PEKÍN.- La numerosa población, la escasez de tierras arables y el 
cambio de dieta suscitado por el desarrollo económico empujan a China a 
intensificar la compra de tierras agrícolas en el extranjero. China 
concentra una quinta parte de la población mundial pero solamente el 10%
 de las tierras arables disponibles en el mundo.
La 
contaminación endémica, el exceso de fertilizantes químicos, la 
urbanización y el cambio climático tienden a disminuir la superficie 
agrícola y su productividad. El desarrollo del poder adquisitivo 
estimula por otra parte el consumo de carne, un cambio de dieta que 
obliga a aumentar las importaciones de soja y de maíz para alimentar el 
ganado. 
Al mismo tiempo, los escándalos sanitarios que afectaron 
recientemente la industria alimentaria china (arroz contaminado con 
cadmio, leche con melamina...) reforzaron el interés por los alimentos 
importados.
Todo eso llevó a un espectacular aumento de 
las inversiones agrícolas de China en el extranjero, que desde 2010 
totalizan 94.000 millones de dólares, según los organismos 
estadounidenses Heritage Foundation y American Enterprise Institute. 
China pone el punto de mira a varios países del sudeste asiático, África
 y América Latina, según Land Matrix, una base de datos independiente de
 un grupo de investigadores. Argentina, Chile, Brasil, Mozambique, 
Nigeria, Zimbabue, Camboya y Laos entre otros países, registran la 
llegada de inversiones chinas, ya sean estatales o privadas, en campos 
de cereales, de soja, cultivos de frutas o haciendas de ganado.
Desde
 2012, investigadores recopilaron proyectos chinos por un total de nueve
 millones de hectáreas en países en desarrollo. El grupo inmobiliario 
Shanghai CRED, asociado con un grupo minero, compró en 2016 en Australia
 el rancho más grande del mundo, S. Kidman & Co, dueño de 185.000 
cabezas de ganado y del 2,5% de las tierras agrícolas del país. En 2012,
 el grupo chino Shandong Ruyi había comprado la plantación de algodón 
más grande de Australia.
Por su parte, los gigantes 
agroalimentarios Bright Food, Yili y Pengxin compraron decenas de 
fábricas de leche en Nueva Zelanda, provocando malestar entre los 
agricultores locales. En Estados Unidos, el chino Shuanghui compró el 
fabricante de salchichas Smithfield Foods, un paso para poder acceder a 
las tierras ganaderas estadounidenses.
En Francia, los 
multimillonarios chinos multiplican las compras de viñedos y hace poco 
las autoridades descubrieron que inversores chinos habían adquirido 
1.700 hectáreas de tierras cerealistas en el centro del país a través de
 un montaje jurídico que permitió evitar el control de la 
administración. 
El conglomerado chino Reward Group confirmó en febrero que había comprado "alrededor de 3.000 hectáreas" de tierras en 
Francia para cultivar trigo biológico. Ese mismo conglomerado va a 
instalar una cadena de panaderías en Francia.
Esa 
intensificación de las inversiones chinas en la agricultura francesa, 
que tiene lugar en un momento de descontento de los agricultores, 
suscitó una reacción del presidente francés que este jueves anunció una 
nueva reglamentación sobre las compras de tierras agrícolas por 
extranjeros.

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