domingo, 21 de septiembre de 2008

Crisis de ideas / Gabriel Calzada*

«Ni el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ni el Secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, saben qué hacer pero están intentando tener alguna idea». Así de claro describía el miércoles el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, la crisis de ideas que sufren una inmensa mayoría de políticos y economistas. La observación de Reid, además, cuadra a la perfección con la impresión que tienen los millones de personas que asisten atónitos a un festival de intervenciones asimétricas en el que empresas como Bear Stearns son rescatadas y otras como Lehman Brothers no.

Una justificación posible al aparente doble rasero y desconcierto ante las quiebras de instituciones financieras es que las autoridades tratan de salvar a aquellas empresas con problemas de liquidez pero dejan caer a las que no son solventes. La idea no es descabellada.De hecho, antes de que la banca central se convirtiera en el monopolio que es hoy, eso es lo que hacían los banqueros privados.Sin embargo, tratar de sustituir a los banqueros que se jugaban su propio dinero por funcionarios públicos a la hora de separar la paja del trigo es una temeridad.

Ahora son Morgan Stanley, Goldman Sachs, Washington Mutual, MBIA y un largo etcétera las empresas financieras que tras endeudarse a corto para invertir a largo plazo guardan cola para suspender pagos. Lo interesante es que las primeras intervenciones se hicieron porque de lo contrario, nos decían, ocurriría lo que ha terminado ocurriendo. ¿Qué se ha conseguido entonces aparte de rebajar con porquería los activos más líquidos de la Reserva Federal y hacer pagar al ciudadano de a pie lo que tendrían que pagar a otros?

Más interesante aún es que nos deshicimos del «rígido y arcaico» patrón oro cuyo verdadero pecado era que ataba las manos de políticos y banqueros dispuestos a invertir y gastarse recursos que no tenían porque, supuestamente, no pudo evitar quiebras bancarias en el pasado. Teníamos que acceder a la utopía financiera y de acuerdo con keynesianos y monetaristas eso se conseguiría monopolizando aún más el sistema monetario y desatando a estos personajes para que pudieran invertir a largo plazo mientras se endeudaban a corto. Pues bien, el engendro de ingeniería monetaria que incita el apalancamiento de toda la estructura económica no sólo no nos trajo el paraíso a la tierra sino que lo sustituyó por una resplandeciente burbuja que ha estallado en sus manos cuando menos lo esperaban.

Después de llevar meses tratando de solucionar un problema de solvencia entregando los activos más líquidos de los bancos centrales a cambio de auténtica basura sin aparentes efectos positivos, la Fed y el Tesoro idean ahora crear un trust público que compre los activos de mala calidad de la banca, trasladando así las sospechas y la presión a la deuda pública y al dólar. El riesgo moral se disparará y muchos se quedarán sin recibir la sana lección del mercado en forma de pérdidas. Mientras Bernanke y Paulson idean desesperadamente cómo salir del lío en el que ellos mismos nos han metido -con sus intervenciones sobre los tipos de interés y sobre las quiebras empresariales- socializando las pérdidas, nosotros deberíamos reflexionar sobre cómo sustituir el diseño institucional intervencionista que nos ha llevado al borde del precipicio.

Habrá que recordar que no todas las escuelas económicas han fracasado en la predicción de la crisis. Como ya advirtiera el Banco Internacional de Pagos hace dos años, la escuela austriaca, los seguidores de Menger, Mises y Hayek, pronosticaron durante los años dulces de la pasada expansión que este sistema de dinero fiduciario con una estructura de préstamos asentada en la banca con coeficiente de reserva fraccionaria estaba distorsionando toda la estructura productiva y financiera y provocaría una gran crisis.

Según estos teóricos las inversiones hay que financiarlas con ahorro real a largo plazo y no hay panaceas que puedan eludir esa máxima. No se puede crear capital por edicto gubernamental con dinero de nueva creación sin respaldo real ofrecido a tipos de interés negativos en términos reales, ni tampoco haciendo que los picos de tesorería para atender pagos en esta o la próxima temporada sirvan como sustitutos del ahorro para las inversiones de la economía. Bien harían los fracasados expertos en revisar las políticas de inspiración keynesiana que, durante décadas, han destruido el ahorro cuando ahora vagan buscando ahorro verdadero que recapitalice a todos esos cadáveres o intentan convertir en accionistas y prestamistas forzosos a contribuyentes, sus hijos y hasta sus nietos.

Por eso no es de extrañar que los economistas austriacos nos propongan lo mismo que parece estar intentando hacer el mercado: volver a un patrón oro y evitar la práctica de endeudarse a corto plazo para invertir a largo. Así, nuestra buena salud económica no dependería de la ingeniería del rescate ni de las brillantes ideas que puedan ocurrírsele a los autoproclamados dirigentes del sistema monetario.

*Gabriel Calzada es presidente del Instituto Juan de Mariana www.elmundo.es

Europa, en alerta máxima

BRUSELAS.- En 1387, es decir, dos siglos antes de que existiera siquiera un camino llamado Wall Street, el arzobispo Adhemar Fabri les dio a los ginebrinos el privilegio de prestar dinero con intereses, una excepción a la cruzada secular de la Iglesia contra la «usura».Desde entonces, los bancos suizos han sido el refugio más seguro contra las turbulencias políticas, financieras, históricas y, a veces, legales, según "El Mundo".

La banca en la que confiaban los reyes franceses, incluso después de haber perseguido a sus fundadores protestantes, era el símbolo de la autodisciplina. Con pocas obligaciones de seguros, liquidez o transparencia de las autoridades nacionales, los banqueros suizos han mantenido durante siglos el estandarte de la prudencia y de la precisión.

Pero hasta los relojes de cuco fallan y ahora UBS, el mayor banco privado de millonarios del mundo, se encuentra entre los más tocados por los vaivenes del sistema financiero estadounidense.Los discretos suizos compraron silenciosamente bonos con basura tóxica, contaminados por créditos hipotecarios de altísimo riesgo, y la desconfianza les ha pasado factura en Bolsa.


Sin contar con esta semana, UBS ya estimaba pérdidas, por culpa del primer golpe de la crisis, de 30.000 millones de euros. Y desde enero, sus acciones han bajado más de un 70%. Sólo una fusión con su rival, Credit Suisse, o la inyección de dinero del banco central suizo son capaces de calmar algo las aguas.

Los líderes europeos insisten en que la nueva crisis del sistema financiero precipitada por la caída de Lehman no se reproducirá a este lado del Atlántico, pero lo cierto es que varios bancos ya están sufriendo.

El analista londinense Dirk Hoffmann-Becking, de Bernstein Research, recomienda a sus clientes precaución con UBS, Credit Suisse y Deutsche Bank, los candidatos al dolor. En caso de un «efecto dominó», según él, «ninguno de los tres grandes bancos europeos podrá seguir adelante sin una inyección significativa de capital».

Aunque sólo el holandés ING ha admitido de momento sus pérdidas por los bonos no cubiertos (unos 100 millones de euros), los grandes bancos centroeuropeos descubren sus cuentas plagadas de activos del malogrado Lehman. Desde el banco belga Dexia, con 500 millones, hasta los grandes franceses, Société Générale o BNP Paribas, cada uno con más de 400 millones en bonos de la sociedad estadounidense; o, con pocas decenas de miles de euros, Bancaja y Caixa Catalunya.


Aunque la mayoría asegura que sólo perderán una fracción de sus compromisos, los analistas de Natixis repiten que es demasiado pronto para calibrar la profundidad del impacto de esta crisis, que, sólo para Lehman, acumula una exposición europea conjunta de más de 3.000 millones de euros (aunque sólo una parte sea irrecuperable), antes de empezar a calibrar los daños por AIG.

Pero el mensaje europeo sigue siendo de calma. Jean-Claude Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, reino bancario, dijo esta semana que «no debe haber pánico», porque la estabilidad del sistema financiero en la UE. La ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, defendió que las entidades galas están a salvo, porque siguen haciendo «banca de verdad». «Los suizos eran famosos por eso», comentaba, al escucharla, un experto comunitario, que matizaba: «el Estado francés, como otros centroeuropeos, no se dejará a sus monstruos caer».

Enlaces de conveniencia para afrontar la crisis

«Hace sólo un año hubiera sido muy difícil que este trato saliera adelante, pero vivimos tiempos extraños», reconocía Eric Daniels, el consejero delegado de Lloyds, justo después de anunciar la adquisición de HBOS- Halifax Bank of Scotland-, el principal banco hipotecario de Reino Unido. En estos tiempos peculiares, un gigante crediticio puede perder en pocos meses casi el 80% de su valor en Bolsa y estar al borde del abismo en tres días, como le ha pasado al británico.

La banca europea repite no encontrarse en condiciones tan desesperadas como la de EEUU, en el dilema entre la suspensión de pagos o la venta a cualquier postor, pero ya empieza a intentar aplicar algunos remedios parecidos: fusionarse o morir.

Tras días negros para la banca suiza, los rumores de que los grandes rivales UBS y Credit Suisse se podrían unir le han dado la vuelta a la caída de sus acciones y al pesimismo de los analistas.Y, de repente, no suena tan descabellado, según los expertos, el matrimonio de convivencia para soportar los malos tiempos de BNP Paribas y Société Générale, aunque los sindicatos ya han alertado varias veces contra una fusión que, por el solapamiento, acabaría con muchos puestos de trabajo.

La receta alemana a la crisis también es el crecimiento, como el del Deutsche Bank gracias a la compra del Postbank o el del Commerzbank con el Dresdner Bank, de Allianz, la mayor aseguradora europea y ahora también en el punto de mira. Mientras los bancos en España o Italia ya han pasado por su propia oleada de concentraciones, en Centroeuropa y los países nórdicos aún queda margen para compraventas.

Ahora bien, el entusiasmo y las prisas para resguardarse de la crisis en la UE se toparán con la implacable Neelie Kroes, la comisaria de Competencia y quien debe decidir si tanto matrimonio apresurado es legal y no limita las opciones de los consumidores.Fuentes comunitarias insisten en que la legislación europea, pese a su fama de inflexible, no ha impedido los rescates de bancos en números rojos, como el Northern Rock, en Reino Unido.Sin embargo, con o sin crisis, a la hora de analizar las fusiones, el único criterio es el de la competencia.

Héroes y villanos del gran 'crash'

WASHINGTON.- Toda crisis genera sus estrellas y sus estrellados. Y sus niños prodigio. En este caso, este último título corresponde a Timothy Geithner, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York.Geithner es, en cierto sentido, una rara avis en el panorama financiero estadounidense. No tiene un MBA ni es doctor en Economía, sino que tiene un Master en Relaciones Internacionales por la Johns Hopkins, una institución académica más centrada en el ámbito de la Defensa que en el de la Economía. Pero, aún así, él ha sido el fontanero que ha puesto en marcha las inyecciones de liquidez y los paquetes de rescate y ha mantenido abiertos los canales de comunicación entre el sector privado y la Administración Bush, revela "El Mundo".

En esos canales de comunicación, Geithner ha contado con una serie de interlocutores decisivos. Entre ellos, James Dimon, el presidente de JP Morgan Chase, un banco que se ha convertido en una fortaleza -al menos hasta la fecha- frente a la crisis.Y de Ken Lewis, que ha aprovechado los problemas de sus rivales para convertir a Bank of America en el mayor banco del mundo tras la compra de Merrill Lynch. Una compra que el presidente de Merrill Lynch, John Thain -otra de las estrellas de Wall Street- ha logrado convertir en un gran éxito simplemente porque la ha realizado antes de que su banco se hundiera.

Aunque quien puede haber ganado más en esta crisis es John Paulson, del hedge fund del mismo nombre, que el año pasado ganó 700 millones de euros en dos meses apostando por la crisis de las hipotecas basura y que siempre ha dicho que la crisis iba a ser más profunda de lo que creía el consenso del mercado. Es una tesis similar a la del profesor de economía de la Universidad de Nueva York (NYU) Nouriel Roubini, que se ha convertido acaso en el líder de opinión más influyente de EEUU gracias al colapso de Wall Street.

Roubini es de tendencia demócrata, al igual que otros expertos cuyo catastrofismo ha venido más o menos avalado por los hechos, como el profesor de Princeton Paul Krugman. A quienes les ha ido peor, al menos cuando han hecho previsiones, ha sido a los republicanos. Don Luskin, uno de los asesores más próximos al vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, ha visto cómo su optimismo sobre la recuperación del mercado y sus constantes llamamientos a la no intervención acababan siendo golpeados por la realidad.

Por no hablar de Jim Cramer, el comentarista televisivo de la cadena de televisión CNBC, quien, cuando faltaban horas para que JP Morgan Chase comprara Bear Stearns, seguía gritando a sus oyentes que compraran acciones de ese banco.

Claro que donde la crisis se ha llevado por delante todo el prestigio -aunque no todo el dinero- de muchos es en Wall Street. Robert Rubin, ex secretario del Tesoro con Clinton, y ex presidente de Goldman Sachs y de Citigroup, ha sufrido una pérdida de su valor como financiero sólo comparable a la cotización de los bancos que dirigió, o a la del dólar cuyo nivel él llevó a niveles estratosféricos en los 90. Lo mismo que Hank Greenberg, el creador del gigante de los seguros AIG, que abandonó hace dos años en medio de acusaciones de haber realizado trampas contables, y que ahora acaba de perder casi 500 millones de euros en Bolsa.

Ellos son, junto con Chuck Prince y Stan O'Neal -ex presidentes de Citigroup y Merrill Lynch, respectivamente-, Jimmy Cain -de Bear Stearns-, Richard Fuld -de Lehman-, y Daniel Mudd y Richard Syron -de Fannie Mae y Freddie Mac, respectivamente- las bajas más notables de las hipotecas-basura en Wall Street.

LOS 'VALORES' DE LA 'SEMANA NEGRA'

COMPRAR

Henry Paulson (secretario del Tesoro de EEUU). A su llegada al Tesoro, hace tres años, Henry Paulson fue recibido como un nuevo Robert Rubin -que, como él, dirigió antes Goldman Sachs-, hasta que su lentitud en reaccionar ante la crisis destruyó su prestigio. Hasta ahora. En las últimas semanas Paulson ha mostrado una enorme iniciativa, y se ha revelado, al igal que Rubin, como un eficaz hombre de consenso. Ha sido un cambio tan grande que muchos creen que el problema no era Paulson, sino la disfuncional Administración Bush, en la que el vicepresidente Cheney torpedeaba las iniciativas del Tesoro.

Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal). Paulson ha formado un eficaz equipo con Ben Bernanke. Sólo ha hecho lo que mejor sabe: imprimir dinero. Al fin y al cabo, el presidente de la Fed hizo su carrera académica estudiando la Gran Depresión de los años 30 de acuerdo a las teorías de Milton Friedman, el padre del monetarismo, que sugieren que el origen de aquella crisis no fue tanto el crash de la Bolsa del 29 como la política restrictiva de la Reserva Federal.

Dominique Strauss-Kahn (director gerente del FMI). Está en un un plano secundario, aunque ha logrado que la crisis fortalezca la reputación de su organismo. ¿La razón? En abril, el Fondo publicó un sombrío informe que le ganó las críticas unánimes de los ministros de Economía, desde Solbes hasta Paulson. Seis meses después, el único fallo de su análisis es que se quedó corto a la hora de predecir lo que se avecinaba.

VENDER

Christopher Cox (presidente de la SEC): «Cambiaron la hora de la reunión y no me lo dijeron». Con esa franqueza explicó a The Wall Street Journal el presidente de la SEC su ausencia del encuentro en el que Paulson y Bernanke decidieron en marzo que la Fed aportaría 18.000 millones de euros para que JP Morgan se quedara con Bear Stearns. El que Bernanke y Paulson no se molestaran en llamar a su colega, que dirige en EEUU el equivalente de la CNMV española, refleja la dramática pérdida de poder de esa agencia, que perderá más si va adelante la reforma propuesta por Paulson. El candidato republicano a la presidencia John McCain ha pedido su dimisión alegando que «ha traicionado la confianza del público».

Alan Greenspan (ex presidente de la Fed): El «Maestro» de los 90 es ahora el Señor Burbuja. Tras 18 años en la Fed, Greenspan será recordado como el hombre que legó a EEUU la mayor crisis financiera en siete décadas. Algo comprensible, si se tiene en cuenta que en 2005, tras dejar el banco central, aún afirmaba que «en ningún caso se puede hablar de una burbuja inmobiliaria».

Phil Gramm (asesor de McCain): Este ex senador, uno de los máximos asesores económicos de John McCain, es otra víctima de la crisis, después de haber dicho en julio que «nos hemos convertido en una nación de quejicas» y que «estamos en una recesión psicológica».Tras esos comentarios, sus posibilidades de convertirse en secretario del Tesoro si McCain gana son similares a las de que Lehman reanude sus actividades: cero.

MANTENER

James Lokhart (Director de FHFA): Nadie sabe qué pasara con el máximo responsable de la agencia creada en julio para unificar a las dos entidades que hasta ahora supervisaban el mercado de la vivienda y de las hipotecas. Por ahora, ha mostrado rapidez de reflejos al anunciar un cambio de la regulación para evitar que los directivos de Fannie Mae y Freddie Mac, se lleven 24 millones de dólares. Pero regular un mercado como el hipotecario en EEUU es un campo minado que puede hacer que la FHFA estalle en cualquier momento víctima de otro escándalo.

Stephen Schwartzman (copresidente de Blackstone): Desde que este gigante del capital-riesgo salió a Bolsa hace casi un año y medio no ha dejado de caer, y las grandes operaciones de esos fondos se han acabado debido a la falta de liquidez en el mercado.Sin embargo, Blackstone y otros grandes fondos de capital-riesgo, como KKR, pueden jugar un papel central en la reestructuración que le espera al mercado.

Lloyd Blankfein (presidente de Goldman Sachs): Este ejecutivo, la estrella más rutilante de Wall Street en la última década, no sabe si se salvará de la reestructuración que amenaza al sistema financiero de Estados Unidos. Muchos piensan que tendrá que reducir significativamente el tamaño de su banco si quiere impedir que cambie de manos. Entre los cinco grandes bancos de inversión de Wall Street (Bear, Lehman, Morgan, Merrill y Goldman), el suyo es el que, hasta ahora, ha capeado mejor el temporal.

El Papa hace un llamamiento para que se erradique la pobreza en el mundo

ROMA.- Benedicto XVI hizo este domingo un llamamiento a la ONU para que se adopten y se apliquen "con valentía" las medidas necesarias para erradicar la pobreza extrema, el hambre, la ignorancia y el flagelo de las pandemias, "que afectan sobre todo a los más pobres".

"Quiero renovar la invitación para que se adopten y se pongan en marcha con valentía las medidas necesarias para erradicar la pobreza extrema, el hambre, la ignorancia y el flagelo de las pandemias, que afectan sobre todo a los más pobres", afirmó el Papa.

El Papa así lo manifestó ante varios miles de personas reunidas en la residencia de Castelgandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, para el rezo del Angelus, durante el que recordó que el 25 de septiembre se celebrará en la sede de la ONU, en Nueva York, una reunión de alto nivel para verificar el cumplimiento de los objetivos de la declaración del Milenio del año 2000.

"Con motivo de esta reunión, a la que asistirán los líderes de todos los países, quiero renovar la invitación para que se adopten y se pongan en marcha con valentía las medidas necesarias para erradicar la pobreza extrema, el hambre, la ignorancia y el flagelo de las pandemias, que afectan sobre todo a los más pobres".

El Obispo de Roma aseguró que un compromiso de ese tipo, "aunque exige en estos momentos de dificultad económica mundial particulares sacrificios", producirá importantes beneficios "tanto para el desarrollo económico de las naciones, que necesitan ayudas del exterior, como para la paz y el bienestar de todo el planeta".

Lehman pone en duda el negocio de los bancos de inversión

MADRID.- Durante los últimos cinco años, los despachos del número 645 de la Séptima Avenida, en Manhattan, fueron testigos de una de las épocas de mayor esplendor del Wall Street. Hoy seguramente ya no se oiga nada en ese edificio, lo único que queda en pie del gigante bancario Lehman Brothers, se escribe en "El Mundo".

La entidad que hasta el domingo pasado dirigía Richard Fuld atesoraba más de 150 años de historia y alardeaba de haber sobrevivido a dos guerras mundiales y a la Gran Depresión de los años 30.Pero ahora es una víctima más de la crisis subprime, que ha derrumbado los cimientos de este gigante con pies de barro hasta convertirlo en pasto de buitres bancarios (léase Barclays, por ejemplo), que se reparten lo poco de valor que queda en su balance.

Aplicado el refranero popular, a Lehman Brothers le vendría al pelo un epitafio que rezase aquello de «la avaricia rompió el saco», ya que todos los expertos señalan que las víctimas que se está cobrando esta crisis son, en realidad, víctimas de su propio negocio. Ese negocio se denomina Ingeniería Financiera, y es el que han aplicado los bancos de inversión como Lehman Brothers durante los últimos años.


El modo en que se articula toda la estructura de productos e inversiones es realmente complejo (de ahí lo de ingeniería), pero la finalidad última de todo ese tejemaneje inversor es simple: ganar tanto dinero como sea posible.Y para ello es necesario asumir posiciones de mucho riesgo, que si fallan en cadena pueden acabar colapsando un banco, justo lo que le ha ocurrido a Lehman.

Esta entidad es muy diferente a las que llenan las calles de España a través de amplias redes de sucursales. El norteamericano pertenece al elitista segmento de los bancos de inversión, cuyo negocio se centra exclusivamente en financiar empresas, asesorar operaciones corporativas y emitir productos de inversión para sus clientes, generalmente fondos y otros inversores institucionales.

A diferencia de la banca comercial, que se basa principalmente en captar depósitos (pasivo) y conceder hipotecas (activo), las entidades de inversión no prestan dinero a la gente de a pie.Su estructura se cimienta por lo general sobre cuatro grandes áreas de negocio: asesoramiento y gestión de inversiones (Asset Management), coordinación de compras y fusiones entre empresas (Mergers & Acquisitions), colocación en Bolsa (Equity Markets) y emisión de productos de inversión (Investment Banking).

Estos son, a grandes rasgos, los cuatro motores que hacían funcionar a la máquina financiera Lehman Brothers. En épocas de bonanza económica, todas esas áreas proporcionaban pingües beneficios para la entidad. Por un lado los bajos tipos de interés y la facilidad de acceso a financiación propició grandes operaciones corporativas y salidas a Bolsa.


Por otro, los inversores solicitaban productos financieros cada vez más sofisticados con los que batir rentabilidades históricas. Y todo eso era, a la larga, multimillonarios ingresos para un banco que no supo ver dónde terminaba el riesgo y comenzaba el suicidio.

Lo que al final se ha convertido en la quiebra más voluminosa de Estados Unidos empezó a gestarse hace unos cinco años. Los bajos tipos de interés y la constante revalorización del mercado inmobiliario animó a los bancos comerciales e hipotecarios (no a Lehman) a conceder más y más hipotecas, incluso a gente con poca solvencia -las famosas hipotecas subprime-.

Compañías como Lehman compraban esa deuda del banco hipotecario, la empaquetaban en sofisticados productos de inversión (Obligaciones de Deuda Colateralizada) y las vendían en el mercado a cambio de unos intereses que iban en función del riesgo de impago del cliente.

Morosidad

El problema empezó a aparecer cuando la morosidad en EEUU se disparó y los activos colocados en el mercado debían pagarse a una rentabilidad mucho más alta. «A lo largo de este año Lehman Brothers, igual que otros bancos de inversión, han tenido que ir haciendo provisiones millonarias para compensar la depreciación de esos activos, que en muchos casos ni siquiera se sabía cuánto valían realmente», explica Fernando Hernández, responsable de Gestión de Inversis Banco.

Ese tipo de operaciones era el motor principal de Lehman. Pero cuando empezó a fallar, sus otras tres áreas de negocio no lograron generar el suficiente volumen de ingresos para mantener a flote el banco. No había dinero para hacer frente a un pasivo valorado en 430.000 millones de euros y los inversores habían dado la espalda al banco con la venta masiva de sus títulos hasta hacerlos caer un 94%.

El fin de Lehman es, además, el fin de un modelo de banca de inversión autodestruida por su propia avaricia. De los cinco grandes bancos de Wall Street hoy sólo quedan dos, y nadie ahora está dispuesto a poner la mano en el fuego por ellos, a pesar de haber batido récords históricos de beneficios hace sólo un par de años.

Desde el despacho de Times Square donde Richard Fuld decidió apostar todo o nada por los vehículos de inversión más arriesgados se ha visto esta semana una imagen muy elocuente. Enfrente de la puerta, una enorme caricatura de Fuld recogía las más sentidas dedicatorias de algunos de los 26.000 empleados despedidos: «Nos jodiste», dice una de ellas. Eso mismo debió pensar el propio Fuld de la crisis subprime.

¿El fin del capitalismo 'salvaje'?

WASHINGTON.- El Monumento a Franklin Delano Roosevelt no está entre los lugares más llamativos del Mall, el inmenso parque que rodea el Capitolio y la Casa Blanca, en el centro de Washington. Eso se debe, en parte, a que no es un edificio de aspecto monumental, sino que está formado por una serie de muros de piedra con algunas frases célebres del presidente grabadas en ellos, de pequeños estanques y de esculturas.

Entre ellas, una estatua de Roosevelt, el hombre que sentó las bases del Estado de Bienestar en EEUU. Y otra de cuatro hombres en fila india en una de las llamadas «colas del pan»: las acumulaciones de personas que, en la Gran Depresión de los años 30, esperaban pacientemente en las casas beneficencia, relata hoy "El Mundo".

El Monumento a Roosevelt es también poco conocido porque, en un parque que ocupa la superficie de 500 campos de fútbol, está en una esquina. Es como si los estadounidenses no quisieran recordar no sólo la Gran Depresión, sino a Roosevelt. Y en cierto modo así es. Desde finales de los años 70, con Jimmy Carter, Estados Unidos se ha ido alejando progresivamente del modelo económico de Roosevelt. El país ha avanzado por la desregulación, y la mayor parte de los programas del New Deal (El nuevo trato) rooseveltiano sólo han sido expandidos cuando las necesidades políticas lo requerían.

Por ejemplo, por George W. Bush en 2004, cuando reforzó las ayudas a la compra de fármacos por los jubilados en un claro esfuerzo de ganarse su voto. Pero nunca por ideología. El mayor ataque al New Deal probablemente llegó el 3 de noviembre de 2004, cuando Bush, tras ganar las elecciones declaró: «Tengo capital político. Y voy a gastarlo». No hablaba de una guerra con Irán o de poner al hombre en Marte. Su mensaje era otro. Estados Unidos iba a privatizar la joya del New Deal: el sistema público de pensiones. El Estado de Bienestar se iba a acabar para siempre.

Menos de cuatro años después, Bush gastaba el viernes por la mañana todo el capital político que le quedaba en la mayor intervención de los poderes públicos en la economía de la historia: un gigantesco plan para que el Estado asumiera los activos no líquidos de todo el sistema financiero estadounidense. Washington se hacía, así pues, cargo de gran parte de la deuda hipotecaria que ha llevado a las entidades financieras de todo el mundo a registrar minusvalías de más de 350.000 millones de dólares en 13 meses.

Pero además, EEUU limitaba la venta a corto de acciones, es decir, la posibilidad de que un inversor apueste por que el precio de un titulo va a bajar. Y el presidente de Estados Unidos anunciaba que las inversiones en fondos de dinero, que invierten en deuda a corto plazo, estarán garantizadas por la FDIC, el equivalente del Fondo de Garantía de Depósitos, una institución creada por Roosevelt.

Así que Bush, el liberal, ha acabado dirigiendo la mayor intervención del Estado en la economía de la historia. Una intervención que va a salir, según el secretario del Tesoro (y ex presidente de Goldman Sachs, un gigante de Wall Street cuyo futuro ahora tampoco está claro) «por cientos de miles de millones de dólares».

Pero miembros del Congreso, citados por la publicación especializada Politico, ya elevaban ayer la factura para el contribuyente a un billón de dólares, o 700.000 millones de euros. Súmese esa cantidad a los 900.000 millones que ya van a costar las medidas aprobadas por la Casa Blanca y el Congreso y 13 meses de crisis financiera le habrán salido al contribuyente estadounidense más de tres veces más caros que cinco años y medio de Guerra en Irak.

El plan llega, además, tras la mayor nacionalización de la historia, que tuvo lugar el 4 de septiembre, cuando el Estado rescató las agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac a un coste de 200.000 millones de dólares. Y tras la alambicada operación del miércoles en virtud de la cual la Reserva Federal se hizo con el control de AIG, la tercera mayor aseguradora del mundo, aunque no de todo su capital, sino tan solo del 79,9%, con lo que, desde el punto de vista contable, no lo tiene que consolidar en sus balances.

En otras palabras: Washington no sólo ha decretado barra libre a cuenta del contribuyente. También ha puesto en marcha su propia ingeniería financiera para combatir la ingeniería financiera de Wall Street.

Así que George W. Bush se ha convertido en el mayor intervencionista de la historia. Es algo, en cierto sentido, comprensible, porque su retórica del libre mercado nunca se ha correspondido con la realidad de muchos de sus actos ni con la filosofía económica de algunos de sus asesores.

Ahí está, por ejemplo, Wayne Angell, ex miembro de la Reserva Federal y principal asesor económico del vicepresidente Dick Cheney, a quien no se le ha ocurrido mejor cosa que justificar la intervención del Estado en la economía con una frase alegando que «la Reserva federal tiene un balance ilimitado». Efectivamente, Angell está en lo cierto. La Fed puede imprimir todo el dinero que quiera. A cambio, eso sí, puede sepultar a EEUU en una hiperinflación.

Esa actitud contradictoria se ha reflejado en el plan de rescate, que ha irritado a los hedge funds, a los líderes del mercado, a los contribuyentes, a los liberales y a los intervencionistas.

Todos tienen algún motivo de queja. Los hedge funds se quejan de la prohibición de venta a corto, que van a llevar a los tribunales, ya que consideran que es casi tanto como decir que se prohíbe vender acciones. Los liberales lo ven como un nuevo intervencionismo de unos poderes públicos que primero alentaron la burbuja inmobiliaria con una política monetaria ultraexpansiva.

Y también recuerdan que la masiva impresión de dinero que la Reserva Federal está haciendo para inyectar liquidez en el sistema, unida a la explosión del déficit público necesario para financiar estos rescates, va a acabar siendo pagada por el consumidor en forma de mayor inflación y un dólar más débil. Los defensores de un papel fuerte del Estado en la economía recuerdan que la Administración Bush puso todo el énfasis en la autorregulación del mercado y lamentan que este rescate no impide casos como el de Stan O'Neal que, tras quebrar el banco de inversión Merrill Lynch, se llevó una indemnización de 188 millones de dólares cuando lo echaron del banco, en diciembre pasado.

El plan no ha sido motivado por la ideología. Lo ha sido por el pánico. El jueves por la tarde, antes de que se empezara a filtrar la decisión de la Casa Blanca de intervenir, Robert, de 44 años, licenciado en Empresariales se preguntaba si sus ahorros «están seguros». La posibilidad de un pánico que provocara una retirada masiva de depósitos de los bancos de la primera economía mundial no era impensable.

Esa combinación de terror y caos era resumida por Hugo Dixon y Edward Hadas en Breakingviews.com el viernes, «las buenas noticias son que los políticos, los reguladores, los banqueros centrales, y los líderes del mercado estaban tan asustados que estaban dispuestos a llegar a cualquier acuerdo. Las malas noticias, que esto va a ser engañoso, caro y con un enorme riesgo moral».

Efectivamente: a partir de ahora, queda claro que si una empresa financiera es lo suficientemente grande y lo hace lo suficientemente mal para caer, siempre podrá contar con el respaldo del Estado. Y el plan de rescate no soluciona las tendencias kamikazes de Wall Street o de las familias estadounidenses, como su incapacidad manifiesta para el ahorro.

Al final, la solución a todos esos problemas que amenazaban con llevarse por delante la economía mundial ha sido este plan. Acaso no fuera posible hacer otra cosa. El éxito del mercado es lo que ha hecho imposible una solución a la antigua usanza, como cuando estalló la crisis de la deuda latinoamericana a principios de los años 80: juntar en una mesa a los banqueros y a los acreedores y hacerles llegar a un acuerdo de caballeros. Hoy el mercado tiene miles de agentes y ninguno de ellos posee la capacidad de influir de forma decisiva en los acontecimientos.

Al final, cada operador tiene sus propias armas de destrucción masiva. Así lo veía el miércoles el consejero delegado de Fusion IQ, una consultora de Wall Street, Barry Ritholtz, en una explicación «para el lego» en la cadena de televisión Cmedy Central:

«Lehman era como el niñito que está tirando de la cola a un perro. Sabes que el perro le va a morder, pero sólo le va a hacer daño a él.Bear Stearns [el banco que la Reserva Federal entregó a JP Morgan en marzo con 29.000 millones de dólares de dinero público] es el pirómano: el chaval que siempre juega con cerillas y que puede prender la casa y hasta incendiar el barrio entero. Y AIG es el chaval que por casualidad entra en un laboratorio de guerra biológica, encuentra un montón de frascos sin etiquetas, los coge y se va a al parque a jugar con ellos».

Así pues, no estamos en un mercado, sino en un campo de tiro.Y acaso ésa sea la mayor critica que se ha formulado a las autoridades económicas estadounidenses: el paquete de ayuda es sólo una solución temporal y apresurada. Y sus efectos serán sólo temporales.

Pero los tiempos han cambiado y no parece que hoy nadie vaya a crear un nuevo marco regulatorio que reduzca el riesgo de estas catástrofes de forma significativa y modernice los sistemas de supervisión de forma efectiva. Desde su pequeño y recóndito Monumento, Roosevelt sigue, 64 años después de su muerte, dirigiendo la política económica de Estados Unidos.

¿Por qué es peor ahora? / Luis de Guindos

Resulta complicado encontrar una vuelta del verano con tanto pesimismo como la de este año. Los datos conocidos ponen de manifiesto que la economía española se ha estancado, y los indicadores de consumo, construcción e inversión nos recuerdan a la crisis de principios de los 90. El único respiro nos lo ha dado la inflación que, tras casi un año de aceleración continua, se ha moderado en agosto, tendencia que esperamos se mantenga en los próximos meses. Sin embargo, esta fase bajista está mostrando una serie de aspectos y rasgos nuevos en comparación con ciclos anteriores que, de alguna forma, determinan una crisis distinta a las de las últimas décadas.

El primer elemento novedoso es el rápido deterioro del mercado de trabajo. El empleo es un indicador retardado de la actividad.Sin embargo, en la desaceleración actual la destrucción de empleo ha empezado mucho antes de lo que era habitual. Simplemente recordar que la EPA del cuarto trimestre del año pasado ya mostraba destrucción de empleo, cuando, según el INE, el crecimiento trimestral alcanzaba un robusto 0,8%.

Además, en lo que llevamos de año el paro registrado se ha incrementado en casi 400.000 personas, los afiliados a la Seguridad Social se han reducido en los últimos 12 meses, y la tasa de paro se podría acercar al 12% a finales de año, cuando hace sólo unos trimestres no estaba muy lejos del 8%.

Un segundo elemento diferenciador es el empeoramiento de las expectativas de los agentes -familias y empresarios- que va mucho más allá de lo que sería racional en función del resto de indicadores económicos que hemos ido conociendo. Esta pérdida de confianza es bastante más acusada que en otros países europeos y también desborda lo que ocurrió en fases bajistas previas del ciclo.Se podría decir que la economía se siente mucho peor de lo que nos muestran los datos de evolución del PIB.

En tercer lugar, tenemos la rapidez en el deterioro de las finanzas públicas. Tras el superávit alcanzado el año pasado (2,2% del PIB) todo parece apuntar a que este año el conjunto de las Administraciones Públicas podría tener un déficit próximo al 1%. Tanto el Estado como las Administraciones territoriales van a mostrar importantes déficit durante este ejercicio, mientras que la Seguridad Social verá su superávit claramente recortado. Un deterioro de más de tres puntos en un ejercicio va mucho más allá de lo que sería explicable en función de la desaceleración experimentada hasta el momento actual y de las elasticidades habituales de los ingresos y gastos públicos al ciclo.

Por tanto, el empeoramiento excede el juego de los estabilizadores automáticos y del impacto de las propias medidas discrecionales adoptadas por el Gobierno. El problema es que esta evolución nos puede llevar al debate del límite del 3% del Pacto de Estabilidad el año próximo. Además, tras una docena de ejercicios de reducción continua del ratio deuda pública/PIB, éste va a volver otra vez a crecer. En definitiva, la discusión sobre la posición de las finanzas públicas se va a volver a abrir, tal como refleja el diferencial entre el bono español y el alemán, que se encuentra en niveles próximos a 0,50%, el más elevado desde el nacimiento del euro.

¿Por qué esta vez es peor? Los aspectos anteriores hacen que esta crisis sea más compleja, pero las causas últimas de la brusquedad del ajuste se encuentran fundamentalmente en el modelo de crecimiento de la economía española, muy basado en la demanda doméstica.Esto ha generado importantes desequilibrios, lo que en combinación con la crisis financiera internacional determina un entorno difícil y nuevo.

Resulta complicado encontrar un período reciente en el que el acceso al crédito sea tan problemático como en la actualidad, especialmente en una economía que se había acostumbrado a vivir del crédito externo, como refleja nuestro déficit exterior y los ratios de endeudamiento de familias y empresas. Además, a pesar de que el inicio de la crisis se produjo hace más de un año, las restricciones a nuestra financiación internacional no sólo no se han suavizado, sino que la perspectiva es que continúen con nosotros por un período adicional de tiempo que puede ser dilatado.

La banca española está dedicando los nuevos recursos que capta a cubrir los vencimientos de emisiones anteriores que no se pueden renovar en los mercados internacionales. No existe prácticamente margen para conceder crédito nuevo. Ello se refleja en las cifras de concesión de crédito, que se han desacelerado bruscamente a pesar de que todavía recogen compromisos adquiridos en el pasado antes del inicio de la crisis. Si hoy en día un particular o un pequeño empresario acuden a una institución bancaria en busca de financiación, lo más normal es que se encuentren con una negativa, ya que la propia entidad se enfrenta a recursos escasos para poder concederlo. Esta ausencia de crédito está impactando en las decisiones de consumo duradero -el derrumbe de las matriculaciones de automóviles es un ejemplo claro- de adquisición de vivienda y de gasto en capital de las empresas, y explica la rapidez e intensidad del ajuste en el mercado laboral.

El problema es que si dejamos que esta situación continúe la sociedad española puede verse inmersa en un proceso sin precedentes de empobrecimiento vía la destrucción de valor de nuestros activos, la caída de la renta de las familias y el desempleo. Y es que la cuestión no es tanto el ajuste brusco que estamos viviendo como la dificultad para recuperar el empleo y el tejido industrial que nos estamos dejando y que nos dejaremos en el camino. Especialmente si la recuperación posterior va a ser lenta como todo parece indicar. Por ello, sería fundamental intentar minimizar los daños del ajuste actual poniendo en marcha medidas dirigidas a suavizar el problema de la ausencia de crédito al que se enfrenta la economía española que es la razón básica que estrangula su crecimiento.Las propuestas al respecto, si a ustedes les parece bien, las podemos ver otro día.

www.elmundo.es


Los sabios españoles ven lejos el fin de la crisis económica

MADRID.- La economía mundial ha vivido una de las semanas más convulsas de su historia. La crisis ha dejado ya en la cuneta a tres de los cinco grandes bancos de inversión que hace un año había en el mundo. Pero lo que podría reducirse a las dificultades de entidades con una presencia mínima en España tiene visos de acabar ahogando a una economía que necesita cada año conseguir 100.000 millones de euros del exterior, según "El Mundo".

La crisis de confianza derivada de los problemas de un buen número de entidades a ambos lados del Atlántico ha provocado que los bancos dejen de prestarse dinero. La respuesta fue un nuevo pacto de la Reserva Federal, el BCE, y los bancos centrales de Japón, Canadá, Inglaterra y Suiza para inyectar más liquidez. Y, el viernes, Estados Unidos anunció que se quedará la práctica totalidad de los activos tóxicos.

Ante esta tesitura, "El Mundo" ha consultado a una decena de los principales economistas del país para recabar su opinión sobre dos aspectos: hasta cuándo se prolongará la crisis financiera y en qué medida afectará a la economía real española, a empresas y ciudadanos. El diagnóstico de personalidades como Juan Iranzo (Instituto de Estudios Económicos), Fernando Eguidazu (Círculo de Empresarios) o José Manuel Amor (Analistas Financieros Internacionales) coinciden.

Para ver la salida de la crisis financiera será necesario, como condición imprescindible, que el mercado de la vivienda en Estados Unidos se normalice, algo que, para alguno de los consultados, ya empieza a producirse. La segunda derivada será determinar el impacto definitivo de los créditos que se convierten en morosos en la banca de Estados Unidos, ya que muchos de esos préstamos han acabado, fruto de la ingeniería financiera, en manos de inversores de medio mundo.

Al final de ese proceso la liquidez volverá a fluir con algo más de normalidad. Pero mientras eso no suceda, la economía española va a sufrir. Nuestro país, como consecuencia de un déficit exterior próximo al 10%, requiere cada año 100.000 millones de euros.Un dinero que, hasta la crisis, llegaba sin problemas, pero que ahora escasea y estrangula a las empresas. Las pymes, sobre todo, no consiguen créditos, lo que aboca al cierre a muchas de ellas.

Ese estrangulamiento, apuntan los gurús, es una de las causas de que la economía española viva una continua sangría de parados.Con esta situación sobre la mesa, MERCADOS ha consultado a diez expertos. Estas son sus respuestas.

DOS PREGUNTAS PARA SORTEAR LA MAYOR CRISIS ECONOMICA

1.- ¿Cuándo acabará el actual terremoto financiero?

2.- ¿Qué consecuencias tendrá para España?

JUAN VELARDE

Doctor en Ciencias Económicas

1.- Schumpeter se irritaba ante esta pregunta en la Crisis del 29. Siempre empleaba el símil de un edificio en el que se hubieran acumulado explosivos en el sótano, que se sacaban y se introducían continuamente; sin cuidado alguno en la instalación eléctrica, que producía chispazos, y en las andanzas del portero que pasaba por el sótano fumando y, por lo tanto, que era seguro que provocaría una explosión. Pero, ¿se destruiría toda la casa?, ¿parte de ella? Según fuese la magnitud del desastre así sería el tiempo de la reconstrucción o de afirmar que había pasado la crisis.Estamos como entonces.

2.- Muchísimas. Nosotros hubiésemos tenido, forzosamente, una crisis, de manera aislada a como se comportase la economía internacional, debido a nuestro creciente endeudamiento exterior generado por una torpe política de impulsar la demanda interior con sectores incapaces de compensar las importaciones que genera este modelo.Además, se creó una situación de fuerte inflación estructural, que agravaba lo anterior al superar la de los mercados competitivos, aparte de una equivocada política energética con el parón nuclear.España hubiera entrado en crisis no más allá del 2009, pero con el desastre financiero internacional todo empeoró de manera acelerada.

JOSE MANUEL AMOR

Director de Análisis de Analistas Financieros Internacionales (AFI)

1.- Hoy es una pregunta sin respuesta. El sistema financiero se enfrenta a un periodo de reconocimiento de pérdidas y una posterior consolidación. Pero la incertidumbre es máxima sobre la duración de la actual crisis financiera. Cuanto antes se adopten soluciones globales, aunque provoquen un impacto negativo en las cuentas públicas, antes se reducirá la probabilidad de una larga crisis.

2.- La duración e intensidad del periodo de vacas flacas depende, en gran medida, de la mejora de los mercados internacionales.Menos mal que nuestro sistema financiero es muy sólido, gracias a la prudencia supervisora y a que bancos y cajas no han cometido los errores que ahora paga la gran banca internacional. Eso da tranquilidad y permite desterrar escenarios catastróficos.

FERNANDO EGUIDAZU

Presidente del Comité de Política Económica del Círculo de Empresarios

1.- Hay un movimiento de pánico y de arrastre que se ha extendido y no se sabe hasta dónde puede llegar. Lo que es evidente es que el modelo de banca de inversión independiente ha llegado a su fin. No creo que esta convulsión dure mucho porque este camino es insostenible. La diferencia con respecto a la Gran Depresión de 1929 es que la economía real no está como entonces.Esa crisis duró 14 trimestres en EEUU y ahora su economía resiste, e incluso la de la zona euro tiene previsiones de crecimiento, aunque a la baja.

2.- Los efectos inmediatos de esta crisis financiera en la economía española son escasos. Pero los mediatos serán relativamente graves porque las necesidades financieras de España son de 100.000 millones de euros anuales. Esta situación es muy delicada y confirma que la posición de nuestra economía es muy vulnerable y que está más expuesta que la de los demás países. Los bancos españoles están en buena situación, pero el pánico no respeta a nadie y lo mismo algunas entidades deberán pensarse una fusión. También tenemos problemas internos. Pensar que todo viene de fuera es una forma sesgada de ver las cosas. La dependencia energética y la demanda permanente de recursos del exterior para financiar la construcción es por políticas sobre las que no se ha hecho nada. Alguna responsabilidad habría que repartir.

MANUEL CONTHE

Economista. Pte. del Consejo Editorial de Expansión y Actualidad Económica.

1.- Hay que distinguir con claridad entre la crisis financiera internacional, cuyo epicentro ha estado en EEUU, y la crisis económica en España: esta última tiene raíces propias y no es, como afirma el Gobierno, una mera consecuencia de la crisis de EEUU. No sé, sinceramente, cuánto durará la crisis financiera internacional. La restauración del clima de confianza en el sistema financiero es imprevisible: podría tanto tardar mucho como recuperarse con relativa rapidez.

2.- La crisis económica en España durará previsiblemente al menos dos o tres años. Exigirá absorber el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, moderar el grave desequilibrio de la balanza de pagos y recuperar la competitividad perdida. Su severidad será tanto menor cuanto antes se restablezca la confianza en los mercados financieros y cuanta más prioridad den las autoridades españolas a un programa de reformas que faciliten la actividad productiva.

JUAN IRANZO

Director del Instituto de Estudios Económicos (IEE)

1.- La actual crisis financiera se va a prolongar hasta que venzan las últimas subprime, o hipotecas basura. Y habrá que ver si lo ocurrido empieza a contaminar a las compañías de seguros.Hasta mediados del año que viene no se vislumbra la salida.

2.- El gran efecto en España de esta crisis está siendo una mayor restricción del crédito. Y eso se traduce en menos consumo y menos inversión. La mitad del consumo lo financiamos. Y ya se ve un aumento de la prima de riesgo con el bono alemán.

JORDI SEVILLA

Economista

1.- Creo que va para meses. Va a depender mucho de que se estabilicen los precios del mercado inmobiliario en EEUU y de que continúe a la baja el precio del petróleo. Por ahora en EEUU las viviendas siguen bajando y, si esto continúa, puede que veamos a más entidades con problemas. Se han prestado 120 dólares para cosas que hoy valen 60.

2.- Nuestros problemas, que los tenemos propios, no son los mismos en el sector inmobiliario que los de EEUU. Y nuestro sistema financiero no ha hecho ninguna de las operaciones absolutamente arriesgadas de la banca americana. Desde ese punto de vista estamos en una situación más sólida. Pero la crisis nos afecta de una manera directa por el efecto contagio de las bolsas y la percepción psicológica. Además, necesitamos recibir dinero del extranjero para financiar el déficit, y no están los mercados para que nos presten. Pese a que las causas de la crisis son distintas y el sistema financiero más sólido, los efectos seguirán.

LUIS DE GUINDOS

Economista

1.- La crisis, que es financiera con origen en el inmobiliario, ya dura 13 meses. En EEUU el sector inmobiliario se lleva ajustando desde finales del 2005 y ya se van viendo síntomas de estabilización, una condición necesaria para que la crisis financiera empiece a solucionarse. En Europa, sin embargo, el proceso va más retrasado que en EEUU. Mi impresión es que en EEUU se podrían ver los primeros síntomas de normalización en los primeros meses de 2009. En Europa el proceso va retrasado aproximadamente entre 12 y 18 meses.

2.- España, por su déficit de cuenta corriente, es una de las economías más dependientes de la financiación exterior, que en estos momentos está desapareciendo. El impacto que está teniendo la crisis financiera internacional en España se concreta en una restricción muy fuerte del crédito.

MANUEL LAGARES

Doctor en Ciencias Económicas. Catedrático de Hacienda Pública.

1.- Si todo hubiese continuado marchando como hasta la madrugada del pasado viernes 19, mi pronóstico habría sido que el final de la crisis mundial no llegaría, al menos, hasta finales del 2011, pues el ajuste de la crisis financiera se hubiese extendido a lo largo del 2009 y la primera mitad del 2010 y la crisis de la economía real comenzaría lentamente a resolverse a finales de este último año, una vez absorbidos los efectos de la crisis financiera. Sin embargo, en la madrugada del pasado 19 EEUU anunció que va a respaldar los activos defectuosos de sus bancos, lo cual puede acelerar fuertemente el final de la crisis financiera y acortar igualmente la duración de la crisis de la economía real. Por cierto, en una Tribuna Libre publicada en EL MUNDO el pasado día 17 propuse que se otorgase solvencia pública a los instrumentos de crédito de baja calidad en circulación para superar pronto la crisis con fuertes sanciones a quienes los emitiesen, para evitar el alto riesgo moral que supondría tal respaldo.

2.- La economía española se está viendo afectada por las graves restricciones crediticias que se están produciendo en los mercados internacionales, lo que incide negativamente sobre nuestros bancos y cajas, hoy fuertemente endeudados fuera como consecuencia de nuestras necesidades de financiación. Además, por el elevado peso que tuvo en nuestro anterior crecimiento el sector inmobiliario, hay una crisis profunda y de larga duración. El problema para el futuro es más serio. Tendremos no solo que sustituir al sector inmobiliario como motor del desarrollo sino encontrar un hueco en los mercados internacionales para nuestra producción de bienes y servicios, lo que representará exigencias muy fuertes en tecnología avanzada y en la calidad y capacidad de la mano de obra. En ambos ámbitos nuestras carencias son muy elevadas.

JOSE CARLOS DIEZ

Economista jefe de Intermoney

1.- Después de cuatro años de crecimiento récord, el final de ciclo está siendo muy poco sincronizado. EEUU lleva dos años ajustando sus desequilibrios y ahora son Europa y los países emergentes los que se acercan a la recesión. La crisis financiera hace difícil anticipar un escenario de recuperación, pero hay que seguir de cerca el mercado de la vivienda de EEUU, a China y el petróleo. No se debe olvidar que en los años del boom del crédito se han desarrollado muchas infraestructuras, mucha investigación, nuevas tecnologías y mucho crecimiento de productividad, especialmente en los emergentes, que dan un soporte sólido al crecimiento potencial mundial, aunque la economía sigue siendo cíclica.

2.- El ajuste de la economía española es un hecho y necesitamos depurar nuestros desequilibrios internos, especialmente el mercado residencial. No obstante, las condiciones internacionales van a influir sobre la intensidad del ajuste y la clave sigue siendo la crisis financiera, que está afectando negativamente a la economía.Ambos aspectos y la posibilidad de bajadas de tipos del BCE son variables determinantes para España.

RAFAEL PAMPILLON

Director de Análisis Económico del Instituto de Empresa

1.- Nadie sabe cuánto puede durar esta crisis. En el último siglo, la media de los mercados bajistas en EEUU fue de 20 meses. Llevamos 13 meses, luego deberíamos esperar que esta situación se resuelva en seis o siete. Pero va a depender del reconocimiento por parte de los bancos de la situación de sus estados contables. Hace falta también que los reguladores obliguen a la banca a aflorar las minusvalías de sus balances.

2.- Los efectos directos de la crisis financiera son menores porque la banca española prácticamente no ha adquirido productos que contengan hipotecas basura. La banca española goza de buena salud porque ha provisionado los créditos de alto riesgo. Pero España tiene tres problemas que no provienen del exterior: lleva años financiando su economía a través del crédito internacional y esto, en una situación de restricción crediticia, añade dificultades a salir de la crisis; los promotores inmobiliarios están muy endeudados; y en una fase de fuerte ajuste, y con el transcurso del tiempo, a medida que aumente el paro, va a aumentar la morosidad.

Zapatero culpó a EEUU y los expertos lo rebaten

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue contundente tras la caída de Lehman Brothers: «Nadie puede tener ninguna duda, y ya hay un consenso amplio, de dónde se sitúa el origen de la crisis: en Estados Unidos y en las hipotecas subprime», afirmó tajante en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, los expertos consultados por MERCADOS lo rebaten, aunque sea parcialmente.

Reconocen, en línea con el jefe del Ejecutivo, que la crisis partió de los préstamos 'basura', pero apuntan que España tiene una serie de problemas añadidos sobre los que el Gobierno socialista no ha actuado lo suficiente durante los últimos cuatro años. Principalmente el elevado déficit exterior y una dependencia del sector inmobiliario para la que no se ha encontrado sustituto, pese a los insistentes mensajes de la Administración acerca del cambio de modelo de crecimiento.

Miguel Sebastián: "Nadie conoce la magnitud del 'crash' de los mercados"

MADRID.- Apenas lleva un semestre al frente del Ministerio con más prerrogativas (Industria, Turismo, Comercio, Energía y Telecomunicaciones) pero su llegada ha supuesto una verdadera revolución. Con sus innovadoras ideas Miguel Sebastián Gascón (Madrid, 13 de mayo de 1957) ha diseñado planes de choque y futuro para revitalizar el turismo, elevar la competencia comercial, fortalecer el tejido industrial, poner fin a los endémicos problemas del sistema energético y defender en el extranjero la imagen de marca de España como país.

Su consigna, el optimismo. «Ya lo decía Bill Clinton, el pesimismo nunca creó ningún puesto de trabajo», recuerda Sebastián a "Abc", que interpreta el actual trance económico como el momento que España debe aprovechar para renovar su caducado modelo de crecimiento.

Fiel a su imagen «sin corbata» para demostrar que con pequeños hábitos se puede evitar el despilfarro de energía, Miguel Sebastián recibe al periódico madrileño en su despacho del Ministerio de Industria para repasar las claves que marcarán el nuevo curso en su Departamento de Gobierno.

Es evidente que ya existe consenso sobre la existencia de la crisis, el debate ahora es ¿cuándo acabará?

Estamos sujetos a una crisis internacional. España es una economía muy abierta y no puede mantenerse ajena a esta crisis internacional que es doble. Por un lado tenemos la crisis del petróleo y de todas las materias primas en general y, por otro, la contracción de la liquidez.

¿Cómo se ataja el problema?

Que yo recuerde es la primera vez que coinciden una crisis del petróleo con una crisis financiera y esto hace que la situación sea muy compleja y necesite respuestas globales. Respuestas que no corresponden sólo al gobierno español, sino también a la Unión Europea en su conjunto e incluso a algo más. Me refiero a Estados Unidos, Japón y el G-7.

Aunque la respuesta sea global, España acusa la crisis más fuertemente que su entorno.

En el caso de España tenemos, además, el ajuste inmobiliario. El problema es que la evolución al alza de los precios, condicionados por el petróleo, y la falta de liquidez internacional están dificultando el ajuste inmobiliario. La política monetaria está siendo estricta para contener las tensiones inflacionistas y la falta de liquidez está provocando que la gente tenga dificultades para acceder a los créditos y, por tanto, no puedan comprar viviendas aunque los precios estén bajando.

¿Y el Gobierno no puede hacer nada?

Es una situación económica compleja y lo que podemos hacer son dos cosas principalmente: la primera, no cometer ningún disparate económico. La segunda, buscar las oportunidades existentes para salir reforzados de esta situación.

¿Qué sería un disparate?

Creo que el vicepresidente económico garantiza que no habrá disparates porque su política fiscal y económica es prudente, ha presentado unos presupuestos prudentes, con un cuadro macroeconómico realista. Hay que reconocer que los cuadros macro que hace este Gobierno se acercan mucho más a la realidad que lo que ocurría con gobiernos anteriores, no sólo del Partido Popular sino también con gobiernos anteriores del PSOE. Este Gobierno es el que ha presentado los cuadros macro más realistas y más ajustados a lo que luego ha ocurrido.

En todo caso, parece que el «crash» de los mercados no está del todo arreglado...

Claro, pero sí que parece que hay una voluntad internacional de arreglarlo. Yo no conozco cuál es la magnitud del «crash», creo, de hecho que nadie la conoce, pero sí que hay voluntad de arreglarlo y todavía tenemos meses de margen para que se arregle.

Mientras, ¿qué les espera a los trabajadores en paro?

Hay que proteger al desempleado a corto plazo y facilitarle su reinserción en el mercado de trabajo con formación e información porque hay, aunque no lo parezca, muchas vacantes sin cubrir en el mercado de trabajo y lo que hace falta es que al parado le llegue la información de dónde están las vacantes. Tanto sobre qué profesión o qué empleo, como en qué lugar geográfico. Y esto es lo que hay que mejorar sin duda y es uno de los objetivos del Gobierno y del Ministerio de Trabajo en el marco del diálogo social.

Las políticas activas apenas se han aplicado, ¿es hora de rescatarlas?

Las políticas activas van a demostrar que tienen un papel muy importante porque hasta ahora el aumento de la demanda de empleo era tan enorme que no había lugar ni tiempo para políticas activas y de formación. Ahora hay que aprovechar esta situación económica para mejorar la formación y la movilidad. Es el momento de las políticas activas y de demostrar que funcionan.

Los despidos en el sector del automóvil ¿anticipan una reconversión en este sector?

Siempre se habla más de las malas noticias que de las buenas. Volkswagen ha contratado 600 empleos en Pamplona y ¿verdad que no se ha hablado mucho de ello? Los 600 de General Motors en Zaragoza, sin embargo, han sido muy comentados y los 1.200 de Ford más. Hay que destacar que ambos casos son Expedientes de Regulación de Empleo (ERES) suspensivos que hubieran ocurrido en cualquier caso, incluso en una coyuntura económica favorable, ya que se deben a un cambio de modelo de coche. Cada vez que se cambia de modelo se hace un ERE suspensivo. Son temporales pero aún así estamos siempre vigilantes, sobre todo con la industria del automóvil, porque es muy importante para España y lo seguirá siendo.

¿Cómo podrá serlo?

Primero, porque la producción industrial sigue fuerte y no ha caído significativamente pese a la crisis financiera internacional y el descenso de la demanda en España y, segundo, porque vamos a hacer una apuesta por el coche eléctrico. Es una apuesta de futuro y va a ser muy importante para España como país pionero en la producción de coches eléctricos. Estamos involucrando a corto y largo plazo a todo el sector del automóvil. Presentaremos un proyecto piloto a final de año, con vistas a 2014 o incluso más adelante.

Tardaremos en notar sus efectos...

Es un plan a diez años vista, pero hay que empezar en algún momento y creemos que este es el momento. ¿Por qué Suiza se especializó en relojes? No es porque los suizos fueran especialmente buenos haciendo relojes, pero fueron los primeros. Hay veces que ser el primero es importante, y en los coches queremos ser no los primeros, porque el primero es Israel, pero sí de los primeros. Sabemos que Alemania y Portugal se quieren mover en esa dirección, pero en España tenemos una industria del automóvil muy potente y partimos con ventaja.

¿Será rentable el esfuerzo?

En España es muy bueno que haya coches eléctricos por tres motivos: somos muy dependientes del petróleo en transporte, más que ningún otro país europeo, y hemos apostado por unas infraestructuras de transporte privado, no sólo este Gobierno sino el anterior y el anterior. Ahora no podemos tirar a la basura todos esos activos y por eso es muy bueno el coche eléctrico, porque es una forma sostenible de rentabilizarlas. Y en tercer lugar porque tenemos mucha energía renovable que es inestable. El coche eléctrico dará estabilidad al sistema porque aportará capacidad de almacenamiento.

¿Por qué no puede abrirse el debate nuclear en España?

Creo que España no está preparada socialmente para ello.

Pero el ministro de Industria sí es favorable a abrir el debate

Aquí no importa lo que crea el ministro de Industria, aquí lo que cuenta es la decisión de Gobierno que es que no va a haber más centrales nucleares y esa decisión «per sé» ya debería abrir el debate. Lo que vamos a intentar es que las centrales que existen ahora tengan la máxima seguridad posible, que ahí estamos de acuerdo todos. De todas formas, elegir la energía nuclear como método de ahorro es absurdo porque tardaría diez años en estar disponible.

Se trata más bien de garantizar el suministro...

Como garantía de suministro la mejor garantía de futuro es el ahorro.

Pero los mensajes de ahorro parece que no calan

Es muy pronto para recabar información, aunque en este Ministerio sí que estamos ahorrando y de forma espectacular. Sin embargo, es cierto que la gran sensibilización aún está por hacer y vamos a dar esta batalla con los agentes sociales, sindicatos y empresarios primero, y luego también con las asociaciones de consumidores, con la federación de municipios y con las Comunidades Autónomas.

Subir la luz también puede generar ahorro...

Por este año hemos concluido las subidas de la luz.

Pero hay que revisar la tarifa

No va a haber más subidas. La CNE nos ha hecho una propuesta de subida en octubre y nosotros vamos a contestar rápidamente que el recibo de la luz subirá el 0,0%.

Si no se sube la tarifa habrá que ajustar los costes de otra forma para acabar con el déficit tarifario

Estamos pendientes de negociar con las eléctricas para hacer el famoso esfuerzo conjunto entre las administraciones públicas, los consumidores, que ya lo han hecho, y el sector para eliminar el déficit de tarifa. Convocamos a UNESA el día 16 por el tema nuclear y ahí aprovechamos para hablarles del déficit tarifario y la revisión de costes porque está claro que estamos en una situación económica muy delicada y no podemos cargar todo el déficit tarifario a los consumidores. Tiene que ser un reparto justo y equitativo entre todos los actores.

Ello supone que los Presupuestos Generales tendrán que asumir parte del desfase.

Tenemos que buscar primero un consenso entre los actores y luego con Hacienda. El Gobierno quiere acabar cuanto antes con el déficit de tarifa para liberalizar totalmente el sector eléctrico lo antes posible.

¿No le preocupa que la eliminación de la tarifa de la luz lleve a un alza en los precios?

Lo importante es el desarrollo regulatorio y en el sector eléctrico hay que avanzar hacia un modelo mucho mas liberalizado, como se hizo con el gas y funcionó muy bien. Todo el mundo pensaba que el gas iba a subir de precio pero las subidas que se produjeron obedecieron al encarecimiento de la materia prima no a la liberalización.

En esta liberalización ¿cabe una reorganización jurídica de la Función 14?

Vamos a modificar la Función 14 dada la sentencia del Tribunal Europeo de Luxemburgo y lo vamos a hacer de forma inmediata.

Cambiarla ¿o quizás eliminarla?

Eliminarla no porque el Tribunal Europeo no nos la rechazó completamente. Vamos a modificarla adaptándonos a lo que interpretamos que nos ha dicho el Tribunal y haremos una nueva formulación de la Función 14 de acuerdo con la sentencia.

¿Para cuándo estará lista?

Antes de acabar el año tendremos la nueva Función 14.

Que ya no afectará a la venta de Unión Fenosa a Gas Natural, ¿esta operación pone fin a la reordenación del sector?

En el sector energético nunca se sabe qué es lo que va a pasar pero creo que es una operación buena porque ha habido un gran consenso en el mercado. Es una operación estrictamente privada y tanto las fuerzas políticas como los mercados la han visto bien porque crea una empresa española con futuro al integrar gas y electricidad, que es lo que los expertos dicen que es muy bueno para el sector. Además, la compañía va a mantener su sede social en España y creo que va a ser una gran empresa europea, no solo española.

ACS dice que ahora irá a por todas en Iberdrola, ¿cómo se contemplan este tipo de batallas desde el ministerio?

Nosotros no nos metemos en operaciones empresariales. Creo que ha sido un error politizar las operaciones empresariales en el pasado. No queremos, en absoluto opinar sobre operaciones empresariales. De producirse, iremos a vigilar lo que nos corresponde, que es la garantía de suministro y la competencia.

¿Satisfecho con la competencia en el mercado de las telecomunicaciones?

Es la CMT la que debe vigilar la competencia del mercado pero creo que está haciendo un muy buen trabajo.

Parece que el papel del regulador oscila siempre entre defender a Telefónica o al resto

La regulación debe ser proteger al consumidor que es el que debe tener un buen servicio de calidad. No queremos monopolios, pero tampoco el desierto.

¿Quién debe desarrollar las redes de nueva generación?

Lo que a la CMT le preocupa es que haya inversiones en infraestructuras de fibra óptica, y para que eso ocurra es necesario empresas con músculo. Si la CMT ve que las pequeñas no hacen estas inversiones querrá que alguien las haga...

¿Tendremos TDT de pago en Navidad?

Es pronto para hablar de ello. Estamos buscando el consenso con el sector y nos está resultando algo difícil aunque estamos avanzando en la buena dirección. En el tema digital, que es un clave de futuro para el país, no queremos ganadores ni perdedores, queremos que toda España sea ganadora como país. Y para eso tiene que haber un consenso en el sector, que ahora mismo no hay.

¿De qué plazo hablamos?

Cuando haya consenso en el sector. Aunque el plazo del apagón analógico, previsto para el 3 de abril de 2010, es el límite.

La nueva oferta española de sol y playa, ¿estará este invierno?

Empezaremos este año con una prueba piloto en algunos municipios que tendremos la ocasión de presentar mas adelante. Por el lado de la oferta supone ofrecer el paquete turístico completo a los jubilados europeos que vengan a pasar semanas o incluso meses a España. En cuanto a la demanda, trabajamos llevando estos paquetes turísticos invernales a países de Europa y traer grupos de jubilados, que van venir encantados, lógicamente. Para España supone rentabilizar su infraestructura turística que se resiente en invierno y no se trata sólo de hoteles sino también del comercio que se ve obligado a cerrar en temporada baja, lo que supone un despilfarro de recursos además de evidentes problemas de empleo.

En tiempos de crisis, ¿hace falta avanzar en la liberalización de horarios?

Tenemos una ley que permite a las comunidades autónomas ir a más porque es una legislación de mínimos y, por tanto, todas las autonomías que quieran abrir pueden hacerlo con casi total libertad. Si no se abre más es porque las Comunidades Autónomas no quieren porque la ley se lo permite. Lo que se puede hacer desde este Ministerio ya está hecho.

Sí pero para la crisis ¿sería bueno más liberalización?

De nuevo la opinión personal no es interesante sólo lo es la política y la política se ha traducido en una ley que permite muchísima flexibilidad de horarios. Lo que sí será interesante será comparar cómo ha ido a unas autonomías y cómo ha ido a otras. Además, vamos a dar ayudas al pequeño comercio para que mejore y renueve sus instalaciones.

¿Queda mucho por liberalizar en los sectores liberalizados?

En la energía queda la electricidad y nuestro objetivo es hacerlo antes de 2011. También tenemos que acometer la trasposición de la directiva de servicios, que hay que desarrollar con las autonomías en 2010 y está en marcha. Además, se están realizando reformas importantes de carácter estructural que tendrán un impacto a largo plazo en la economía, como orientar el mercado de la vivienda hacia el alquiler, desburocratizar o favorecer la liberalización. Es en los momentos complicados cuando se suelen realizar las reformas.

«Le quedan diez céntimos de bajada al litro de gasolina y ocho al gasóleo»

«Seguimos con detenimiento la evolución de la cotización del petróleo y su correspondencia con los precios de los combustibles, y hemos comprobado que existe un retraso de aproximadamente dos semanas en aplicar las rebajas en las gasolineras. La bajada del petróleo ha sido de 45 dólares por barril desde julio así que calculamos que le quedan 10 céntimos de bajada al litro de gasolina y 7 u 8 al de litro de gasóleo. Y eso suponiendo que el petróleo se mantenga en la actual banda de precios, porque si sigue bajando los carburantes tendrían que abaratarse aún más. Tenemos por delante dos buenas semanas».

«En estos momentos tenemos que navegar en la misma dirección. Comparto la opinión que el presidente de BBVA defendió en el primer número de EMPRESA de que si se arregla el tema de la liquidez, el ajuste inmobiliario debería ser rápido. Todo ello unido a un petróleo más encauzado, nos permitiría salir de esta situación económica en el segundo semestre de 2009».

Crédito insuficiente, perdonen las molestias

MADRID.- Se acabó el vino en la bacanal del crédito. Los años dorados en los que bancos y cajas se lanzaron a la carrera voraz de hacer negocio, a cualquier precio, de prestar dinero alegremente y repartir tarjetas de crédito como bonobuses. Los anuncios de dinero directo en 24 horas, dinero fresco para todos como en una fiesta. Dinero gratis. Se han acabado, según "Abc".

Las entidades financieras han cerrado el grifo «por si acaso». Por si acaso no se lo devuelven o por si lo necesitan ellas mismas si la crisis arrecia; la cuestión es que los bancos no prestan dinero. La falta de confianza ha estrangulado la manguera del dinero.

El impacto de la quiebra de Lehman Brothers en España «va a ser mínimo», en palabras del director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina. Va a circunscribirse a los cerca de 300 millones de euros en activos tóxicos que tienen los fondos de algunos bancos españoles, según la CNMV.

Los daños materiales están cuantificados, controlados y cauterizados quirúrgicamente. Pero agazapado en la sombra hay un factor voluble e incontrolable y no es otro que el miedo. La desconfianza ha corroído las entrañas del sistema financiero y la globalización ha hecho el resto. El castillo de naipes comenzó a caerse con las hipotecas basura, pero este último capítulo es la puntilla.

Cada banco ha prestado a los demás durante mucho tiempo y la quiebra de uno sólo supone que la devolución de ese crédito va a ser cero. La caída de Lehman nos pilla lejos, pero amplifica la desconfianza hasta cotas infinitas. De hecho, los créditos concedidos por entidades financieras ya se habían contraído hasta el 7% en junio de este año, mientras que en el 2007 se situaron en cotas de crecimiento entorno al 17%.

El modelo de negocio está extenuado, el dinero repartido en mil pedazos, sin que -y ahí viene lo principal- hubiera algo que lo respaldara detrás. Detrás sólo había humo y cuando el humo se ha disipado, ha dejado al descubierto agujeros gordos. Inmensos como bancos con 158 años de antigüedad que no renacerán de sus cenizas porque éstas ya se las ha quedado otro mejor posicionado.

En España se agudiza

La crisis del «por si acaso» llevaba incubándose como un extra a la crisis financiera mundial. Es un síntoma propio de la economía española derivado de la concesión continuada de créditos hipotecarios que ha dejado nuestro sistema en una situación delicada. Un colapso de los mercados, y la consecuente sequía de liquidez, es lo peor que podía pasar en este momento porque las defensas están en su punto más bajo.

De nuevo el problema se centra en el sector de la construcción, ese gigante hambriento que se ha comido de todo en los últimos años y ha sorbido hasta la última gota de la financiación disponible en ventanilla. Había demanda y los bancos hicieron lo posible por dar oferta. Hasta tal punto que acudieron una y mil veces al interbancario para solicitar el dinero que prestaban a manos llenas a constructoras, inmobiliarias e hipotecas. El otro frente lo constituyeron los créditos al consumo y los préstamos personales.

La banca española atraviesa momentos difíciles, pero no tanto por la crisis financiera mundial como por la deuda contraída. La preocupación se centra ahora en el progresivo aumento de la morosidad de las empresas y el endeudamiento de las familias. Un préstamo sin retorno es un agujero en las cuentas.

Esta misma semana el Banco de España publicaba los datos de impago de los créditos concedidos por las entidades financieras españolas. Por primera vez en 10 años la cota supera el 2% en julio. En cuanto a los hogares españoles, la cifra no mejora. El número de familias que destinan más del 40% de sus ingresos mensuales a pagos financieros pasó en los cuatro primeros meses de este año del 47% al 63%, lo que acarrea una pérdida de poder adquisitivo, de por sí ya muy mermado por una inflación al 4,9% en agosto.

Efectos en la economía

En la economía real, los destrozos son innumerables. La revisión de las previsiones económicas no cesan y no es de extrañar. Trimestre a trimestre se ha ido desvelando el misterio del menguante crecimiento español y los pronósticos del Gobierno han pasado del 3,3%, al 2,3% y a un raquítico 1,6%. Con este panorama la recesión está más cerca de lo que nadie quiere admitir y la recuperación más lejos de lo que nadie sabe.

«Sin liquidez las empresas se ven forzadas a cancelar sus planes de investigación y expansión. Si eso suponía la contratación de 10 personas más, este segundo plan también se va al traste», explica Eduardo Martínez Abascal, profesor del IESE.

Pero de todos, la suspensión de pagos es el efecto más peligroso, porque tiene un letal efecto dominó. Si una empresa deja de pagar a otra, la segunda se queda en una situación comprometida. Debe recortar gastos y el punto más débil del eslabón son sus trabajadores. Llegan los despidos y el desempleo.
Es la pescadilla que se muerde la cola. El miedo a que la crisis empeore o a la pérdida del empleo frena el consumo, y las empresas de bienes o servicios, venden menos y aumentan sus pérdidas que mitigan recortando gastos. Entre contribuciones a la Seguridad Social y nóminas, el más costoso es la mano de obra. Todo esto degenera en más paro y menos consumo.
El frenazo en la actividad económica ha encontrado su máximo exponente en la construcción pero el eco en otras actividades también se ha dejado sentir. La industria del motor -que aporta un 5% al PIB español- ha perdido un 40% interanual de ventas en agosto.
Con los datos en la mano, las opciones de que el sector industrial releve al de la construcción se van diluyendo cada vez más y se convierten poco a poco en el milagro que no llega. El cierre del grifo del dinero apunta hacia un camino en el que la dependencia del crédito sea menor y crezca la del capital propio. Quizá ha llegado el momento de sacar lo poco o mucho que haya debajo del colchón o dentro del cerdito.

El interbancario cuelga el cartel de cerrado sine díe

El endurecimiento de la crisis financiera encuentra su máximo exponente en el precio del dinero que los bancos fijan para sus transacciones internas. Se trata del euríbor, en el caso de la eurozona, y del líbor, si se habla del mercado de capitales de Londres. Los expertos creen que ninguno de los dos va a bajar a corto plazo. De hecho, varios analistas han coincidido en señalar que la falta de liquidez podría llevar a los bancos a aprovechar este margen para financiar su deuda. El viernes, el tipo de referencia de la mayoría de las hipotecas de nuestro país cerraba en el 5,41%, más de un punto por encima del precio oficial del dinero fijado por el Banco Central Europeo, y pese a todo no hay visos de bajada.

Charles Goodhart a Abc: "Esta es la peor crisis de la historia de España"

LONDRES.- Charles Albert Eric Goodhart, nacido el 23 de Octubre de 1936, es economista. Y ha sido miembro del Bank of England's Monetary Policy Committee de junio de 1997 a mayo de 2000. Estudió en el Eton College, el Trinity College, Cambridge y en la Harvard Graduate School of Arts and Sciences (en la que se doctoró en 1963).

¿Qué está pasando para que una empresa que un día tiene 613.000 millones en su pasivo al día siguiente se declare en bancarrota?

Todo lo que está pasando tiene que ver con la solvencia a largo plazo de las empresas. Esta es la pieza clave. Cuando se produce una pérdida de confianza en el mercado, el valor patrimonial de una empresa puede desplomarse rápidamente y los tipos tienden a subir. Esto es lo que provoca pérdidas muy grandes que pueden hacer que desaparezca su valor.

¿Es el fin de un modelo de negocio?

Sí estamos hablando del final de modelo de brokers y de corredores de bolsa, del modelo de grandes casas de inversión en Estados Unidos, pero no estamos viendo el final en otras parcelas. Por ejemplo, la titulización seguirá existiendo y también el modelo de originar para distribuir, por el que los bancos inician el proceso de concesión de créditos y prestamos, y luego los venden antes de que estén finalizados.

¿Algún gigante norteamericano aún por caer?

Si. Pero decir el nombre sólo provocaría más desconfianza. Uno de los sectores más débiles de la economía estadounidense es el de la automoción, por muchos motivos, y es bastante probable que una de las grandes caiga.

¿Es la peor crisis financiera del último siglo?

No es tan mala como el crack del 29 y, hasta la fecha, no está siendo tan mala como la primera crisis del petróleo de 1973 a 1975. Sin embargo, sí que es la peor crisis para tí (asegura mientras señala a la periodista en referencia a la situación económica española).

¿Está justificado el intervencionismo de Bush?

Sí. Haber dejado que quebraran las dos instituciones hipotecarias del país hubiera sido un desastre de consecuencias imprevisibles porque hubiera arrastrado consigo al resto del mercado hipotecario de Estados Unidos, que es un mercado enorme.

En el caso de la gran empresa de seguros, AIG, si la administración la hubiese dejado caer, el principal efecto habría sido una pérdida total de confianza en el sistema financiero y en el valor de los títulos. Por eso creo que la intervención ha sido una decisión adecuada.

¿Qué consecuencias van a tener para la economía española el desplome de los mercados financieros?

El Banco de España ha realizado un gran trabajo aquí asegurándose que los bancos no se involucraran demasiado en las obligaciones de deuda con garantías y demás instrumentos que vendían los mercados estadounidenses. España está en una posición afortunada porque entró en esta crisis con un sector bancario relativamente fuerte.

Sin embargo, la economía está muy expuesta a este problema por la caída del mercado inmobiliario cuyos efectos se han dejado sentir en otros sectores. Las repercusiones en un sistema financiero debilitado por la cantidad de préstamos concedidos a las constructoras son inevitables. Es la razón por la que los Bancos han decidido recortar la concesión de préstamos.

¿Para cuando la recuperación?

Aún queda recorrido para caer. La recuperación del sistema financiero va a estar muy unida a la del sector inmobiliario.

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Banca española, ¿ajena a toda sospecha?

MADRID.- Que «la banca española goza de buena salud» se ha repetido hasta la saciedad desde que estallara la crisis «subprime». Hoy, trece meses después y con los mercados crediticios aún más colapsados que al principio esta frase sigue diciéndose, sí, pero con la boca un poco más pequeña, según "Abc".

Los factores que han provocado esta bajada de tono son varios aunque, según los expertos, la persistente tensión de la crisis de liquidez es, sin duda, el más procupante a nivel global y nacional. El cierre del interbancario, incluso en sus plazos más cortos, está haciendo que, para los bancos, cada vez sea más difícil conseguir capital. Las inyecciones del BCE y la Fed durante esta semana son sólo flor de un día y no suponen ninguna garantía de futuro.

Así, aunque el sistema financiero español no se ha contagiado directamente por la difusión de los activos tóxicos «subprime», no puede decirse que esté inmunizado, dadas sus necesidades de un capital más caro y de difícil acceso (ver gráfico superior de los vencimientos de deuda de las principales entidades de nuestro país).

El sector bancario español se ha especializado en el llamado «retail», es decir, en los clientes pequeños a los que captan a través de una tupida red de sucursales.

Y precisamente este aspecto ha sido su salvación y su condena. La orientación al mercado nacional les alejó de las venenosas «subprime» y de los complejos vehículos de inversión, pero también en casa hay motivos por los que dudar.

Si los últimos años nuestros bancos han vivido a cuerpo de rey a costa del sector inmobiliario, ¿cómo van a compensar ahora el estancamiento de las ventas de viviendas y la caída del poder adquisitivo de las familias?

En una situación crediticia normal, la respuesta más segura hablaría de una moderación de los beneficios y un aumento de la morosidad. Serían tiempos difíciles pero nada más allá. Sin embargo, la realidad es hoy mucho más compleja, pues a la crisis inmobiliaria -que cada vez presiona con más fuerza los recursos de las entidades nacionales- hay que añadir las fuertes tensiones de los mercados interbancarios.

Además, mientras los activos inmobiliarios pierden valor a marchas forzadas, los sobresfuerzos de bancos y cajas por salvar a sus antiguas compañeras de festín han alimentado las dudas sobre si se estará entrando en un punto de difícil retorno. Quizá, se plantean algunos expertos, esté siendo peor el remedio que la enfermedad.

Por el momento, en apenas tres meses, los créditos impagados del sector promotor se han duplicado. Al cierre de junio ascendieron a 6.202 millones de euros, un 1,98% de la cartera total. En marzo alacanzaban ya los 2.850 millones -un 0,92%- según el Banco de España.

La morosidad total de la banca se situó en julio en el 2,15%, lo que supone un «rally» ascendente de máxima cilindrada, pues en sólo un mes, los morosos han aumentado en la misma cuantía que en los últimos cinco años.

A la vista de estos datos, ya son más de uno y de dos los que piensan que es sólo cuestión de tiempo que el mapa financiero español cambie. Es cierto que la práctica totalidad de los analistas apuesta porque no habrá quiebras bancarias, pero la creencia de que en los próximos meses habrá importantes operaciones de concentración, sobre todo en las cajas de ahorros, ha adquirido ya categoría de ley.