, amplían el espacio para que los partidos y candidatos derrotados nieguen o rechacen los resultados", afirma el texto.

Por otro lado, la organización ha explicado que cuando estos resultados se cuestionan, "pueden surgir aún más dudas sobre la validez e incluso el valor de las elecciones democráticas" en general.

Sin embargo, a medida que este "super año electoral" avanza, los comicios "siguen siendo la mejor oportunidad para poner fin a este retroceso democrático y cambiar el rumbo a favor de la democracia", ha puntualizado antes de subrayar que se trata de un año "cargado de incertidumbre", en el que "el destino de la democracia para indeterminado".

A pesar de la continua caída de la calidad democrática a nivel global, las elecciones celebradas en países como Brasil, Francia, Gambia, Guatemala, India, Polonia y Zambia, entre otros, "conservan una notable capacidad para sorprender a los expertos y, en algunos casos, incluso fortalecer la democracia a pesar de la adversidad", indica el informe.

En los últimos cinco años, el desempeño democrático en África se ha mantenido en general estable, pero ha registrado disminuciones significativas en la zona del Sahel, en particular en Burkina Faso, afectado por un golpe de Estado. Al menos 21 países han experimentado esta caída en la credibilidad electoral, mientras que Burundi y Zambia han logrado mejoras notables.

En Asia occidental, el desempeño democrático está en gran medida estancado, y más de un tercio de los países presentan un escaso desempeño, especialmente en cuestiones de representación.

En Europa, IDEA Internacional alerta de un "descenso generalizado en aspectos democráticos", como el estado de derecho y las libertades civiles --a pesar de los avances en Europa central, en particular en países como Montenegro y Letonia--.

Las Américas mantiene en su mayoría la estabilidad, pero países como Guatemala, Perú, Canadá y Uruguay han experimentado declives en el estado de derecho y las libertades civiles, una situación que se ha dado de forma más suave en la zona de Asia-Pacífico, donde se han registrado "descensos menores" y "mejoras importantes" en Fiyi, Maldivas y Tailandia.

A la cola, sin embargo, se encuentran países y territorios como Afganistán, Birmania, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y los Territorios Palestinos Ocupados, entre otros. Los países que han constatado una mayor caída en la lista son Níger, Gabón, Sierra Leona, Madagascar y Túnez.

jueves, 15 de febrero de 2024

La calidad de la democracia en el Mundo cae a un mínimo histórico en casi dos décadas

 LONDRES.- La calidad de la democracia en el mundo ha caído a un mínimo histórico en los últimos 17 años y será puesta a prueba este 2024, un año cargado de citas electorales que permitirán analizar el nivel de derechos y libertades del que gozan más de 70 países y territorios abocados a acudir a las urnas.

Aunque la cifra de países clasificados como democracias ha aumentado a lo largo del último año, el índice de calidad democrática de 2023 realizado por la revista británica 'The Economist' refleja que se ha producido una disminución del bienestar democrático respecto al año anterior, por lo que se espera que solo 43 de los procesos electorales previstos se lleven a cabo de forma "libre y justa".

El mayor retroceso se ha registrado en aquellos países clasificados como regímenes "híbridos" y "autoritarios". Así, la puntuación global de la calidad democrática ha caído de un 5,29 en 2022 a un 5,23 --si bien ahora son 74 los países considerados democráticos en todo el mundo--. Esto supone un mínimo histórico desde 2006, cuando se creó el índice en cuestión.

Entre 2022 y 2023, la puntuación media de los "regímenes autoritarios" cayó 0,12 puntos y la de los "regímenes híbridos" 0,07 puntos. En comparación, el descenso interanual de la puntuación media de las "democracias plenas" y las "democracias defectuosas" fue más leve: 0,01 y 0,03 puntos, respectivamente. 

Esto sugiere que los regímenes no democráticos se están afianzando, mientras que los "regímenes híbridos" parecen luchar por democratizarse.

Según la media realizada por el citado semanario, casi la mitad de la población mundial vive ya en una democracia de algún tipo, en torno al 45 por ciento, si bien un 7,8 por ciento lo hace en una "democracia plena". 

En 2015, esta cifra ascendía al 8,9 por ciento. Este retroceso se ha visto acentuado por la caída de Estados Unidos de "democracia plena" a "democracia defectuosa". Esto implica que el 39,4 por ciento de la población vive bajo régimen autoritario.

Los países escandinavos vuelven a encumbrar la lista de mayores democracias del mundo, capitaneados por Noruega, que ha ocupado este puesto durante catorce años --los cinco países nórdicos se encuentran entre los diez primeros--. Por contra, Afganistán se sitúa el último por tercer año consecutivo.

Los datos muestran que ningún país ha mejorado más de medio punto, aunque 'The Economist' ha nombrado Grecia como el mejor país de 2023 al trasladarlo a la categoría de "democracia plena" tras la celebración de elecciones primarias, parlamentarias y regionales durante el último año. 

Entre los que han salido peor parados se encuentran Níger y Gabón tras sufrir sendos golpes de Estado durante el mismo periodo de tiempo.

En lo referente a la situación de la democracia en las regiones, el índice apunta a que un 71 por ciento de los países de Europa occidental incluidos en la lista son democracias plenas, lo que convierte esta región en la más democrática del mundo. Únicamente Turquía sigue siendo un "régimen híbrido", indica el documento, que estudia la situación democrática en 165 países.

Estas cifras disminuyen drásticamente al centrarse en otras regiones, como el África subsahariana, que ha sufrido un caída hasta sus niveles más bajos en 2006. 

América Latina también se ha visto gravemente afectada tras registrar su octava caída consecutiva, especialmente después de que el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, se presentara nuevamente a los comicios en un claro desafío a la Constitución.

Las guerras y conflictos han socavado el nivel democrático a nivel Mundo durante este último año. La guerra en Ucrania ha debilitado las instituciones democráticas del país (aunque sigue estando por encima de Rusia), mientras que la toma de Nagorno Karabaj por parte de Azerbaiyán ha modificado la puntuación obtenida tanto por Bakú como por Armenia.

A esto se suman otros conflictos armados como el de Sudán, Siria o la ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza, que "amenaza la seguridad y la democracia en la región", tal y como afirma el citado medio.

En los países más democráticos los electores podrán elegir a sus próximos gobiernos. En Rusia, no obstante, todo apunta a que los comicios, previstos para el mes de marzo, se realicen en un contexto de fraude y represión.

En países clasificados como "democracias defectuosas", como Estados Unidos o India, se prevén dificultades a la hora de sacar adelante procesos electorales transparentes dado que dichos estados cuentan con "debilidades" a nivel político y democrático.

El informe ha mantenido a España en la última posición de las democracias de mejor calidad, empatada con Francia con 8,07 puntos --y con mayor puntuación en cuestiones como la cultura política o el nivel de libertades civiles--.

El país, considerado una "democracia plena", llegó a alcanzar su nota más alta en 2008, si bien obtuvo la más baja en 2021, con 7,94 puntos. Además, se sitúa entre los países que han condenado la invasión rusa de Ucrania y carece de víctimas mortales por conflictos armados.

El índice clasifica cada año a más de un centenar de países y territorios en base a una escala del 1 al 10 según la solidez de sus prácticas democráticas, incluida la imparcialidad con la que llevan a cabo los procesos electorales internos y la protección de las libertades civiles.

Las elecciones son una condición democrática fundamental, pero están lejos de "ser suficientes", recalca el informe, que estipula que el objetivo de las elecciones es "facilitar que el pueblo esté detrás del gobierno". 

"Eso requiere, como mínimo, que las elecciones sean libres y justas, y que todos los sectores de la sociedad estén representados en un sistema de partidos competitivo", puntualiza.

lunes, 4 de noviembre de 2019

La democracia global está en auge, no retrocediendo

NUEVA YORK.- En todo el mundo, de Hong Kong a Ecuador, de Sudán a Irak, manifestantes enojados están llenando las calles y las plazas urbanas, chocando con la policía, destrozando tiendas y quemando llantas. No tienen un liderazgo claro. Sin embargo, incluso en el irremediablemente sectario Líbano, los manifestantes parecen desafiantemente unidos contra sus gobernantes. Y ya han reclamado tres premios: los líderes de Sudán, Argelia y Líbano.

Sus motivaciones inmediatas difieren. La ira pública fue desatada en Líbano por un impuesto propuesto a las llamadas por WhatsApp; en Chile, por un incremento en las tarifas del metro. En general, la desigualdad persistente se ha vuelto más intolerable en esos países, especialmente entre los jóvenes desempleados y subempleados, con el trasfondo de una desaceleración económica global.
Si bien es difícil señalar una causa que unifique las protestas simultáneas, es posible disipar un mito. La agitación no ha explotado, como sugirió el New York Times la semana pasada, porque "la expansión de la democracia se ha estancado en todo el planeta".
Ese análisis se debe en gran parte a una noción conservadora de la democracia. Sostenida por instituciones de la Guerra Fría como Freedom House, esta idea confunde la democracia con las elecciones y otras cuestiones de procedimiento. No entiende que la democracia es, por encima de todo, un sentimiento social, una exigencia potencialmente revolucionaria de igualdad y dignidad; lo que para el siglo 20 había acabado en Occidente con milenios de gobierno de reyes y la clase feudal poseedora de tierras.
Alexis de Tocqueville, el analista más agudo de la democracia, profetizó que era el destino ineludible de todas las sociedades, sin importar cuán jerárquicas. Tenía claro que, una vez "destruidas la monarquía y la aristocracia", la democracia no "se detendría ante la burguesía y los ricos".
En efecto, la burguesía y los ricos europeos del siglo XIX gastaron mucha energía intentando contener la democracia y mantener a la gente ordinaria, especialmente a las clases trabajadoras industriales y a las mujeres, en su lugar. Walter Bagehot, reconocido editor de The Economist, escribió obsesivamente sobre "lo que pueden crear los valores contra la democracia". Se propuso expandir el sufragio más allá de las clases poseedoras de tierras y se ofreció un tipo básico de seguridad social a los pobres en dificultades.
Pero un golpe político tras otro revelaron que, como escribió Tocqueville, las personas en la era de la democracia "tienen una pasión ardiente, insaciable, eterna e invencible" por la igualdad, y que "tolerarán la pobreza, la esclavitud, el barbarismo, pero no tolerarán a la aristocracia". Esta intolerancia vuelve a hacerse evidente en las revoluciones en contra de la élite en Occidente hoy en día.
Es sorprendente más notoria en el mundo poscolonial, que desde la Primavera Árabe ha visto los levantamientos más grandes del mundo.
Quienes tengan más de 40 años recordarán una época en Asia y África cuando una extrema condescendencia, incluso el miedo, marcaban la relación entre los gobernantes y sus gobernados, ricos y pobres, clases altas y bajas, y las castas. Con la inmunidad garantizada, los ricos y poderosos podían matar sin consecuencias, a veces literalmente. 
Una élite pequeña e incestuosa robaba las arcas del estado y derrochaba en Londres, Nueva York y París, elevando las ganancias de los agentes de bienes raíces, Harrods y Bloomingdale’s, por no mencionar a los planeadores de fiestas y los glamurosos servicios de acompañantes.
Un recordatorio de estos buenos tiempos para los Suhartos, los Bhuttos y los Mubaraks del tercer mundo es el recientemente expulsado primer ministro de Líbano, Saad Hariri, quien presuntamente dio un regalo de 16 millones de euros a una modelo de bikinis que conoció en un resort de lujo en las Seychelles.
Incluso en India, supuestamente la democracia más grande del mundo, una sola familia dominó la política por décadas, incluyendo a unos cuantos leales es su red de patrocinio, pero excluyendo a innumerables otros. Los visitantes se maravillaban de la infinita paciencia de los millones degradados y en sufrimiento, preguntándose por qué no se revelaban contra sus crueles amos.
Las jerarquías sociales finalmente empezaron a agrietarse más rápidamente desde la década de 1990, con una mayor politización y el crecimiento de la alfabetización, los canales de televisión por satélite y los medios digitales. Las protestas masivas contra una élite gobernante corrupta en India en 2011 fueron la primera señal de que la sociedad y la política India estaban a punto de transformarse radicalmente.
De hecho, las protestas prepararon el escenario para Narendra Modi, quien llegó al poder denunciando a las dinastías venales e ineptas y declarando representar a las víctimas. Asimismo, la agitación social masiva por el aumento del pasaje de bus en Brasil allanó el camino para Jair Bolsonaro.
No hay garantía de que el actual levantamiento contra las élites gobernantes no empodere a los demagogos. A finales del siglo XIX en Europa, los movimientos de extrema derecha y antisemitas también secuestraron la demanda de democracia, marginalizando a los partidos con tendencia a la izquierda y liberales.
El desafío práctico, ahora tanto como entonces, es cómo hacer la democracia masiva más compatible con las libertades individuales, cómo encontrar instituciones políticas y económicas capaces de desplegar la tremenda energía de la movilización social para el bien general.
Mientras tanto, debemos resistir la conclusión de que la democracia está en decadencia; ya que, si la democracia significa el gobierno del pueblo, y una demanda de igualdad social, entonces somos testigos de su florecimiento en las partes más pobladas del mundo.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Ex primeros ministros europeos alertan en Brasil de la crisis de las democracias

SAO PAULO.- Los ex primeros ministros Dominique de Villepin, de Francia, y Massimo D'Alema, de Italia, alertaron hoy en un seminario en Sao Paulo sobre la preocupante crisis que viven los sistemas democráticos y el riesgo que esto supone para el progreso.

Los ex primeros ministros Dominique de Villepin, de Francia, y Massimo D'Alema, de Italia, alertaron hoy en un seminario en Sao Paulo sobre la preocupante crisis que viven los sistemas democráticos y el riesgo que esto supone para el progreso.
Villepin dijo que el mundo vive actualmente "tres desequilibrios" relacionados con la pugna entre Estados Unidos y China por el liderazgo global, la aparición de nuevas corrientes ideológicas, como el populismo conservador, y el aumento de las desigualdades.
"Estamos viendo una ideología global, el conservadurismo populista, que piensa que hay países más importantes que otros, que hay grupos sociales que pueden mandar sobre otros y que hay un color de piel que es mejor que el de otros", afirmó el ex primer ministro francés.
Villepin citó específicamente el Gobierno del presidente estadounidense Donald Trump, quien, a su juicio, piensa que "el caos va a favor de EE.UU." y por eso "atacan las instituciones" y "critican" los acuerdos sobre cambio climático y los tratados internacionales.
Asimismo, manifestó que otra ideología vigente es la de las redes sociales, "que hace que estemos en un mundo de la posverdad".
"Se puede decir toda clase de tonterías, no importa, la gente se lo cree todo y por eso tenemos que tener en cuenta la historia para que no se repitan las bobadas de tiempos de antes", añadió.
Massimo D'Alema expresó en su exposición que, "sin justicia social y sin reducir las desigualdades", "la democracia corre riesgo de reducirse a una lista de reglas que facilitan el dominio de las clases dominantes".
"El crecimiento de las desigualdades, la exclusión social de una parte de la población y el poder no controlado del sistema financiero son las causas de la crisis de los sistemas democráticos", aseveró, y advirtió sobre el proteccionismo y el nacionalismo", cada vez "más presentes" en la sociedades.
Desde su punto de vista, la globalización desembocó en una "acumulación de una riqueza financiera enorme en pocas manos" y fuera del "control político".
"Hubo una reducción de los beneficios sociales y de esta forma se empezó a vaciar la democracia", explicó D'Alema.
En este sentido, puso como ejemplo la Unión Europea, inmersa en una "profunda crisis" que se expresa en la "creciente desconfianza de la ciudadanía europea", según el ex primer ministro italiano.
Villepin y D'Alema participaron hoy en el foro "Amenazas a la Democracia y al Orden Multipolar", organizado por la Fundación Perseu Abramo, ligada al Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, cuyo presidenta, Gleisi Hoffmann, se encargó de abrir.
En el simposio también se encuentra el exjefe del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y se espera la presencia del lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky, entre otros académicos, intelectuales y líderes políticos.