PEKÍN.- América Latina brinda materias
primas y recursos energéticos y China, manufacturas. Pero si bien el
comercio bilateral se ha multiplicado en los últimos años, la región
quiere ahora sacar una mejor tajada de su relación con el gigante
asiático.
El próximo encuentro es en Pekín durante el foro
ministerial entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(Celac) y las autoridades chinas que se celebra este 8 y 9 de enero, con
la presencia del presidente Xi Jinping y sus homólogos Nicolás Maduro,
de Venezuela, Rafael Correa, de Ecuador y Luis Guillermo Solís, de Costa
Rica, país que ejerce la presidencia pro témpore de la Celac.
La
cita fue anticipada por el mandatario chino tras su gira de julio por
Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba, en la que se comprometió a dirigir
hacia América Latina préstamos e inversiones en proyectos por unos
70.000 millones de dólares.
"Llevará nuestras relaciones a un
nivel superior", dijo en rueda de prensa Zhu Qingqiao, director
general del departamento para América Latina y el Caribe de la
cancillería china al referirse al evento.
Participarán 20
ministros de los 33 países miembros de la Celac, el organismo de
integración diseñado en 2010 como sucesor del grupo de Río y que excluye
expresamente a Canadá y Estados Unidos.
La
cumbre marca la voluntad de Pekín de buscar una relación en bloque con
América Latina. "Esto es algo que China ha intentado hacer desde hace
algún tiempo: una aproximación a la región como una totalidad", señaló Margaret Myers, directora del programa China y América Latina
del centro de estudios Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Además
de su papel como principal socio comercial de la región, China se ha
convertido en la última década en el segundo comprador de América
Latina, y uno de los principales inversionistas (102.000 millones de
dólares según el FMI) y mayores prestamistas, ayudando a Venezuela y
Argentina, por ejemplo, a sortear sus dificultades.
Pero en los
últimos meses ha acelerado su papel como financiador de grandes
proyectos de infraestructura, como un nuevo canal interoceánico que
unirá el Caribe y el Pacífico a través de Nicaragua.
El canal, con
un costo estimado de 50.000 millones de dólares, estaría finalizado en
2019 incluyendo las obras accesorias: dos puertos, un aeropuerto, una
zona franca, un centro financiero y un complejo habitacional y
turístico.
Pero no es sólo este canal. América Latina está unida
culturalmente pero desastrosamente conectada por una pésima red que sólo
incluye una autopista regional inconclusa, la carretera Panamericana
que se interrumpe en la pantanosa selva del Darién en la frontera de
Colombia y Panamá.
Además, la región tiene urgencia de renovar sus
puertos marítimos, ferrocarriles y el transporte fluvial. Todo un
atractivo portafolio para las empresas chinas y que Pekín, a diferencia
de Estados Unidos los últimos años, parece estar decidido a financiar.
"Hay
grandes acuerdos que China está interesada en llevar a cabo, como el
proyectado ferrocarril entre Perú y Brasil (...) y el gasoducto desde
Venezuela a Colombia hasta el Pacífico", señala Myers.
Con
los precios de las materias primas en caída, América Latina quiere
ahora ingresar al difícil mercado chino. El Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) ha encomendado ya dos estudios sobre las oportunidades
que se abren para empresas latinoamericanas en el mercado del gigante
asiático.
El comercio total entre China y América Latina llegó a
292.000 millones de dólares en 2013, casi diez veces más que en 2003,
pero casi dos terceras partes corresponden a las ventas chinas y las
exportaciones latinoamericanas se concentran en productos minerales y
agropecuarios, según un informe del BID publicado en septiembre.
Hasta
ahora apenas cerca de un centenar de empresas, en su mayoría
brasileñas, han invertido directamente en China,sobre todo en alimentos,
bebidas y minería.
Los países centroamericanos han tratado en la
última década de penetrar los mercados asiáticos con su café desafiando
al tradicional té.
México busca que el tequila tenga el mismo
éxito que ha logrado la multinacional de la industria alimenticia Bimbo,
que con sus productos de panificación desde 2006 se ha convertido en un
modelo exitoso.
Bimbo es uno "de los casos más interesantes y
espectaculares de una inversión latinoamericana en China (porque)
supieron ser pacientes", señala Enrique Dussel Peters, coordinador del
Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM).
"Eso significa que las empresas que no sean constantes no tienen nada que hacer", señaló.
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